El número de desaparecidos del 'Costa Concordia' aumenta de 16 a 29 personas
Las investigaciones demuestran que el capitán del crucero abandonó la nave mucho antes de que el salvamento de los pasajeros se diera por finalizado
Un regalo, un capricho de consecuencias catastróficas. El crucero Costa Concordia chocó con un escollo, el pasado viernes, y embarrancó porque el capitán, Francesco Schettino, quiso acercarse demasiado a la isla del Giglio y obsequiar así al jefe de los maîtres de la nave, Antonello Tievoli.
Cuesta creer una ligereza de esta magnitud, una frivolidad con tal altísimo riesgo de quien comanda una nave con más de 4.000 personas a bordo. Pero esa versión se está abriendo camino, tanto por los hechos que salen a la luz como por las palabras del fiscal que investiga el accidente y el tono del propio presidente de la compañía naviera. "No podemos negar, por desgracia, un error humano", dijo Pierluigi Foschi, primer ejecutivo de Cruceros Costa.
"Un gran naufragio por un pequeño favor", titulaba ayer el diario Corriere della Sera. Se supo que la hermana del maître, Patrizia Tievoli, colgó en Facebook el anuncio de que una hora después pasaría la nave delante del Giglio para hacer un 'salutone' (un gran saludo) a su hermano, "que desembarcará en Savona finalmente para disfrutar de un poco de vacaciones". El maître desembarcó en su propia isla, aunque en condiciones poco deseadas. Pero se salvó. Ayer su mujer insistía en que no quería hacer declaraciones porque estaba conmovido por lo ocurrido.
Se especuló también que el saludo con la sirena, la reverencia marinera, iba dedicada asimismo al ex almirante Mario Palombo, residente en la isla, que capitaneó una nave gemela de la siniestrada. Él lo ha negado.
El fiscal jefe de Grosseto, Francesco Verusio, apuntó desde el primer momento a la negligencia e irresponsabilidad del capitán. Por eso ordenó su detención. Verusio demintió ayer a Schettino y dijo que el escollo responsable del choque sí figura en los mapas. Anoche, el telediario de la cadena La 7 desveló el contenido de las comunicaciones telefónicas entre la Guardia Costera y el capitán, tras el accidente. En la transcripción del diálogo queda ría claro que Schettino abandonó la nave mucho antes de que el salvamento de los pasajeros se diera por finalizado.
Mientras la investigación continúa, sobre el terreno se agotan los esfuerzos para encontrar supervivientes y recuperar cadáveres. Fue hallado otro cuerpo, con lo que se eleva a seis el número de fallecidos. Existe todavía mucha confusión sobre los desaparecidos. Anoche subió de manera drástica su número. Durante toda la jornada se habló de 16 y después se pasó a 29 –25 pasajeros y 4 tripulantes–, una cifra más acorde con las personas que reclaman varias embajadas, como la alemana, la francesa y la estadounidense.
Es muy difícil, si no imposible, que a estas alturas aparezcan más supervivientes. También la recuperación de eventuales cadáveres se presenta complicada.
Durante unas horas hubo que interrumpir la labor de los buzos y otros equipos de socorro que inspeccionan el barco. Debido al fuerte oleaje, los sensores detectaron que el Costa Concordia se había movido unos diez centímetros. Hay opiniones diversas sobre el peligro que corre la nave. Están quienes creen que, por su peso –114.000 toneladas– y su posición sobre el fondo marino no va a moverse significativamente y equivale casi a un rompeolas. Otros temen que la fuerza del mar, en caso de temporal, pueda levantar el barco y deslizarlo a una fosa que lo cubriría por completo y haría mucho más difícil recuperar el combustible, algo que inquieta sobremanera debido al peligro ambiental que suponen las 2.400 toneladas de gasóleo que almacenan los tanques. Ayer se avistaron algunas trazas de aceite en el mar, pero los primeros análisis, según indicó el ministro del Medio Ambiente, indican que no es carburante.
Se desconoce el destino final del Costa Concordia. La naviera habló de la posibilidad de que fuera izado por globos de aire, para después ser remolcado. Otra posibilidad es trocearlo in situ para el desguace. Cualquiera de las operaciones implica una enorme complejidad logística y un presupuesto astronómico. Foschi hizo ayer una primera estimación de daños: 73,4 millones de euros. Pero la cifra puede dispararse. El presidente de la naviera quiso ser optimista y dijo que la compañía recobrará su buena reputación.
En Italia, país con gran tradición marinera y una potente industria de cruceros, el accidente se vive con un sentimiento de vergüenza nacional, en un momento ya muy delicado de autoestima debido a la crisis del euro.