“Tenemos que estar preparados para asumir los costes políticos y personales de la decisión que acabemos tomando”. Era el 15 de diciembre de 2024 cuando el presidente de Junts per Catalunya, Carles Puigdemont, instaba al consejo nacional de su partido a contemplar la posibilidad de romper con el PSOE. Era la misma semana en la que habían registrado la iniciativa para pedir a Pedro Sánchez que se sometiera a una cuestión de confianza. El expresident de la Generalitat pedía un “punto de inflexión”.
Dos meses y medio después, la relación se ha ido encauzando con el acuerdo por el decreto ómnibus a finales de enero, la retirada de la votación sobre la cuestión de confianza para dar una “oportunidad” a la negociación y esta semana con la proposición de ley para delegar la inmigración a la Generalitat –cuestión comprometida desde enero de 2024–. En el comunicado de ambas formaciones sobre la entente, se subrayaba que era un “paso muy significativo en el método y sentido político” que inspira el acuerdo de Bruselas de noviembre de 2023.
El martes, Puigdemont sostenía que “la desconfianza ha disminuido”. Tras rubricar este pacto, Junts ahora se centra en otros puntos pendientes y los prioriza a unos presupuestos, tema que el líder de JxCat ve “osado”.
Antes de hablar de presupuestos, JxCat pide compensaciones por las inversiones no ejecutadas
Ahora el foco está puesto en la oficialidad de la lengua catalana en la Unión Europea –fue uno de los acuerdos para la elección de la Mesa del Congreso en agosto de 2023– y en la aplicación de la amnistía en dos frentes: el jurídico y el político. Estos dos ejes tienen un denominador común: que Pedro Sánchez entre en la ecuación.
Por lo que atañe al reconocimiento del catalán, aún hay algunos países reacios a dicha oficialidad, lo que complica que prospere. Para modificar el reglamento lingüístico, es condición sine qua non que haya unanimidad entre los 27 estados miembros.
El jueves, en una sesión de Foros de Vanguardia, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se mostró optimista: “Estamos cerca de conseguir esa unanimidad”. En este sentido, destacó que la presidencia de turno de la UE, ahora en manos de Polonia, puede ayudar porque se cuenta con su apoyo para la oficialidad y con su “voluntad para que se resuelva dentro de su presidencia”.
Pese a querer que sea el próximo paso, los posconvergentes rehúyen poner plazos a la cuestión de la lengua
JxCat apunta a la intervención del jefe del Ejecutivo para “desatascar”. En algunos dirigentes hay una cierta inquietud porque fue el primero de los compromisos sellados por los socialistas en esta etapa negociadora y aún no se ha concretado. Por eso quieren que esta carpeta sea la próxima estación, aunque rehúyen poner plazos porque la diplomacia juega un papel clave en la cuestión.
Además, que la lengua catalana sea oficial en Europa puede reforzar, entienden desde la formación, su voluntad de que sea uno de los requisitos para autorizar los permisos de residencia tras la delegación en inmigración. Pese al acuerdo, asumen que deberán remangarse para convencer a los grupos recelosos con la ley. La mayoría no está garantizada.
Otra pantalla significativa para JxCat es la amnistía. En el plano judicial, insisten en que el Gobierno actúe a través de la Abogacía y la Fiscalía contra los jueces “prevaricadores” que “se saltan” la ley del olvido penal. Desde la vertiente política, buscan el “reconocimiento” de Carles Puigdemont como interlocutor, lo que se traduce en reuniones con Pedro Sánchez y Salvador Illa.
Tanto para el catalán en la UE como para el reconocimiento de Puigdemont piden la implicación de Sánchez
Para los posconvergentes, estos encuentros podrían “facilitar” las relaciones. Mantienen que la reunión con Sánchez puede ser sin cámaras. Lo que ven “ilógico” es la “contradicción del relato” entre Suiza y Madrid: si en el país helvético se habla del “conflicto entre Catalunya y España”, no comparten que en el territorio español se hable de “normalidad” sin aceptar a Puigdemont como activo político.
Sobre los presupuestos, plantean primero que se cumplan los vigentes. Ante los “incumplimientos” en la ejecución, requerirán vías de compensación para sufragar las cuantías pendientes. Hay otras negociaciones como la reducción de la jornada laboral –en los términos actuales no la apoyarían–, el reparto de menores migrantes o el techo de gasto.
Con todo, el terreno “se ha allanado en parte”, expresan algunos cargos. Conocedores de que su fuerza en Madrid es la principal palanca del partido, esperan que lleguen “más cosas”. Puigdemont expresaba esa disposición el pasado martes: “Si el Gobierno tiene interés en acelerar aspectos pendientes, nosotros encantados”.