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Mont Blanc, cumbre de imprudencias

La atracción de una cumbre emblemática

La falta de preparación de los montañeros provoca accidentes

El equipo de alpinismo imprescindible para ir al Mont Blanc incluye crampones, piolet, mosquetones, cuerda y casco, además de ropa de abrigo y una protección adecuada contra la radiación ultravioleta para los ojos y para la piel

JEAN PIERRE CLATOT / AFP

Doctor, doctor, rápido, venga por favor, ha habido una caída!”. Emmanuel Cauchy, conocido como Doctor Vertical, el especialista en medicina de montaña que más rescates ha realizado en los Alpes, está cenando en el refugio de Tête Rousse, a 3.170 metros de altitud en el Mont Blanc. Son las 19.45 del sábado 9 de julio. Cauchy se levanta inmediatamente para ir a ayudar. Varias personas -entre ellas, este cronista– salen a la terraza del refugio para ver qué ha ocurrido. Una joven ha caído más de cien metros por una pala de nieve en el corredor del Goûter, uno de los pasajes más peligrosos de la ascensión y del descenso del Mont Blanc. Ha quedado inmóvil sobre la nieve. Instantes después, cae una avalancha de piedras por el corredor. Pasan volando sobre la joven. Desde la terraza del refugio no se llega a ver si alguna le ha golpeado. Todo el mundo se queda en silencio. Al final la chica empieza a moverse muy lentamente y consigue apartarse de la trayectoria de las piedras. Poco después llega un helicóptero de rescate y la evacua.

“Cada año tenemos tres o cuatro muertos en el corredor del Goûter”, comenta dos días más tarde en su despacho de Chamonix Stéphane Bozon, comandante del Pelotón de Gendarmería de Alta Montaña de Alta Saboya que dirige los rescates en helicóptero en la región. “El Mont Blanc está banalizado, demasiada gente viene sin estar preparada”.

El domingo 10, en la ladera de la Grande Bosse (la Gran Joroba) a unos 4.400 metros de altitud, se vive una escena que ilustra esta falta de preparación. Cinco personas están bajando de regreso al refugio en una misma cordada. En lugar de llevar la cuerda corta y tensa como es preceptivo, la llevan suelta y dejan unos quince metros entre uno y otro. Si caen, se llevarán por delante a todas las personas que tienen por debajo.

–¿Pero qué hacéis encordados así? –les llama la atención Pascal Strappazzon, jefe del Grupo de Montaña de los Bomberos de Alta Saboya que está subiendo en otra cordada.

–Es peligroso –le contesta una chica que no lleva ni el casco bien atado. -¡Sois vosotros los que sois peligrosos! –replica Strappazzon.

“Hay una idea extendida de que el Mont Blanc es fácil”, se lamenta Stéphane Bozon. “Pero subir al Mont Blanc no es excursionismo, es alpinismo. No es para todo el mundo”.

Con su cima roma que recuerda al lomo de una ballena blanca, los últimos metros de la ascensión son fáciles. Para llegar a estos últimos metros, sin embargo, hay que superar tramos que requieren dominar técnicas básicas de alpinismo. Estos pasos son perfectamente asequibles para alpinistas expertos, pero no son aptos para novatos. El material imprescindible incluye –entre otros– crampones, piolet, casco, arnés, cuerda y mosquetones.

Todo este material, “además de llevarlo, hay que saber utilizarlo”, insiste Bozon. No basta con llegar a Chamonix, alquilar los utensilios en alguna de las muchas tiendas que los ofrecen y salir hacia la montaña. “Hay que haber aprendido a caminar con crampones y a hacer servir el piolet antes”.

“No sé por qué dicen que el Mont Blanc es fácil”, coincide Sandra Leal, especialista en medicina de montaña del Centro Médico de Cressy, junto a Ginebra (Suiza). Incluso por la vía más asequible, la que llega a la cumbre desde el refugio del Goûter, hay que superar pasos delicados.

Primero el corredor en el que se precipitó la joven, que no iba encordada. Después una arista rocosa con pasos de escalada de grados 2 y 3, que son fáciles pero requieren una mínima experiencia para saber equilibrar el cuerpo correctamente. Y más arriba una arista de nieve en la que “a veces hay gente que se despeña”, informa Bozon.

