La historia, la grande y la pequeña, dibuja círculos y escribe paradojas. Estos días en Madrid se viven escenas que parecen sacadas del procés catalán. Grandes manifestaciones. Ayer, una gigantesca manifestación pacífica en Cibeles. Cortes de autopistas. Agresivas concentraciones cerca de la sede del PSOE en la calle Ferraz desde hace dos semanas. La extrema derecha ha instalado un show-room en Ferraz cuya cinta inaugural fue cortada por Esperanza Aguirre.
Movilización permanente. Es la consigna lanzada por José María Aznar . Esa dinámica no se detendrá hasta las elecciones europeas del 9 de junio del 2024, en las que se producirá una verificación de la relación de fuerzas. En toda Europa se comprobará cuál es la relación de fuerzas: más europeísmo o regresión nacionalista. Van a ser unas elecciones apasionantes. Esa dinámica de hostigamiento permanente del nuevo gobierno tenderá a compactar en los primeros meses una mayoría parlamentaria muy compleja, cuya anatomía nos muestra tres parejas en pugna: ERC y Junts, PNV y Bildu, Sumar y Podemos.
El Gran Circo de Moscú tenía cinco pistas. La legislatura que ahora empieza también tendrá cinco: la pista socialista (empezará a haber movimientos en el PSOE ante la posibilidad de que esta sea la última legislatura de Pedro Sánchez ), la pista vasca, la catalana, la morada y la gran pista de la derecha, con las fieras del trumpismo esperando a que lleguen las elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre del 2024, cinco meses después de las europeas.
PNV y Bildu; ERC y Junts; Sumar y Podemos, esas son las tres pugnas que articulan la mayoría
La pista vasca es la primera que se pondrá a prueba en las urnas. Será antes del verano en fecha aún no determinada. (También habrá elecciones en Galicia antes del verano). PNV y EH Bildu hoy compiten básicamente en el ámbito de la gestión. Nada que ver con la política vasca de hace veinte años. El PNV ha de luchar contra la oxidación que genera tantos años en el poder y en estos momentos quizá no sea del todo segura la continuidad de Iñigo Urkullu como candidato a la presidencia del Gobierno vasco.
El PNV podría estar pensando en un golpe de efecto. La decisión corresponde, como siempre, al Euskadi Buru Batzar. Leyes viejas. El lehendakari dirige el gobierno, pero no tiene la última palabra en el partido.
EH Bildu no tiene prisa, o aparenta no tener prisa. En unas entrevista publicada ayer en el diario Gara , Arnaldo Otegi pedía “prudencia y exigencia” ante la nueva coyuntura política española. Bildu convocó ayer en Bilbao a miles de personas en favor de la nación vasca.
Prudencia. Actitud que en Catalunya dejó de estar de moda hace unos años. Los últimos sondeos conocidos colocan al PSC en una sólida primera posición y al independentismo con dificultades para renovar la mayoría absoluta en el Parlament. Pero aún falta más de un año para finalizar la legislatura. Junts y ERC, competidores insomnes, van a ser exigentes con Sánchez y habrá que ver hasta qué punto tendrán en cuenta la prudencia que aconseja Otegi. En estos momentos, el electorado catalán parece estar premiando la política de conciliación.
Junts será exigente y a la vez regresará a los temas de gestión. La patronal Foment del Treball ha ofrecido a Carles Puigdemont asesoramiento en temas económicos y fiscales, tal y como explicaba Manel Pérez el pasado lunes en La Vanguardia . Este es un dato fundamental para entender cuáles son los movimientos de fondo en la pista catalana.
En la pista morada, dos personajes con una gran pasión por la política están dirimiendo una batalla muy personal: Yolanda Díaz y Pablo Iglesias . Díaz no quiso ponerse a las órdenes de Iglesias cuando él la señaló, en marzo del 2021, como futura candidata de Unidas Podemos. Díaz forjó pacientemente un proyecto propio, que ha acabado marginando a Podemos, hoy reducido a cinco diputados.
El PSOE quiere recuperar la cartera de Igualdad, y Podemos, vindicarse en las europeas
Iglesias se siente traicionado, cree que Díaz ha actuado de común acuerdo con el PSOE y determinados grupos mediáticos, y no piensa darse por vencido. Ese es el núcleo de una pelea iniciada hace meses, que tuvo costes muy serios para la izquierda en las elecciones municipales y autonómicas del pasado mes de mayo. La causa primera del descalabro del 28-M, acontecimiento quizá decisivo para el futuro político del país, fue la pelea entre el embrión de Sumar y Podemos, pugna que ahora se repite ante la inminente formación del nuevo gobierno. El PSOE ha decidido recuperar la cartera de Igualdad, como sea. Díaz quiere disciplinar a Podemos. Y Podemos quiere vindicarse en las elecciones europeas de junio. Ese quebradizo pilar izquierdo puede ser el verdadero talón de Aquiles del nuevo gobierno. Dar por muerto a Podemos quizás haya sido una apreciación prematura.
De esas tres parejas en pugna (PNV-Bildu, ERC-Junts, Sumar-Podemos) dependerá la estabilidad del nuevo gobierno. No son parejas cerradas, sin embargo. Veremos intercambios. Junts y PNV se pondrán de acuerdo en temas económicos y fiscales frente al eje laborista PSOE-Sumar. ERC buscará la complicidad de los cinco diputados de Podemos, y habrá que ver cómo Bildu administra la prudencia y la exigencia.
Muy complicado. Sí. Esa mayoría parlamentaría tenderá a compactarse ante la ofensiva de la derecha en todos los frentes, aunque también veremos acercamientos de Alberto Núñez Feijóo al eje Junts-PNV. Hasta junio primará la cohesión. El que salte demasiado puede caer al agua el 9 de junio, fecha de la primera reválida.