¿Puede ganar el PSOE las europeas?

Elecciones 9-J

El PP se mantiene como favorito pero no controla la fuga de voto hacia la ultraderecha ni el impacto de la abstención

Sesión de votación en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo

Sesión de votación en el pleno del Parlamento Europeo, en Estrasburgo 

PARLAMENTO EUROPEO/PHILIPPE STIRNWEISS / Europa Press

Contra lo que pudiera parecer, las elecciones europeas no son necesariamente el preámbulo de nada. Al día siguiente, la vida política de cada país sigue respondiendo a la correlación interna de su respectivo parlamento. Pero, por muchos motivos, el voto europeo no es irrelevante. Y, además, en España, quien gana las europeas, gana las generales. Esa es la pauta.

La ventaja promedio de los populares sobre el PSOE se ha reducido de ocho a cinco escaños desde febrero pasado

El problema en esta ocasión es que las próximas legislativas quedan teóricamente bastante lejos mientras que las más cercanas en el calendario se celebraron el verano pasado. En consecuencia, aunque la extrapolación de la cita europea se proyecte ahora hacia atrás en la línea del tiempo, lo más lógico sería que los comicios del 9 de junio los ganase también el PP. Y, de hecho, casi todas las encuestas anticipan ese pronóstico.

Los ultras pueden arrebatar hasta 500.000 votantes al Partido Popular y superar el millón y medio de papeletas

Ahora bien, contemplados en su conjunto, los sondeos presentan algunos rasgos que imponen una inevitable provisionalidad a sus previsiones. Es cierto que el promedio de las encuestas de precampaña da una clara victoria al PP (con hasta 24 escaños frente a 19 para el PSOE). Sin embargo, y en línea con la guerra civil demoscópica que viene padeciendo España, las horquillas de los sondeos son muy heterogéneas: desde una ventaja de ocho escaños para los populares (con un techo de 26 eurodiputados frente a 18 para el PSOE) hasta un margen de solo tres para el PP (que obtendría 23, contra 20, los socialistas).

Los indecisos y el voto procedente de Sumar podrían situar el techo de los socialistas muy cerca de los populares

Paralelamente, la propia evolución de las encuestas registra una significativa tendencia hacia el acortamiento de las distancias entre los populares y el PSOE (de ocho a cinco escaños desde febrero). Y si esa tendencia se mantuviese, los comicios podrían arrojar un resultado sorpresa, con una ventaja mínima (de uno o dos escaños) del PP. Ese escenario se explicaría a partir de las transferencias de voto y del nivel de movilización de cada fuerza política que reflejan los propios sondeos. Y ello en un contexto de participación imprevisible pero que podría caer incluso por debajo del 40%.

En este sentido, una elevada abstención distorsionaría el escenario en beneficio de los electores más movilizados. Y ahí es donde intervienen los trasvases de voto. Por ejemplo, el PP no logra cerrar su frontera electoral con la ultraderecha, lo que podría suponer un saldo neto en beneficio de Vox de hasta medio millón de antiguos votantes populares (lo que llevaría el cómputo de los ultras por encima del millón y medio de electores). Ahora bien, por ese flanco la situación se complica para el partido de Abascal, que deberá competir por el voto de protesta reaccionario con una marca populista y antisistema, en línea con la histriónica candidatura de Ruíz Mateos en 1989 (que logró dos escaños). La lista “Se Acabó la Fiesta” se nutre básicamente de votantes de Vox, aunque también rasca en las alforjas del PP, y podría cosechar más de 200.000 sufragios.

Enfrente, el socialismo arranca la campaña electoral con un suelo cercano a los cinco millones de votos (un millón por debajo del PP). Sin embargo, los socialistas cuentan con dos bazas que pueden ser cruciales: hasta 700.000 votantes indecisos y un aporte potencial de voto generado por el cisma entre Sumar y Podemos que alcanzaría a uno de cada diez electores de la izquierda alternativa. Y si esos sufragios se activasen en beneficio del PSOE, la distancia con el PP sería mínima. Una expectativa poco probable pero no necesariamente imposible.

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