Cuando los Homo sapiens hubieron salido salido de África y se extendieron por Asia, se encontraron con la especie humana de los denisovanos. De aquellos encuentros surgieron enfrentamientos, pero también apareamientos que dieron lugar a cruces genéticos. Las poblaciones humanas de ascendencia euroasiática conservan aún hoy en día variantes genéticas de origen denisovano que son el legado de aquellos apareamientos. Elena Bosch y Rubén Vicente, de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona, han identificado una de las huellas más importantes de la herencia genética de los extintos denisovanos. Afecta a un gen implicado en la regulación del zinc que interviene en el metabolismo de las mitocondrias y que ayudó a los Homo sapiens a adaptarse a los climas fríos de Asia y Europa. Pero este mismo gen, señalan Bosch y Vicente, pudo predisponer a los humanos que se adaptaron a latitudes altas a sufrir trastornos psiquiátricos como la depresión o la esquizofrenia.
Su investigación se ha publicado en Plos Genetics.