Aunque su padre era un judío alemán que llegó a Londres en 1933 huyendo de los nazis y su madre una polaca católica que arribó ese mismo año escapando de los soviéticos, Peter Morgan ha triunfando en su carrera describiendo a la perfección a la sociedad inglesa y su clase dirigente. Con dos nominaciones al Oscar al mejor guion, por The Queen ( por el que también ganó el Globo de Oro) y El desafío: Frost contra Nixon , Peter Morgan reflexiona sobre lo que es sin duda el mayor logro de toda su carrera: retratar a la monarquía británica desde 1947 hasta 2005, a lo largo de seis temporadas.
¿El resultado final de 'The Crown' se parece a cómo imaginó la serie?
Sí. Tuve la idea en 2012 de tres series, cada una con una reina, pero el concepto era el mismo. Cuando me senté a escribir el primer guion, me di cuenta que iba a necesitar mas tiempo. Por lo tanto al final han sido dos temporadas por reina. Pero me sorprende cuán parecido es lo que hemos hecho de lo que pensé al principio.
¿Cuál es la diferencia entre trabajar en una película y en una serie como 'The Crown' ?
No mucha, porque en The Crown el tamaño del equipo técnico y la cantidad de camiones era la misma que en una película. Y la manera de escribir los guiones y las interminables reescrituras eran como en un filme. Lo cierto es que lo que hacemos no es la televisión típica. Filmar The Crown fue muy similar a cuando trabajamos en The Queen , El desafío: Frost contra Nixon o El discurso del rey . Son películas que se hicieron con presupuestos similares. La única diferencia es la cantidad de episodios. La cantidad de trabajo ha cambiado, pero no el proceso. Por eso creo que esto es televisión cinematográfica.
Entretenimiento
“Tuve que ser muy cuidadoso con el guion para que no se convirtiera en una aburrida lección de historia”
¿Ha sido complicado encontrar un equilibrio entre la fidelidad histórica y el entretenimiento?
Todo pasa por el tono. En el Reino Unido nos gusta contar la historia con una mirada satírica. Tenemos una falta de respeto saludable por las instituciones de poder. En cambio yo siempre he utilizado la mirada de un dramaturgo, aunque he tenido que ser muy cuidadoso para que no se convierta en una aburrida lección de historia. Mi estrategia es muy simple: si me pongo a escribir y me aburro, lo tiro. Tengo que partir de la base de que si entretiene a mí, también va a interesar a la audiencia.
Ha dicho que 'The Crown' , particularmente esta última temporada, es su carta de amor a la reina. ¿Cómo hace para que su admiración por ella no le impida contar la historia de forma objetiva?
La reina nació en 1926, igual que mi madre. No es que tuviera un interés particular en la monarquía, pero si sentía una afinidad por alguien que pertenecía a la misma generación que mi madre. Mi madre venía de un origen muy humilde en Polonia, pero tenía muchas cualidades que eran muy parecidas a las de la reina. Y eso me facilitó mucho las cosas. Mi madre falleció en 2009, y escribir la serie fue una forma de recononectarme con ella. La indestructibilidad, la tranquilidad, el estoicismo, el pragmatismo y la modestia que definió a esa generación son valores muy diferentes a la milenial . Lo cierto es que aún los antimonárquicos reconocen que fue una reina sensacional. Todos en el Reino Unido hemos crecido con esta mujer desde el día en que nacimos. La omnipresencia de su imagen, en sellos, billetes y fotografías, hace que uno quiera explorar a este personaje que durante tantos años ha sido simplemente un rostro.
¿En qué se ha diferenciado trabajar con Helen Mirren en la película 'The Queen' y con Imelda Staunton en la serie 'The Crown', haciendo el mismo papel?
Cuando hice la película, debido a mi larga conexión con Helen Mirren no tuve dudas que debía ser la reina. Pero luego, tuvimos una muy buena conversación en la que acordamos que ese capítulo era el suyo y que ahora debía haber uno nuevo. Y desde el momento en que supe que no tendría la posibilidad de volver a trabajar con Mirren decidí que quería a Staunton. Las dos son actrices extraordinarias y líderes teatrales muy generosas. Helen hizo primero a la Reina en el teatro con mi obra La audiencia, y luego en el cine. Y las dos son actrices muy queridas, que despiertan el respeto de sus colegas. No dudan a la hora de expresar sus opiniones y si sienten que me he equivocado en algo como dramaturgo me lo dicen. Comparten un instinto agudo y muy inteligente, aunque son muy diferentes. Helen se siente mucho más cómoda con el público e Imelda es una persona muy tímida. Pero en el plató, las dos son poderosas y brillantes.