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Watling

Andreu Buenafuente puede sentirse orgulloso. Ha sabido agregar a su alrededor a un puñado de cómicos de altísima categoría, de modo que ha podido ausentarse toda una semana de Late Motiv (Movistar #0) sin que la maquinaria del programa se resienta.

Buenafuente ha dedicado todo su tiempo esta semana a la preparación de la gala de los Goya (cuyo resultado ya habremos visto al publicarse estas líneas), y ha cedido los mandos de Late Motiv a su escudería de la risa: han conducido el programa Berto Romero (lunes), Miguel Maldonado (martes), Leonor Watling (miércoles) y Raúl Cimas (jueves), y ha resultado una gran fiesta de la comedia en cuatro partes.

Del talento escénico de Berto Romero no puedo decir nada que ya no se sepa. Sí de la rara comicidad de Miguel Maldonado, que se reivindica como murciano y se parodia a sí mismo como humorista que emite silbiditos y ruiditos raros con la boca (además de mover más las manos y los dedos que Bob Sieger en sus trances más perturbados): sus pasmos faciales e inflexiones de voz son de risa segura.

Pero la gran sorpresa de la semana ha sido Leonor Watling, al menos para mí: su monólogo inicial ha estado al nivel de su calidad interpretativa, un monólogo en parte recitado, y además ha cantado maravillosamente, y además ha pilotado una entrevista a su invitada (Isabel Coixet) con regocijante sutileza e ingenio, con una finura rarísima en televisión.

Viendo obrar a Leonor Watling como presentadora me ha parecido asistir al nacimiento de un género nuevo. A una televisión inaugural, nunca vista antes. Su presencia en la mesa de Buenafuente me ha hecho pensar primero en que una mujer al frente de un late night humorístico es algo insólito aún. Pero después me he dado cuenta de que lo insólito no era eso, pues no sentiría lo mismo si
en el lugar de Leonor Watling hubiesen estado las amortizadísimas Eva Hache o Anabel Alonso: no, lo extraordinario ha sido que Watling ha sabido generar una atmósfera nueva, otra longitud de onda.

Leonor Watling: la presentadora que canta, la presentadora que interpreta, la presentadora que pregunta con intención, que bromea con doble sentido, que comenta con triple tirabuzón, que disfruta a lo salvaje. Un hallazgo muy gozoso que me ha dejado con ganas de mas.

Y ha cerrado la semana Raúl Cimas: con él nunca sabes de qué te has reído exactamente, pero el hecho es que has reído, quizá del extraviado trémolo de su voz, y probablemente de su mirada perdida, la mejor mirada perdida de la tele. En su monólogo se ha armado de valor para decirnos que “yo no soy de los que se arrepiente de lo que hacen. Yo no soy como mis padres”.

Hay que felicitar a Andreu Buenafuente por haber creado un lugar en el mundo para que vivan estos genios de la comicidad. ¿Puede haber algo más valioso en estos tiempos de solemnidades, patrias heridas, togas con apresto y dramas épicos? Quizá sólo la banda de música del programa, que de tan buena que es toca poco, pero siempre por todo lo alto. – @amelanovela