Montoya tenía razón: Manuel da calabazas a Anita en 'La Isla de las Tentaciones' y se marcha sin ella: ​“Me han pegado la patada antes de tiempo”

Pronóstico acertado

Visiblemente afectada por la negativa del gaditano, la catalana expresó su frustración, sintiéndose rechazada prematuramente

Montoya estalla contra los bulos sobre su persona: “Te vamos a cazar porque esto no”

Anita se topó con la cruda realidad en la hoguera final

Anita se topó con la cruda realidad en la hoguera final

Mediaset

Montoya lo tenía claro desde el principio. Cuando dijo “Montoya solo pasa una vez”, no lo hizo por orgullo ni por despecho, sino porque sabía perfectamente lo que iba a ocurrir. Y no se equivocó. La historia que se escribió aquella noche en la hoguera final de La Isla de las Tentaciones no fue la que Anita esperaba. Todo lo contrario.

Él fue el primero en tomar una decisión. Después de ver las imágenes, tras discutir, intentar entenderse y darse cuenta de que no había vuelta atrás, Montoya se levantó y se marchó. Solo, sin mirar atrás, sin un atisbo de duda. 

Anita, en cambio, optó por arriesgar y apostar por Manuel, el tentador con el que había vivido momentos de pura pasión dentro del programa. Confiaba en que la conexión que habían tenido seguiría intacta fuera de aquellas cámaras y aquellas luces. Pero en cuanto le dio la noticia a Manuel, la reacción de él no fue la que esperaba.

El gaditano escuchó con calma, pero su expresión cambió. Se apagó. El entusiasmo de otros momentos desapareció y quedó en su lugar una seriedad que no auguraba nada bueno. La respuesta fue breve, pero contundente. Prefirió irse solo. 

Lo argumentó con una explicación que intentaba sonar comprensiva. Veía a Anita muy dolida y tenía que pasar por un proceso de sanar después de esta experiencia extrema. No se cerró del todo a futuro, dejó abierta la posibilidad de verse en Barcelona y Cádiz, pero en ese momento, la historia de los dos terminaba ahí.

El golpe para Anita fue directo. No lo esperaba, no así, no tan pronto. “Me han pegado la patada antes de tiempo”, dijo sin intentar disimular su decepción. Ya no había nada más que decir, solo quedaba asumirlo. Su único deseo en ese momento era marcharse: “Me quiero ir a mi casa”.

Lo último que supo Anita aquella noche fue que Manuel le prometía que sus planes previos de encontrarse en Barcelona y Cádiz seguían en pie, pero que ahora ella necesitaba tiempo para sanar después de todo aquello. Un giro de 180 grados que Anita jamás previó. 

Al final, lo que arrancó como una gran ilusión terminó de la peor manera: ella sola, Montoya fuera del mapa y Manuel despidiéndose con una tibieza que poco tenía que ver con los momentos vividos anteriormente.

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