La Diada a primera hora

Opinión

La Diada a primera hora

Josep Guardiola marcó doctrina cuando dijo que si nos levantamos muy temprano y sin reproches, somos un país imparable. A las siete de la mañana, Pablo Tallón abre el Aquí Catalunya (Ser) con la energía de un día imparable e incluye un comentario de Magi Camps sobre los primeros vestigios (ayer lo escribía en La Vanguardia ) del catalán. La noche anterior, el presidente Pere Aragonès también había reivindicado el catalán con unas buenas palabras cargadas de esa flaccidez que perpetúa el abismo entre la realidad y la propaganda.

El mensaje institucional de Aragonés no pasará a la historia, aunque los iluminadores se esforzaron en situar al presidente en un plano sugerente. A la izquierda, una bandera carnívora a punto de devorarlo. Y al fondo de la galería, una puerta iluminada con una calidez prometedora. Es el tipo de iluminación que celebras cuando, de madrugada, buscas un último bar abierto para tomar la penúltima y vislumbras una luz que sugiere camareros hospitalarios y una parroquia felizmente viciosa. Puestos a buscar estímulos escenográficos para compensar la rigidez del presidente –atrapado por unos cuellos de camisa que lo agarrotan por encima de sus posibilidades–, deberían haber incluido sombras de gente celebrando algo.

La industria del reproche alimenta la dimensión cainita del independentismo

Temprano, muy temprano, Carlos Herrera (Cope) dice: “Hemos pasado de una Diada tristona a una Diada pletórica gracias a Sánchez”. Carlos Alsina (Onda Cero), en cambio, describe las exigencias de Carles Puigdemont como las causantes del “cortejo de Pretty woman ”, que obliga al interlocutor a hacerle la pelota. Catalunya Ràdio y RAC1 se preparan para una jornada de seguimiento exhaustivo de la Diada, sabiendo que el sueño de Guardiola de actuar sin reproches es, hoy por hoy, pura utopía. De hecho, la industria del reproche mantiene viva la dimensión cainita del independentismo (y, por extensión, de la jornada). Unos reproches que empiezan con el desfile de ofrendas en el monumento de Rafael Casanova, que TV3 retransmite intermitentemente a partir de las ocho mientras se interpretan, non stop, Els segadors.

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Ayer en Barcelona

Emilio Morenatti / LaPresse

En Els matins de Catalunya Ràdio , Ricard Ustrell saluda a la audiencia con un “Bon día i visca Catalunya!” Es un saludo que contrasta con las noticias dramáticas del día: cuatro jóvenes (de entre 19 y 22 años) atropellados por un tren en Montmeló y, por supuesto, el terremoto de Marruecos. En La Sexta, Alfonso Arús, que sería un ejemplo de catalán imparable que ha sobrevivido a sucesivas olas de corrección patriótica, no renuncia a un toque de humor para comentar la noticia. Sobrepone las imágenes del rey (ausente) de Marruecos con las del dramaturgo Fernando Arrabal. “El rey se parece a Arrabal”, afirma. Me hace pensar en la obsesión de Arrabal por el ajedrez y en una de sus frases: “En el ajedrez lo importante no son ni el rey ni la reina sino los peones”.

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