Antidesarrollismo y Eixample

Antidesarrollismo y Eixample

En los años en que daba clase en la Universidad Bocconi de Milán conocí a un profesor de Arquitectura que cada año traía a un grupo de estudiantes a Barcelona para estudiar el exitoso Eixample proyectado y puesto en marcha por Ildefons Cerdà i Sunyer (1815-1876) tras el derribo de las murallas que encorsetaban Barcelona (R.O. de 6 de octubre de 1854). Aprovechando los cambios políticos derivados de la primera huelga general española del 2 al 11 de julio de 1855, su pertenencia a la Milicia Nacional, su calidad de miembro –aunque fuera en excedencia– del colectivo del prestigioso Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y su implicación en la política, Cerdà pudo ver aprobado su proyecto de Reforma y Ensanche de Barcelona (R.D. de 31 mayo 1860), por razones de higiene, comodidad y ornato.

Cerdà colaboró en la puesta en ejecución de su Eixample como director facultativo de la sociedad Vidal, Babot, Parellada y Compañía, y vio como la cicatería de los propietarios del suelo desvirtuaba algunas de sus propuestas. Ya desde la corrección de 1863, se fue aumentando la edificabilidad, de manzanas abiertas se pasó a espacios cerrados, se suprimieron zonas verdes y de equipamientos y hasta una parte de las dos manzanas que se habían reservado para la Universidad Central.

Para que una ciudad prospere es necesario asegurar una buena movilidad

Pese a esto, el Eixample de Cerdà mantuvo su estructura básica permitiendo la movilidad entre Barcelona y las poblaciones de sus alrededores y pudo llegarse a lo que Joan Antoni Solans calificó de “los años decisivos del planeamiento de la metrópoli de Barcelona 1969-79” (edición del Muhba, 2022) y, sobre todo, al Plan General Metropolitano de Ordenación Urbana de 1976, comprendiendo a todos los municipios colindantes y enriqueciéndose con las compras masivas de espacios ocupados por industrias obsoletas llevadas a cabo por el alcalde Socías durante la Transición. Hay que recordar que todo ello no afectó la esencial movilidad del Eixample que, por cierto, se había visto incrementada con la construcción de la Via Laietana, comunicando la cuadrícula Cerdà con la zona portuaria (1926). Los Juegos Olímpicos y el 22@ tampoco interfirieron.

Para que una ciudad prospere, como ha sido el caso de Barcelona hasta hace poco, es necesario asegurar una buena movilidad para que la actividad económica no se resienta y esto es lo que desde el mandato municipal de Ada Colau se está viendo amenazado por la ideología antidesarrollista que los grupos municipales que comulgan con sus ideas está haciendo avanzar.

Es evidente que hoy hay problemas que en tiempos de Cerdà no estaban presentes como es el caso de la degradación medioambiental, pero la idea de Cerdà de que el centro de Barcelona debía tener la centralidad hacia otros municipios colindantes debería estar muy presente en las ideas antidesarrollistas del equipo Colau, cosa que no sucede cuando vemos los proyectos de supermanzanas, las restricciones circulatorias de la Via Laietana, el tranvía por la Diagonal y otras iniciativas que están matando el Eixample de Cerdà y, con ello, la fuerza económica de Barcelona.

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