“¿Cuánto tiempo hace que no hablas con Míriam Nogueras?”. Gabriel Rufián sonríe ante la pregunta de Jordi Évole. “Eso es salseo”, responde. “Da igual cómo nos llevemos. Qué más da”. El líder de ERC en Madrid reconvierte la pregunta en una tesis sobre la derecha catalana. “Se cree que Catalunya es suya”. La competición entre independentistas desde octubre del 2017 ha vivido sus momentos más duros en la tribuna del Congreso y Rufián y Nogueras se han lanzado tantos ataques que no se molestan en escenificar un mínimo de cortesía.

Míriam Nogueras y Gabriel Rufián
Junts se pasó la pasada legislatura alimentando la confrontación y acusando a ERC de negociar a cambio de nada; y en esta legislatura, cuando sus votos son indispensables, los republicanos les han dado la bienvenida al diálogo y a la espera. Lo de pagar por adelantado no forma parte del lenguaje de Pedro Sánchez y tanto ERC como Junts ven cómo se dilatan los acuerdos hasta el extremo. Los de Oriol Junqueras han tardado veinte meses en ver cómo se formaliza la vía para condonación de la deuda del FLA y otros tantos en dibujar la empresa mixta que gestionará Rodalies. A Carles Puigdemont le ha costado catorce meses pactar una proposición de ley para el traspaso de las competencias en inmigración a la Generalitat previa amenaza de ruptura e intervención del mediador internacional.
Sánchez hizo de la necesidad virtud para ser investido con los votos de los independentistas a cambio de la ley de amnistía. Junts y ERC trabajaron de la mano, pero desde entonces sus negociaciones con el Gobierno no habían vuelto a cruzarse en el Congreso. Los posconvergentes han sacado más provecho mediático de su relación con Sánchez pero en dos semanas se han repartido los “éxitos del independentismo”, en palabras de Junqueras. Ahora, la aprobación de la condonación del FLA y de la delegación de competencias en inmigración depende de los votos en el Congreso del adversario independentista en Catalunya. Aunque no sólo de ellos.
Ha habido intercambio de mensajes entre ERC y Junts sobre inmigración: no habrá batalla extra
Pese a la escenificación de cordialidad entre Junqueras y Puigdemont en Waterloo, no hay coordinación efectiva entre los partidos y el abrazo imposible entre Rufián y Nogueras obliga a actuar con tiento. Junts calificó de “fake” el traspaso de Rodalies, pero Puigdemont se apresuró a atajar las dudas sobre el apoyo de Junts en el Congreso a la condonación de la deuda y Junqueras y Rufián dan por buena la cesión de competencias en inmigración, pese a que otros grupos de izquierdas la consideran “racista”. Las tramitaciones parlamentarias irán en paralelo y la mayoría de la investidura es tan frágil que Junts y ERC se han conjurado para no sumar obstáculos.
Ha habido intercambio de mensajes entre Junqueras y la cúpula de Junts que marcan un nuevo terreno de juego. La aproximación de los republicanos a las políticas de inmigración dista mucho de la de Junts, pero están dispuestos a votar el trámite inicial y presentar enmiendas de cara al texto final de la ley. Los posconvergentes esgrimen las herramientas de control migratorio, la tramitación de la documentación, los informes de expulsiones, la gestión de los CIE... Por contra, la ponencia política del congreso de ERC reclama “todas” las competencias en inmigración, pero las medidas que plantea giran en torno a la lucha contra la discriminación y la inclusión social. No hay referencia alguna al aprendizaje del catalán como requisito de ciudadanía, como plantea Junts –no lo es ni para ejercer de juez en Catalunya–, y sí como elemento para fomentar la inclusión social.
La pax romana entre independentistas choca con los desmarques de Podemos, Compromís, IU y Más Madrid, que pueden bloquear la delegación de competencias. El problema, aseguran, no es la descentralización, sino el relato que traslada Junts desde el preámbulo de la ley, que equiparan con la extrema derecha. Los posconvergentes pueden adornar el acuerdo, pero la izquierda olvida que Junts pacta desde la oposición y que son los socialistas quienes ejecutan. La gestión de la inmigración es un reto pendiente para la izquierda. Tanto que el pacto de coalición sólo incluye un lánguido “trabajaremos en favor de un nuevo Pacto de Migración y Asilo en línea con los valores de dignidad humana y solidaridad establecidos en nuestros Tratados”.