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El difícil camino de vuelta de Juan Carlos I

Efeméride

El rey emérito cumple, fuera de España, el 45.º aniversario de su proclamación

El rey Juan Carlos, en una de sus apariciones públicas tras su abdicación, durante su estancia en Mallorca en la Semana Santa del 2018

JAIME REINA / AFP

Hace solo unos días, una de las personas que mantienen contacto habitual con el rey Juan Carlos I le preguntó cuándo pensaba volver a España y este, apesadumbrado, le contestó: “Pero, ¿hay alguien que quiera que vuelva?”. Hace 45 años, la pregunta que se hacía cuando, tras el fallecimiento de Francisco Franco, en dos días iba a ser proclamado rey era: “¿Me aceptarán los españoles”.

A esa cuestión le respondió Torcuato Fernández Miranda: “Todo dependerá de su primer discurso”. Ahora, la respuesta está en manos de la Zarzuela. El padre del Rey, aunque ni sus propios interlocutores tienen constancia del lugar exacto, lleva cuatro meses instalado en una residencia de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). No celebrará hoy el 45.º aniversario de su proclamación como Juan Carlos I, no lo hará en el trono, como siempre pensó, ni tan siquiera lo hará en España.

Hace algunos años, cuando ya empezaba a cuestionarse la opacidad de las cuentas de la Casa Real, el rey Juan Carlos dijo a uno de sus íntimos: “Si me quieren echar, que me echen, yo ya he hecho lo que tenía que hacer”. En aquellos días se enrabietaba cuando desde diferentes fuerzas políticas e incluso en la propia sociedad se cuestionaba la falta de transparencia de la Zarzuela y se le empezaban a pedir cuentas tanto de sus gastos como de sus actividades no oficiales.

Juan Carlos de Borbón y Borbón llevaba ya casi 30 años en el trono y, aunque en su vida privada gozaba de libertad de movimiento, nunca perdía de vista qué significaba y cuál era su papel constitucional. Todo se torció a los pocos años de la entrada del nuevo siglo, cuando sus aliados y compañeros en la dura tarea de consolidar la democracia en España empezaron a perder protagonismo y las nuevas generaciones, tanto de políticos como en la sociedad, y también los medios de comunicación dejaron de verle como el héroe del 23-F, y muchos ni tan siquiera recordaban que solo 25 años atrás España era una dictadura.

“Pero ¿hay alguien que quiera que vuelva?”, responde el rey emérito a quien se interesa por su regreso

El asunto se precipitó cuando una de sus habituales aventuras galantes acabó por interferir en su vida pública, arrastrándole a interpretar un papel con el que se degradó a sí mismo y acabó degradando a la Corona. A ese descontrol de su vida privada se fueron sumando las repetidas operaciones quirúrgicas por sus evidentes problemas de movilidad que, de alguna manera, eran el reflejo de su deterioro institucional.

El 3 de agosto del 2020, al padre del actual Rey de España, tras la presión social y del Gobierno por la aparición de informaciones que le atribuían una fortuna no declarada y de origen incierto, se le llevaban los demonios cuando tuvo que disfrazar de salida temporal lo que ya se está convirtiendo en un exilio sin fecha de retorno. Si aceptó dejar la Zarzuela y abandonar España, lo hizo pensando que hacía un último servicio a la Corona y temiendo que el huracán, que en parte él mismo había provocado, arrastrara a su hijo. Lo hizo pensando en volver, pero la realidad es que casi cuatro meses después sigue en el extranjero y sin billete de regreso.

Este domingo, 22 de noviembre del 2020, Juan Carlos I, al despertarse en la residencia de Abu Dabi en la que supuestamente continúa residiendo, recordará cual Aureliano Buendía otra mañana de hace 45 años cuando se levantó de la cama de la Zarzuela antes de que clareara. Si aquel día le desveló la incertidumbre de cómo la sociedad recibiría su primer mensaje como Rey ante las Cortes franquistas, ahora le desvela la incógnita de no saber cómo resolver una situación que lleva camino de eternizarse.

Juan Carlos lamenta que aparezcan datos sobre su supuesta fortuna cada vez que se plantea volver a España

En las últimas semanas, tras una temporada de relativa calma en la que el rey Juan Carlos empezó a negociar con su hijo Felipe VI el regreso temporal a España hasta, con toda seguridad, optar por una salida definitiva, han ido apareciendo nuevos datos sobre su presunta fortuna oculta. Algunos provienen de investigaciones judiciales que le vinculan con una cuenta opaca en la isla de Jersey, con la disposición de fondos de la Fundación Zagatka, propiedad de su pariente Álvaro de Orleans, y con la utilización de tarjetas a cargo de una cuenta donada por el millonario mexicano Allen Sanginés-Krause. Y otros, salen de informaciones periodísticas como la presunta donación, por parte del expresidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, de maletines con millones de euros en metálico, denunciada por un exiliado kazajo.

El rey Juan Carlos, ante los mismos amigos a los que anunció su posible regreso, negó hace unos días la veracidad de esas informaciones, alertando sobre la coincidencia de que aparezcan esas filtraciones cada vez que hace un amago de volver. Lo hará, pase lo que pase, si es requerido por los tribunales, y la Zarzuela espera que sea la justicia la que dirima sobre las responsabilidades del rey Juan Carlos. A su pregunta de “pero ¿alguien quiere que vuelva?”, se responde él mismo: no, ni la gente lo pide, ni el Gobierno está por la labor, y quien tiene la última palabra, el Rey, sin cuyo consentimiento el rey Juan Carlos no volverá a la Zarzuela, no considera que sea este el momento oportuno.

No solo porque avivaría una polémica que se intenta circunscribir a las conclusiones judiciales, sino, además, porque el otro gran problema es dónde ubicarlo si regresa a España.

Otros tiempos

El 22 de noviembre de 1975 el rey Juan Carlos, de 37 años, juró su cargo en la tarima colocada sobre la tribuna del Congreso, junto a la reina Sofía (38), vestida con un traje largo color carmesí, y sus hijos Felipe, Elena y Cristina, de 7, 12 y 10 años, respectivamente. Una imagen de continuidad que se repitió 38 años más tarde, el 19 de junio del 2014, cuando su hijo, de 48 años, fue proclamado Felipe VI, junto a la reina Letizia (42) y sus hijas Leonor (8) y Sofía (7). A la ceremonia de proclamación de Juan Carlos I asistieron unas 1.500 personas, contando los 533 procuradores en Cortes que ocuparon sus respectivos escaños. El Rey había recibido clases de un foniatra, pero los nervios y su tono monocorde no ayudaron. No fue un discurso vibrante, pero sí causó gran impacto su contenido. Mucho después, don Juan Carlos recordaba que de aquel día se quedó con dos gestos: el de satisfacción del joven procurador aragonés Gabriel Cisneros, que tres años más tarde se convertiría en uno de los padres de la Constitución, y la cara de pocos amigos de Antonio Girón de Velasco, presidente de la Hermandad de Excombatientes.