Junts y ERC hace tiempo que ya no disimulan su mala relación. El encuentro entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en Waterloo para tratar de articular una estrategia conjunta fue un espejismo que, a la práctica, no se ha llegado a materializar. Al contrario, en estos meses, las dos formaciones han aprovechado cualquier diferencia para elevar el tono de la disputa soterrada que mantienen y atacarse con insultos y
calificativos cruzados como “rata” o
“indocumentado”.

La consellera de Territorio de la Generalitat, Sílvia Paneque; el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y el conseller de Presidencia, Albert Dalmau, antes del debate monográfico sobre Rodalies
El pleno monográfico de ayer sobre Rodalies no fue una excepción en esta tensa relación que mantienen los dos partidos independentistas. Si bien el Govern de Salvador Illa fue quien acaparó la mayor parte de las críticas junto al Gobierno de Pedro Sánchez por el mal estado de la red ferroviaria y la desinversión histórica, las pullas entre Junts y ERC a cuenta de los trenes fueron recíprocas. En la base de esta tensión, subyace el acuerdo para el traspaso de Rodalies. Una reivindicación histórica en Catalunya que ERC logró arrancar para la investidura de Illa y que, poco a poco, con más dificultades que facilidades, empieza ahora a rodar por las vías.
La pugna entre Junts y ERC por el traspaso de Rodalies viene de lejos
El enfrentamiento entre posconvergentes y republicanos por la transferencia de la red ferroviaria catalana no es nuevo. Viene de lejos. Cuando, en octubre del 2022, Junts abandonó el govern de Pere Aragonès, los posconvergentes, que en ese momento controlaban la conselleria de Territori, mantenían negociaciones a nivel técnico con los despachos de Nuevos Ministerios para ejecutar este traspaso y trabajaban en un documento en el que se detallaba un calendario de transitoriedad hasta el 2030. Unas conversaciones que se mantuvieron a espaldas de los republicanos y que dan una idea de cómo funcionaba el govern de coalición entre los dos partidos independentistas que mantenían una pugna constante por capitalizar y arrogarse el resultado de las negociaciones.
La lucha sigue ahí y se ha recrudecido después de conocerse que Junts, en esta etapa bussiness friendly por la que atraviesa, haya colocado a un afín en el consejo de administración de Renfe. Quizás por eso la sorpresa en la bancada republicana y también socialista fuera mayúscula, cuando, para cargar contra el acuerdo por el traspaso, el diputado posconvergente Salvador Vergés comparara la compañía ferroviaria con un “pulpo maléfico” que oprime a Catalunya con sus tentáculos en forma de vías. ERC estará negociando la transferencia de Rodalies, pero será Junts quien, al final, tenga voz y voto en una de las extremidades de este maligno cefalópodo.