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Catalunya: Investiduras que se resisten

En busca de un nuevo Govern

Aragonès se someterá el martes a una segunda votación para ser president, transcurridos ya 44 días desde las elecciones

Pujol, junto a Alavedra y Mas, tras ganar la investidura, en 1995 

Salvador Sansuán

Ser investido presidente de la Generalitat no es solo un honor y una gran responsabilidad, como dicen los elegidos. En los últimos años, es también un desafío estoico. Durante diez legislaturas, entre 1980 y 2015, el plazo medio de tiempo desde que se celebraban las elecciones al Parlament hasta que el president tomaba posesión del cargo estaba en torno a un mes. Pero los dos últimos presidentes se salieron de la gráfica por arriba: 105 días en el caso de Carles Puigdemont, en enero del 2015, y 144 días, Quim Torra, en mayo del 2018. Ambos casos son lo que en estadística se conoce como un outlier , un valor atípico, en el sentido de que no es consistente con el resto. Si se hiciera la media, habría que eliminar del análisis las dos últimas legislaturas.

Pere Aragonès les va a la zaga, aunque a gran distancia. El candidato de ERC no consiguió el viernes los votos necesarios para ser investido presidente y volverá a intentarlo el martes, en una segunda votación. Para entonces habrán transcurrido ya 44 días desde las elecciones del 14 de febrero. Pero si fracasa, dispone de margen para volver a intentarlo: la investidura fallida del viernes activó la cuenta atrás de dos meses, de manera que el 26 de mayo se convocarían de forma automática otras elecciones para 54 días después, es decir, en julio.

De momento, Aragonès es el presidenciable que menos respaldo ha obtenido en su investidura: 42 votos (33 de ERC y 9 de la CUP). Hay que remontarse a 1980, cuando Jordi Pujol cogió el relevo de Josep Tarradellas, para encontrar un candidato con tan poco respaldo: 43 votos tuvo Pujol en su primer intento, de los diputados que tenía CiU. En la segunda votación pudo sumar a Centristes de Catalunya-UCD y a ERC y alcanzó 75, una mayoría absoluta que Pujol mantuvo y en algún caso amplió otras tres legislaturas. En la quinta legislatura, en diciembre de 1995, el entonces president volvió a necesitar de una segunda votación para ser investido por mayoría simple (más votos a favor que en contra), ya que los 60 diputados de CiU en aquellas elecciones no eran suficientes para conseguirlo a la primera (cuando se requiere mayoría absoluta, que está en 68). En su sexta y última legislatura, un pacto con el PP le permitió ser elegido en la primera votación.

La pasada legislatura, Torra fue investido president tras fallar el intento de Puigdemont, de Sànchez y de Turull

Pasqual Maragall cogió el relevo como president gracias al acuerdo tripartito de PSC, ERC e ICV-EUiA que le garantizó 74 escaños en el 2003, por lo que la sesión de investidura discurrió sin sobresaltos. Maragall necesitó 30 días para recibir la medalla de president, en la primera votación, los mismos días que su sucesor, José Montilla, a quien el acuerdo tripartito de socialistas, republicanos y ecosocialistas dio un respaldo de 70 diputados en 2006.

En la novena legislatura, Artur Mas, que ya sabía de la legislatura anterior lo que era ganar y no poder gobernar, consiguió ser investido presidente en 2010 con el apoyo de los 62 diputados de CiU, pero necesitó una segunda votación, en la que las negociaciones políticas dieron fruto y los socialistas se abstuvieron. Dos años después, Mas convocó elecciones anticipadas y CiU se quedó con 50 escaños, pero revalidó el cargo con el apoyo de ERC.

A partir de las elecciones del 27 de septiembre del 2015, con el inicio de la XI legislatura, la política catalana vivió de sobresalto en sobresalto, con una legislatura que arrancó con Artur Mas como presidenciable, tras haber ganado las elecciones la candidatura de JxSí, pero que culminó con la investidura de Carles Puigdemont. Mas se sometió a dos votaciones, que perdió, y dio el paso al lado en favor de Puigdemont, que salió elegido con el apoyo de la CUP a la primera votación, el 10 de enero del 2016, transcurridos 105 días desde las elecciones del 27 de septiembre del año anterior.

Pujol necesitó una segunda votación para ser president en 1980 y en 1995; Mas, en el 2010, y Torra, en el 2018

Y si esa legislatura fue complicada, la siguiente da significado al término agonía en lo referente a la investidura del president. Tras las elecciones del 21 de diciembre de 2017, JxCat quiso investir de forma telemática a Puigdemont –ya en Bruselas–. El pleno fue convocado para el 30 de enero, pero el Tribunal Constitucional lo prohibió y fue aplazado, lo que abrió un tiempo muerto –para presentar los recursos legales– en el cómputo de los plazos para la investidura.

Fracasado el plan A de Puigdemont, el 12 de marzo se convocó el pleno de investidura de Jordi Sànchez –en prisión preventiva–, que también se aplazó antes de celebrarse. El 22 de marzo, se convocó un tercer pleno para la investidura de Jordi Turull, que solo obtuvo los votos de JxCat y ERC. Turull compareció ante el Tribunal Supremo y fue encarcelado antes de poder asistir a su segunda votación. Entonces llegó la opción de Torra, que fue investido president el 14 de mayo, en segunda votación, 144 días después de las elecciones.