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Sherpas contra la cima de cristal

Igualdad

Las mujeres nepalíes ganan protagonismo en las montañas del Himalaya

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Maya Gurung, en una de sus incursiones en el Himalaya

Cuando Phunjo Lama era niña nunca le pasó por la cabeza ir a la montaña por motivos lúdicos o deportivos. Huérfana de madre desde los tres años, sus incursiones al monte en el recóndito Tsum Valley, donde nació, eran para cuidar el rebaño de yaks de la familia. “En mi pueblo sólo enviaban a los chicos a la escuela, apenas pude estudiar, me quedé en quinto curso. Cuando era adolescente mi padre murió y me trasladé a Katmandú con mi abuelo. Allí aprendí inglés, pude ampliar mi formación y me saqué el título para hacer rescates con cuerda desde el aire”, esboza con la satisfacción de formar parte del todavía reducido grupo de mujeres nepalíes que han logrado cambiar su destino y que pugnan por resquebrajar un altísimo techo de cristal. Phunjo coronó el pasado mayo el Everest, su tercera cumbre de más de 8.000 metros, y este otoño intentará el Dhaulagiri (8.167 m.).

Phunjo Lama, el pasado mayo, en la cima del Everest

CEDIDAD PHUNJO LAMA

Phunjo; Lhakpa Sherpa, una madre de tres hijos que ostenta el récord de más Everest (nueve); Maya Sherpa o Maya Gurung, entre otras, han seguido los pasos de la pionera, Pasang Lhamu Sherpa, la primera nepalí que alcanzó el Techo del Mundo (1993) y la que esbozó el largo camino hacia la igualdad. Pasang Lhamu falleció en el descenso pero su legado ha inspirado a la población femenina de uno de los países más pobres del mundo, donde todavía se arreglan matrimonios y se trafica con niñas y adolescentes.

La propia Pasang Lhamu huyó de su casa para evitar casarse con el hombre que le habían buscado sus padres. Igual que hizo Maya Gurung años después.

El proyecto de Women Everest Treks

Mujeres que han sido víctimas de trata se forman para ser guías de montaña

Maya formó parte del Seven Summits Women Team, un grupo integrado por mujeres de Nepal que en diciembre del 2014 concluyó su proyecto de coronar las montañas más altas de cada continente. Maya y una de sus compañeras en este reto, Shailee Basnet, han aprovechado la notoriedad que les dio esta iniciativa para crear la agencia Women Everest Treks (WET), entre cuyas guías de montaña figuran jóvenes que han sido víctimas de trata. “Las formamos y entrenamos para que puedan sacarse el título. Nos focalizamos en empoderar a chicas sin recursos y a otras que han sido vendidas y forzadas a la prostitución. También apoyamos escuelas de Sindhupalchok, uno de los distritos más afectados por el terremoto del 2015”, cuenta Basnet, licenciada en Información Tecnológica y Management.

Maya Gurung y Shailee Basnet, fotografiadas el pasado mayo en Katmandú

ROSA M. BOSCH

Maya Gurung, su socia en WET y con quien compartió ascensión en el Everest, es de Bhotenamlang, un pueblecito del devastado Sindhupalchok, “que lamentablemente es conocido por el impacto del terremoto y por el tráfico de mujeres y niños. Tengo amigos y familiares que vendieron a sus hijas, mi propia tía fue vendida cuando sólo tenía siete u ocho años”, relata.

Maya Gurung

Huyó de un matrimonio forzado y años después subió el Everest

A los 14 años escapó de casa para evitar una boda concertada pero a los dos días la policía la llevó de vuelta con su padre, que la rechazó. Tras una época en la buscaba su lugar, en la que en sus vecinos advertían a sus hijas: “Sobre todo no sigáis el ejemplo de Maya”, se apuntó a un curso de montañismo en Katmandú. “En nuestra sociedad te dicen que no puedes hacer otra cosa que crear una familia, pero yo decidí que no, que no lo quería, y decidí subir el Everest. En el 2007 nos juntamos diez chicas, buscamos recursos, nos entrenamos, aprendimos a escalar en hielo y técnicas de rescate y al año siguiente lo conseguimos”, detalla Maya. Su padre volvió a dirigirle la palabra.