Se producen unas 50 muertes al año en el conjunto del macizo del Mont Blanc –no sólo en las rutas de acceso a la cumbre principal– y unos 1.200 rescates en helicóptero, señala el médico Emmanuel Cauchy.

Las causas son múltiples. Gran parte de las personas que se proponen subir al Mont Blanc no tienen la preparación técnica adecuada, como los integrantes del grupo que llevaban la cuerda demasiado larga. O bien no utilizan el material necesario, como los que no se calzan crampones cuando el terreno lo requiere.

Muchos otros llegan sin la preparación física adecuada. “Lo que les ocurre a algunas de las personas que piden ser rescatadas, y no son pocas, es que están agotadas”, explica Bozon. “Llaman porque no tienen fuerzas para llegar hasta el refugio”. Dentro de la preparación física, un error común y particularmente grave es una mala aclimatación a la altitud. El domingo 3 de julio una persona que regresaba de la cumbre llamó pidiendo ayuda. Estaba a unos 4.300 metros de altitud, junto al refugio Vallot. Sufría una forma aguda de mal de montaña. Cuando llegó el equipo de rescate en helicóptero, encontraron el cadáver.

El mal de montaña se debe a una mala adaptación del organismo a la falta de oxígeno en altitud. Los síntomas más comunes incluyen dolor de cabeza, náuseas, insomnio y fatiga. Este cronista vio, subiendo hacia la cumbre por la ruta del Goûter, varias manchas de vómito sobre la nieve.

Los casos graves evolucionan hacia un edema cerebral (es decir, una acumulación de líquido en el cerebro) que altera el comportamiento, afecta al sentido del equilibrio de modo que las personas caminan como si estuvieran borrachas y, si no se pierde altitud con rapidez, puede ser mortal.

Para prevenirlo, conviene adaptar el organismo a la escasez de oxígeno pasando periodos por encima de los 3.000 metros, y preferentemente por encima de los 3.500, durante varios días antes de la ascensión al Mont Blanc. Pero hay gente que tiene prisa, que no es consciente de los riesgos y que sube sin estar adecuadamente aclimatado, señala Stéphane Bozon.

Después están “los que fuerzan el destino y suben a cualquier precio”, añade el comandante de los gendarmes de montaña. “Suben aunque la meteorología sea adversa, ignorando lo dantescas que pueden llegar a ser las condiciones en el Mont Blanc cuando hay viento y niebla”.

En estas condiciones, no es raro que los montañeros se pierdan. Algunos de ellos desaparecen sin dejar rastro. “En abril se perdió un hombre, nunca le hemos encontrado, es algo que ocurre a veces”, explica Bozon.

Otros llaman pidiendo auxilio. Pero los helicópteros de rescate no se adentran en las nubes. Si hay mal tiempo en el Mont Blanc, deberán encontrar solos el camino de regreso. Si han pensado en llevar una pala en la mochila, como suelen hacer los alpinistas, podrán cavar un refugio improvisado en la nieve y vivaquear.

Más suerte tuvo la joven que cayó por la pala de nieve por el corredor del Goûter. A ella sí que la pudo ir a rescatar un helicóptero. Fue trasladada a un hospital. No la había golpeado ninguna piedra y no tenía ninguna lesión grave. Al día siguiente recibió el alta.

Ir con guía reduce el riesgo y eleva el precio

La probabilidad de llegar a la cumbre del Mont Blanc se sitúa alrededor de un 70% en ascensiones con guía, según una estimación de la Compañía de Guías de Chamonix. En personas que intentan la ascensión sin guía, la tasa de éxito se sitúa alrededor del 30%. Ir con guía tiene la ventaja de que reduce los riesgos, ya que ayuda a evaluar situaciones meteorológicas inciertas o a superar con seguridad pasos delicados, lo cual es de gran utilidad para personas con poca experiencia en alta montaña. Puede ocurrir incluso que los guías rechacen acompañar a un cliente si consideran que no está bien preparado, o que le ofrezcan una formación en alpinismo antes de intentar la ascensión. Este verano algunos guías –no todos– rechazan subir por la vía de los tres montes ya que hay un serac (un gran bloque de hielo agrietado) que amenaza con desplomarse. Ir con guía al Mont Blanc, sin embargo, no es barato. El precio se sitúa en torno a unos mil euros por ascensión, a los que hay que añadir el precio de la pernoctación y la cena del guía en el refugio. Un guía no puede ir con más de dos personas