El episodio final de Juego de tronos es... correcto
Opinión
No es un desenlace provocador
Juego de Tronos 8x06 | El último capítulo de la polémica, en directo
La octava temporada de Juego de tronos estuvo lejos de ser perfecta. Entre una batalla que debía ser épica y que se acabó definiendo como oscura, y unos arcos dramáticos apresurados para llegar al final, David Benioff y D.B. Weiss demostraron ser más irregulares de lo que cabía esperar. Se nota sobre todo desde que tomaron las riendas por completo de la serie, sin G.R.R. Martin en la sala de guionistas, un hombre mucho más obsesionado con hacer evolucionar a los personajes de forma coherente y pausada (por desesperante que pueda ser a veces).
Otra cosa es que, ahora que hemos visto el último episodio, podemos sentirnos más o menos satisfechos con el final. O podemos sentirnos más o menos satisfechos con todo el camino recorrido hasta ahora, el que comenzó en 2011 (o, en el caso de los lectores, en 1996). Son cosas distintas. Y, como Benioff y Weiss tenían claro el punto en el que querían decir adiós a los personajes, por más que fuera torpe la forma de llevarnos hasta allí, como mínimo tuvimos una despedida en condiciones.
La temporada ha sido irregular pero podemos sentirnos más o menos satisfechos con el final (y hay spoilers a partir de este punto)”
El final está concebido para dejar al público con cierta paz interior. Lo consigue. Tiene sentido que Sansa se corone como la reina del Norte, tanto porque queremos ver reinar al personaje como porque se nos ha explicado en distintas ocasiones que funcionaba con autonomía, sus propias tradiciones y su propia forma de hacer. Después de la falta de química entre Desembarco del Rey y el Norte, con Eddard, Robert y Rickon perdiendo la vida en manos del poder central, se entiende esta decisión de Sansa.
También encaja el final de Arya navegando para explorar tierras desconocidas y así evitar una vida en palacio (tiene más sentido que su rol al principio del episodio, andando por Desembarco del Rey como Pedrito por su casa y sin tomar la iniciativa en nada); o el de Jon adentrándose en las tierras salvajes de Más allá del Muro. Desde que tuvo que infiltrarse entre los hombres de Mance Ryder que quedaba clara su fascinación por los Hombres Libres como Tormund, esa anarquía con puntos en común entre su población nómada. Y, a ver, siempre es mejor adentrarse en esas misteriosas tierras (no sabemos si visitando de vez en cuando la Guardia de la Noche) que pasarse toda la vida célibe y rodeado de parias sociales.
Los finales de los hermanos Stark son los que podríamos desear: casi podríamos decir que se trata de un final feliz”
Incluso no puede sorprender que Bran se quede como rey de los Siete Reinos (que son siete menos uno). El argumento de Tyrion suena bastante patriarcal y poco práctico, porque Bran es la memoria del Continente pero tiene un don de gentes que le apartará en exceso de la sociedad. ¿Y no es un poco raro que él sea rey cuando técnicamente se ha convertido un forastero con la declaración de independencia de su hermana en el Norte? Aún así, encaja con el universo de G.R.R. Martin, que arrancaba la saga literaria precisamente con este chico, cuyo interés nunca ha sido tan elevado en la serie.
Sea como sea, el episodio escrito y dirigido por David Benioff y D.B. Weiss sabe jugar bien sus cartas. Tiene unos planos grandilocuentes y temibles al comienzo del episodio como Daenerys hablando a sus hombres. Tiene un momento explosivo con Drogon fundiendo el Trono de Hierro (cumpliendo todos los pronósticos de que nadie se sentaría en el trono). Se ventila rápidamente a Daenerys, que era el personaje peor llevado de la temporada aunque el trabajo de Emilia Clarke por elevar el texto se merece todos los premios. Quizás se echa en falta ese aplomo visual y de guión que tenía la recta final de la sexta temporada o cualquier episodio de la cuarta. Y los guionistas hasta se permiten el capricho de hablarnos de historias para cerrar su historia.
Los guionistas se permiten el capricho de hablarnos del poder de las historias y soltar un guiño a G.R.R. Martin”
Lo hacen en tres ocasiones. Primero, con Tyrion argumentando que Bran debería ser el rey porque tiene la mejor historia y el pueblo lo que quiere es una buena historia (se nota que este soliloquio lo escribieron antes de que un millón de fans pidieran a HBO que volviera a rodar la octava temporada). Después con Brienne de Tarth, que completa la biografía de Jaime Lannister y le regala una trayectoria oficial honorable a un hombre que creía ser deleznable (la historia depende únicamente del que escribe). Y finalmente con Sam, que suelta en el consejo de la Mano del Rey que el archimaestre Ebrose ha escrito una crónica de las guerras recientes de Poniente. Lleva por título Canción de Hielo y Fuego, el mismo nombre que tiene la saga literaria, y así Benioff y Weiss agradecen la creación de este universo a su autor, por más que ellos hayan finalizado primero la saga en televisión.
Y, como Juego de tronos se despide con unos avances de lo que serán las vidas de nuestros personajes favoritos (Sansa, Arya, Jon, Tyrion) y estos anticipos son coherentes con el retrato elaborado durante ocho temporadas, deja un buen sabor de boca. Sobre todo lo deja para todos los fans que pedían que Sansa fuera reina del Norte tras demostrar su fortaleza, sobrevivir torturas y penurias, y sin necesidad de casarse para tener poder o ceder su poder a otro hombre.
El final deja buen sabor de boca sobre todo a quienes pedían que Sansa fuera reina del Norte”
De hecho, estábamos tan mentalizados ante la idea de un final desastroso para los personajes, donde no quedaría vivo ni el apuntador, que hasta se puede calificar este final de feliz. ¿Poco arriesgado? Puede ser. Incluso la muerte que hay, de tan prevista y tan mal gestionada, dolía menos. Es el problema de escribir la serie sólo pensando el final y cuidando poco la evolución: queda demasiado claro el objetivo. Es un final... correcto.
Otro tema sería analizar si de la serie entera podríamos eliminar gran parte del tratamiento de la fantasía. Hubo tantas advertencias acerca del Rey de la Noche y la llegada de un invierno de sin fin, la posible existencia del Señor de la Luz y los poderes de Bran, que en el balance final resulta casi irrisorio el papel que tuvieron todos estos elementos. Creíamos que el macguffin era la disputa por el Trono de Hierro y en realidad lo eran todas las profecías y minutos dedicados a las amenazas que venían de Más allá del Muro.