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El error del ‘Chicle’ 490 días después de secuestrar a Diana Quer: buscar otra víctima en el día de Navidad

El Chicle

Hacía dos meses que la Guardia Civil sospechaba que el presunto asesino de Diana Quer y su esposa habían mentido en sus primeras declaraciones, pero la denuncia de una joven a la que intentó secuestrar el día 25 precipitó su detención

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Diana Quer desapareció en la madrugada del 22 de agosto de 2016 en el municipio gallego de A Pobra do Caramiñal . A las 02.43 horas de la madrugada de aquel día, la joven madrileña de 18 años había enviado un mensaje a un amigo explicándole que estaba “acojonada” porque alguien le había dicho “Morena, ven aquí”. Posteriormente, un testigo la vio en los jardines de un parque de la localidad y otro en las afueras del pueblo. A las 8.30 su madre denunció su desaparición. Su situación y paradero ha sido una de las incógnitas que ha conmocionado España durante 16 meses.

Hasta que la pasada noche, José Enrique Abuín Gey, alias el Chicle, detenido este viernes como principal sospechoso de la desaparición, ha confesado el crimen y conducido a la Guardia Civil hasta el pozo en una fábrica abandonada de Rianxo en el que ocultó el cadáver de Diana Quer.

Caso Diana Quer: La Guardia Civil, frente a la casa de ‘el Chicle’, autor confeso del asesinato

Lavandeira Jr / EFE

El Chicle ha logrado ocultar su crimen y seguir en libertad hasta este viernes pese a que estuvo en el foco de los investigadores desde el primer momento: tenía antecedentes por agresión sexual, también por tráfico de drogas y era ve­cino de una zona que conoce como la palma de su mano.

El Chicle fue de los primeros en ser interrogados. Mintió. Contó que no había estado en A Pobra do Caramiñal el día de la desaparición y utilizó a su mujer, Rosario Rodríguez, para avalar su coartada. Pero desde hace dos meses la Guardia Civil tenía la certeza de que habían mentido y trabajaba a destajo apuntalando pruebas contra el individuo, mientras informaba puntualmente al juez de los avances.

Diana Quer

Atlas

Pero no le podían pinchar el ­teléfono ni seguirle en una aldea como la que vive ni hacer más que una vigilancia no invasiva. Los investigadores tenían previsto solicitar al magistrado la reapertura del caso la primera semana de enero. Pero el lunes pasado, día de Navidad, todo saltó por los aires: un hombre asaltó a una joven de madrugada en Boiro, le robó el móvil e intentó meterla a la fuerza en el ma­letero de su coche. Ella gritó y se ­resistió. Los vecinos se alarmaron y el asaltante salió huyendo.

En su denuncia, presentada el martes, la víctima describió sin género de duda a José Enrique Abuín Gey. Su altura, complexión y paletas sobresalientes. Y su coche. El mismo que en su día analizaron los investigadores buscando el rastro de Diana. Ese martes, medio centenar de guardias civiles de la UCO (de homicidios, de seguimientos, de intervenciones telefónicas, de balizas, de medios técnicos) se desplazó a Ga­licia. Muchos cancelaron sus vacaciones.

El sospechoso había re­cuperado la confianza, se sentía ­impune y lo había vuelto a hacer. Los investigadores hablaron con el juez. Y ya no perdieron la pista del sospechoso. Desde el martes estaba siendo vigilado, mientras se terminaba un informe que debía entrar en el juzgado solicitando reabrir el caso. Una filtración precipitó el viernes su arresto y el de su mujer, Rosario Rodríguez.

Este sábado, esta vez ante un capitán de la Unidad Central Operativa (UCO), la mujer reconoció que había mentido para proteger a su marido. Tras su declaración, la mujer quedó en libertad sin cargos.

Así, apenas 24 horas de ser detenido, el principal sospechoso de la desaparición de la joven madrileña de 18 años se quedaba sin coartada. Costó, pero finalmente El Chicle acabó cediendo a la presión del interrogatorio y ha acabado confesando el crimen y el lugar donde ocultó el cadáver de la joven: un pozo de una nave industrial en Rianxo.