El PP adelantó las elecciones en Galicia para aprovechar la debilidad socialista por la ley de amnistía. En el tramo final de la campaña, viró hacia mensajes más apegados a las preocupaciones gallegas al comprobar que Ana Pontón, la candidata del BNG, con una campaña crítica con la gestión de la Xunta pero constructiva y que orillaba cuestiones identitarias, casi le da un susto. El giro a tiempo surtió efecto y los populares salieron victoriosos. Camino del medio siglo de España autonómica, cada comunidad cultiva sus propios códigos. Las elecciones a la presidencia de la Generalitat son quizá una de las más determinantes para la política española de los últimas décadas porque los pactos entre Pedro Sánchez y los independentistas provocan una simbiosis curiosa. Pero lo relevante será intuir la motivación prioritaria de los electores el próximo 12 de mayo. ¿Votarán los catalanes impelidos por mantener viva la llama del procés ? ¿Lo harán con voluntad de “pasar página”? ¿O pensarán en quién puede gestionar mejor la falta de vivienda, los malos resultados en la educación, la sequía o el modelo turístico?
La ley de amnistía se ha convertido en un asunto troncal de la política española, de esos que ponen en ebullición la caldera dentro de la M-30, pero la gran pregunta es qué preocupa más a los catalanes, si el anhelo independentista, la unidad de España o la gestión de otros asuntos. Aunque ERC o Junts insistan en que ambas inquietudes no son excluyentes, siempre pesa una más en el momento de votar. Así lo percibió Pontón en Galicia y no dudó en subrayar su oferta sobre vivienda o sanidad por encima de las aspiraciones soberanistas, que se le daban por supuestas.
Pere Aragonès sigue la estela de Pontón, pero la diferencia es que ella está en la oposición y él en el gobierno, por lo que es ERC la que recibirá las críticas del resto por su gestión. Los republicanos se presentan en este inicio de campaña como los únicos independentistas “responsables”. El PSC, según los republicanos, también se incluirían entre los responsables, pero recuerdan que Salvador Illa nunca podrá “plantarse” ante Sánchez para exigirle más recursos para Catalunya. En cambio, sitúan a Junts y a los comunes en el bando de los irresponsables.
Puigdemont amaga con volver antes de aprobarse la amnistía, lo que dañaría el diálogo con el PSOE
Los dirigentes de Junts viven en una ambivalencia curiosa. Unos días se declaran herederos del bagaje de solvencia gestora de Convergència y al día siguiente reniegan de ese pasado para reforzar su imagen de negociadores implacables con el Gobierno central. Nada de “peix al cove ” ni de blandenguerías con el Estado español, proclaman. Pero la campaña de Junts la marcará Carles Puigdemont (como todo ahora en ese partido) y el ex president ya ha dado muestras de que desea que gire sobre su eventual regreso a Catalunya, con el consiguiente riesgo de ser detenido y encarcelado.
Los golpes de efecto son la especialidad del ex president. El mismo Puigdemont que hace un par de meses aseguraba en privado al PSOE que estaba dispuesto a retrasar su vuelta si se aprobaba la ley de amnistía para evitar más desgaste a Sánchez es quien ahora amaga con regresar antes incluso de que la norma entre en vigor para provocar un terremoto judicial. Se trataría de asumir “cierto riesgo” de ingresar en prisión, en principio para dos o tres meses, a cambio de ganar las elecciones o, al menos, adelantar a ERC. De momento es su entorno el que lanza el anzuelo. Él solo ha dicho que le gustaría estar presente para la sesión de investidura del president, cuando la ley de amnistía ya estará en vigor. Para volver con un menor riesgo judicial, Puigdemont tendría que presentarse a las elecciones catalanas al mismo tiempo que mantiene su acta de eurodiputado.
Si Puigdemont consigue que la campaña gire sobre su retorno, el discurso se sitúa donde él se encuentra más cómodo, el del enfrentamiento con la “represión del Estado”, el relato que ha mantenido durante seis años, pero que la ley de amnistía estaba dejando en vía muerta. El escenario de unas elecciones marcadas por un posible regreso de Puigdemont perjudica a ERC, pero también al PSC, que recogió mucho voto procedente de Ciudadanos en las últimas elecciones, y también complica el escenario a Sánchez. Un regreso del ex president en plena campaña dejaría tocado el diálogo recién estrenado entre el PSOE y Junts. Y, sin duda, alimentaría al PP y a Vox.
Si en Galicia se jugaba mucho Feijóo, en Catalunya se examina Sánchez
Por tanto, al resto de candidatos les interesa que Puigdemont no sea el protagonista y tratarán de orientar la campaña a otros asuntos. Es lo que intenta Aragonès, pero sobre todo Illa. Los socialistas catalanes han celebrado este fin de semana su congreso bajo el lema “ Ara toca Catalunya ”. El “ara toca ” es el reverso del “ara no toca ” que solía utilizar Pujol. Un guiño nostálgico que también utilizó el PDCat para pedir el voto a los convergentes clásicos. Los malos resultados educativos del informe PISA, la sequía, los titubeos ante proyectos como el aeropuerto o el Hard Rock o el retraso energético en Catalunya son sus eslóganes de campaña. El PSC viene a pedir el voto para volver a la Catalunya que funcionaba antes de volcar toda su atención en el procés .
Identificar de qué van estas elecciones, cuál es la prioridad de los catalanes en este momento y no dejarse arrastrar por otros argumentos será la clave de este 12-M. Los resultados electorales en Catalunya vienen marcando la política española en lo que va de siglo, desde aquella foto de José Luis Rodríguez Zapatero en el balcón de la Generalitat, embarcándose con el tripartito en el nuevo Estatut, pasando por el proceso independentista y sus consecuencias, que hoy aún determinan las alianzas que mantienen al PSOE en la Moncloa. Si en Galicia se jugaba mucho Alberto Núñez Feijóo, en Catalunya se examina Pedro Sánchez.