Phunjo Lama

La primera rescatadora

Phunjo Lama es otro ejemplo de superación. Madre de una niña de siete años y un niño de once, en el 2014 quiso probar suerte en Estados Unidos para apoyar la economía familiar. “Trabajaba como niñera en Manhattan. Allí vi que niños y niñas eran iguales y al regresar a Nepal quise hacer algo por mejorar la situación de la mujer. Yo misma me apunté a un curso para aprender a hacer salvamentos con cuerda desde un helicóptero y fui a Suiza a examinarme. Aprobé. Soy la primera nepalí que lo ha conseguido. Después del terremoto estuve 26 días seguidos rescatando a gente en las zonas más afectadas”, cuenta en una cafetería de Katmandú junto a su marido. Ambos tienen un alojamiento para senderistas en Tsum Valley y organizan trekkings.

Phunjo Lama, en Katmandú, días después de alcanzar la cima del Everest

ROSA M. BOSCH

Phunjo Lama dedica cada vez más tiempo al alpinismo, actividad que combina con el trabajo de guía en montañas por debajo de los 6.000 metros. En el 2016, subió el Cho Oyu (8.201 m.), su primer ochomil, además de la bella y exigente Ama Dablam (6.812 m.); en el 2017, el Manaslu (8.156 m.), y el 17 de mayo pasado el Everest, en una ascensión rápida. “Desde el campo base hasta la cumbre tardé 38 horas y 45 minutos”, puntualiza.

Lhakpa Sherpa ya suma nueve ascensiones al Everest; es la mujer que más veces lo ha conseguido

CLAUDIA LÓPEZ

El récord de Lhakpa Sherpa

Nueve veces en el Techo del Mundo

Lhakpa Sherpa lo coronó un día antes. Era la novena vez que pisaba los 8.848 metros de la cumbre más alta del mundo. Lhakpa, que como tantos otros nepalíes ha tenido que buscarse la vida en el extranjero, trabaja en un supermercado de Connecticut a once dólares la hora, y cada primavera regresa al Himalaya. Un marido maltratador del que se separó no impidió que siguiera los pasos de la pionera, de Pasang Lhamu, y que pusiera su grano de arena en el sendero hacia la igualdad.

Everest, en 1993

Pasang Lhamu, la inspiración

Pasang Lhamu Sherpa, fotografiada dos años antes de su muerte

AP PHOTO

Aunque en Nepal se habla de Pasang Lhamu Sherpa como la pionera, y gran fuente de inspiración para las nepalíes, la primera referencia que se tiene de mujeres sherpa en proyectos alpinísticos es la de dos hijas de Tenzing Norgay, Nima y Pem Pem, y de una sobrina, Doma, que se sumaron a un expedición internacional al Cho Oyu, en 1959, según relata el montañero M.S.Kohli en “Sherpas. The Himalayan Legends”. Nima logró superar los 6.400 metros, lo que en aquella época se consideró un récord para una adolescente. Su padre, Tenzing, fue la primera persona junto con el neozelandés Edmund Hillary que coronó el Everest, en 1953. Pero el nombre que ha pasado a la historia es el de Pasang Lhamu, por su Everest de 1993, en su cuarto intento. La versión oficial apunta que el 22 de abril de 1993 pisó la cima, a los 31 años de edad.

Discriminación

Ellos, unos héroes; ellas, unas irresponsables

Pasang Lhamu lamentaba que mientras los hombres que escalaban las montañas más altas eran considerados unos héroes, las mujeres que perseguían los mismos objetivos eran tachadas de irresponsables. Pasang, madre de tres hijos, y uno de los integrantes de su equipo, Sonam Tsering, perdieron la vida en el descenso. Hasta el momento alrededor de una treintena de mujeres nepalíes han culminado el Everest.