El chándal como síntoma

Opinión

El meteorólogo Tomàs Molina anuncia que se presentará a las elecciones en las listas de ERC. Promete un Compromiso Molina, que, pese a la trascendencia de su denominación, se inscribe en la tradición de las buenas intenciones, habitualmente desmentidas por la realidad. La tentación de comparar la previsión del tiempo y el espectáculo electoral invita a recuperar la afirmación del periodista y humorista Philippe Bouvard: “La meteorología es una ciencia que permite saber el tiempo que debería haber hecho”.

La política –y especialmente la catalana– también funciona así: se anuncian diagnósticos que luego son revisados con la interpretación recurrente del satánico sabotaje español. Se antepone lo que debería haberse hecho a lo que de verdad se ha hecho. Así se consolida una frustración que alimenta los músculos, cada vez más flácidos, de la esperanza y la sensación de estar atrapados por una realidad política y administrativa incompetente.

¿Deben los candidatos ser sensibles a las nuevas tendencias de la moda?

En Venezuela, el furor electoral también incluye particularidades noticiables. Hace años que Nicolás Maduro anima las campañas con, entre otras cosas, aportaciones indumentarias como el uso de chándales cromáticamente vistosos (incluso llevó uno del Barça). La costumbre del chándal venezolano viene de lejos, pero no hay que descartar que se acabe imponiendo como disfraz electoral. La revista Vogue se preguntaba hace unos días “¿Como es que el chándal se ha convertido en la obsesión de moda del 2024?” Balenciaga, Loewe y Gucci incluyen chándales en sus desfiles.

Horizontal

Nicolás Maduro, en chandal

PEDRO RANCES MATTEY / AFP

Las imágenes de la cantante Mushka diciendo que el catalán no debería imponerse de manera agresiva también han circulado con el turbo de maledicencia delatora, fuera de tiempo y de contexto, tan propio de nuestra época y, oh sorpresa, constatamos que lleva chándal. El primer candidato con posibilidades (Salvador Illa, Pere Aragonès, Carles Puigdemont) que aparezca en un debate electoral llevando chándal –¿te animas, Molina?–, obtendrá una atención mediática añadida, gratuita, que será aclamada por los nuevos canales de manipulación de masas y conectará con –ora pro nobis– el público joven.

En la Cope, Carlos Herrera lamenta que tantas y tantas procesiones de Semana Santa hayan tenido que suspenderse a causa del mal tiempo y los estragos de la borrasca Nelson. También explica que, durante la operación retorno, se produjeron interminables caravanas de coches eléctricos esperando turno para recargar baterías. La venta de coches eléctricos no coincide con la infraestructura de puntos de recarga, otra estafa entre los principios de la oferta y la demanda. El otro día un taxista me contó que cada día le toca dedicar una hora a cargar la batería de su vehículo. Puede que aquí haya un nicho de mercado: grandes superficies con muchos puntos de carga que, al mismo tiempo, ofrezcan comida, bebida, masajes, manicuras, tatuajes y venta de chándales.

Lee también
Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...