Pedro Sánchez cierra el año con unos nuevos presupuestos y una reforma penal ya aprobados por la mayoría absoluta y transversal del bloque de la legislatura –de ERC y el PDECat al PNV y EH Bildu– que mantiene a flote al Gobierno. Con un tercer paquete de medidas anticrisis, que hoy mismo aprobará el último Consejo de Ministros del curso, negociado hasta el último minuto en el seno del Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, cuya carrocería ya presenta profundas abolladuras. Y con una agria pugna con la derecha política y judicial, ahora por la renovación del Tribunal Constitucional, que acabó de romper todos los puentes con el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.
En apenas unos días arranca así un nuevo curso que, en lo político, estará monopolizado por un intenso calendario electoral: las municipales y autonómicas del próximo mayo, y las generales –la madre de todas las batallas– previstas para diciembre del 2023.
En la Moncloa asumen la expectativa frustrada con Feijóo: “La imagen de moderación con la que llegó se ha disuelto”
El propio Sánchez relata la ruptura total con Feijóo, apenas ocho meses después de que asumiera el liderazgo del principal partido de la oposición, como una sucesión que oportunidades frustradas. “Teníamos expectativas”, admiten ahora en la Moncloa.
El presidente del Gobierno mantuvo una primera reunión con Feijóo el pasado 7 de abril, cuando no llevaba ni una semana al frente el PP. Su predecesor en el cargo, Pablo Casado, advierten que había convertido el bloqueo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en “una cuestión personal”. Y asumían que Feijóo quería diferenciarse del perfil de Casado, para consolidar la imagen moderada y pactista que había logrado transmitir en sus 13 años como presidente de la Xunta de Galicia –con cuatro mayorías absolutas consecutivas–, justo con un acuerdo exprés para desbloquear el órgano de gobierno de los jueces.
Sánchez propuso sellar el pacto judicial antes del 12 de junio, y además le presentó a Feijóo un documento, recuerdan en la Moncloa, “con diez puntos elaborados específicamente para llegar a un acuerdo”. “Algunos tan sencillos como la sustitución del término disminuidos por discapacitados en la Constitución”, rememoran. Una invitación al pacto, por tanto, que entendían muy beneficiosa para ambas partes. Pero que cayó en saco roto. “Nunca volvimos a saber nada”, alegan.
Apenas seis meses después, el pasado 10 de octubre, Sánchez y Feijóo se volvieron a reunir, apremiados por la dimisión del presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, harto del bloqueo. La sorpresa en la Moncloa, según reconocen, es que fueron llamados a incorporarse al encuentro los negociadores de ambas partes, Félix Bolaños y Esteban González Pons.
“Esta vez va en serio”, interpretaron. “Estábamos convencidos de que Feijóo, ahora sí, iba a consumar el giro para enterrar la figura de Casado”, reconocen. “El acuerdo estaba hecho”.
Pero apenas dos semanas después, la negociación del PSOE con ERC para la desjudicialización del conflicto político en Catalunya, apremiada por la votación de las enmiendas de totalidad de los presupuestos en el Congreso, se cruzó en el camino. Y Feijóo justificó la suspensión de toda la negociación por la derogación del delito de sedición para beneficiar a los líderes del procés . “Le temblaron las piernas y todo saltó por los aires”, lamentan en la Moncloa, en referencia a la supuesta presión que el ala dura de la derecha ejerció sobre Feijóo.
Ese, aseguran ahora, fue “el punto de inflexión”. Sánchez aceleró con la reforma penal, el líder del PP contraatacó dinamitando la tramitación de la reforma judicial en el Senado, a través del Tribunal Constitucional, y todos los puentes entre ambos quedaron echos añicos.
El presidente del Gobierno ya asume que no podrá renovar el CGPJ en lo que resta de legislatura
El presidente del Gobierno ya asume que no podrá renovar el CGPJ en lo que resta de legislatura –pese a que ya acumula cuatro años en funciones–, pero insiste en intentar desbloquear el Constitucional a través de la proposición de ley que el PSOE y Unidas Podemos prevén registrar esta misma semana con el respaldo de todo el bloque de la investidura.
Y, a las puertas del nuevo ciclo electoral, en la Moncloa admiten que ya solo queda margen para la confrontación con el PP. “La imagen de moderación con la que llegó Feijóo se ha disuelto, y ahora se ha mimetizado con Casado y con Isabel Díaz Ayuso”, advierten.
A su juicio, el vídeo que el PP difundió el pasado jueves, con motivo del sorteo de la lotería de Navidad –que señalaba que con este Gobierno ya le tocó el gordo “a los sediciosos, malversadores y agresores sexuales”–, lo certifica. “Después del vídeo, no parece que el PP tenga muchas ganas de pactar ni de hablar nada conmigo”, zanja el propio Sánchez.