Pactos de la Moncloa de 1977: así éramos, así somos
El Reportaje
Vuelve la crisis y vuelve a hablarse de las recetas pasadas, pero tras 43 años ni la sociedad, ni la economía ni la política española se reconocen en el espejo
1977, la transición, qué tiempos…
El año de Star Wars… los pantalones de campana… las barbas frondosas… tarareando Sin ira libertad de Jarcha… Micky en Eurovisión con su Enséñame a cantar… Víctor Aleixandre en Estocolmo para recoger el premio Nobel de Literatura… Seat 127 y 128 arriba y abajo… o el accidente aéreo de Los Rodeos en Tenerife, el peor en España con 583 víctimas mortales.
¿Y hoy, en el 2020, qué nos queda?
El coche más vendido es aún un Seat, el León. Memories de Maroon 5 la canción número uno del día uno del mes uno. La pandemia de la Covid-19 ha obligado a cancelar/posponer el festival de la canción europea por antonomasia hasta el 2021, para pena de Blas Cantó. Se distingue en el horizonte un embudo de estrenos en los cines. Y… hoy por hoy aún no hay Nobel.
La España de entonces y la de ahora parecen dos Españas; dos sociedades que no se reconocen ante el espejo; dos economías que poco tienen que ver la una con la otra; escenarios políticos que hablan lo justo entre sí. Y es que, aunque las palabras van y vienen sobre las consecuencias económicas de la actual emergencia sanitaria y las obligaciones políticas a las que aboca, con los nuevos Pactos de la Moncloa como su plato estrella, toca preguntarse: ¿Hemos cambiado? ¿Mucho? ¿Quizá Demasiado? ¿Y esto no complicará las sinergias y los encuentros que sí se dieron por aquel entonces?
Los pactos políticos, económicos y sociales de la Moncloa se firmaron en 1977, hace más de 40 años, con el respaldo de la gobernante UCD, los socialistas, el PCE, Minoría Catalana y el PNV; Alianza Popular sólo apoyó la parte económica. Desde ese año mucho ha cambiado.
La España de ayer se mira hoy al espejo y ve a 10 millones más de habitantes que en 1977, en total 47. Personas que han pasado de tener una esperanza de vida de 74 a 83 años. Personas que cada vez son más urbanas, cada vez son más diversas –ya que ni recuerdan que en la transición los extranjeros residentes eran apenas unos 160.000 y ahora son alrededor de cinco millones– y a las que les resulta cada vez más difícil el imaginar vivir con una televisión de sólo dos canales, los dos públicos, La 1 y La 2, frente a una oferta que suma y suma nuevos, públicos y privados; también cientos de radios, cientos de diarios y cientos de –he aquí la gran novedad– digitales.
El espejo de 1977 ve sobre todo a jóvenes de unos 170 centímetros de altura de media –que en la actualidad llegan a 175. Aunque hoy son más los adultos que los jóvenes. Quizá porque el índice de fecundidad también ha pasado de 2,65 hijos por mujer a apenas 1,3 –para pánico del que ya grita ‘¡llega la crisis demográfica!’ O quizá porque cada vez hay menos casados, y los que lo son se han casado más sobre la treintena que no sobre la veintena como antes. (Y eso que el divorcio, un posible atenuante, no fue de nuevo legal hasta 1981 desde los años de la Segunda República.) O quizá porque los anticonceptivos ya no son un delito. O quizá, también, porque ahora la gente estudia más y más tiempo: en la transición ni el 2% de la población tenía estudios superiores y en el 2020 decoran su casa con una orla el 30%. Por no hablar de la población analfabeta, que en la transición eran alrededor del 9% de la población mientras hoy lo es poco más del 1%.
Y es que ni siquiera el fútbol es lo que era. Ahora que vive asustado por su futuro entre ligas congeladas por la Covid-19, con el FC Barcelona y Real Madrid como grandes entre los grandes, apenas recuerda que en 1977 ganaba la Liga el Atlético de Madrid, a un punto del Barça, con el Athletic Club de Bilbao tercero ¡y el club merengue noveno!
Vale, ¿y de la economía, qué?
Pero hablábamos de los Pactos de la Moncloa. De la unidad parlamentaria sin precedentes ni apenas distinciones políticas desde la izquierda a la derecha. Y todo para hacer un frente común y un ajuste común a una galopante crisis en la economía en plena transición de la dictadura a la democracia.
Hoy todo es por el coronavirus. Ayer todo empezó por el petróleo.
Si miramos por el retrovisor vemos que la culpable de la crisis en 1977 fue la subida del precio del crudo en un país, hasta hace poco, cerrado en sí mismo y que importaba la energía en más de un 60%. Para los que tienen memoria: en esos años de transición, la inflación estaba desbocada, era de más del 26% –mientras en Alemania apenas veía el 3%. De ahí el pacto para limitar el auge salarial en 1978 al 22%, la inflación prevista. Y todo ello pese a que los precios vistos hoy nos suenen lejanos: La Vanguardia se vendía a 15 pesetas (0.09 euros), un piso de dos habitaciones estándar por unos 15.000 euros. ¿Cuánto suponía del salario? Para hacerse una idea, el salario mínimo ha pasado de ser de unos 80 euros en 1977 (tras subir un 27% ese año, la mayor subida histórica hasta la aprobada en el 2018) a los 950 euros vigentes hoy.
Pero es que, es más, incluso se ha cambiado cómo se vive. La cifra de quienes lo hacen en alquiler se ha dividido por tres y crecen, mucho, los que tienen segundas residencias. La mayoría, más de un 80%, es propietario de su primera vivienda. Quién sabe si porque los tipos de interés estaban en 1977 por encima del 20% y hoy incluso son negativos.
La deuda pública sobre el PIB, a su vez, osciló entre el 7,3 y el 13%. Desde entonces no ha hecho más que aumentar. Aún hoy rozamos el 100%. Pero, importante: ya en Europa y en el euro y cuando ahora el Banco Central Europeo ha dicho ‘¡todos a gastar!’. Frankfurt imprimirá lo necesario. En su día se optó por devaluar la peseta española.
Además, el contexto tampoco es el mismo. En este tiempo el país ha crecido de manera ininterrumpida incluso si se mira –como repiten los economistas– por paridad de poder de compra; eliminando el problema de las diferencias de precios entre el antes y el hoy. España no se ha acercado en PIB per capita a los líderes europeos –salvo a Italia–, pero en general ha mejorado su posición cuando no alejado de vecinos como –por ejemplo– Portugal.
En el 2020 llega, eso sí, y como en la transición, el drama del desempleo. Pero con diferencias. El coronavirus amenaza con hacer de los transitorios Expedientes de Regulación Temporal de Empleos –un alud en las últimas semanas– una realidad sin la ‘t’, cuando poco antes de la pandemia el paro ya era de entre el 12-13%, repartido por casi todas las franjas de edad. A finales de 1977, en cambio, era del 5,73% y sobre todo un asunto que les atañía a los más jóvenes. En Moncloa también se acordó el despido libre de un máximo del 5% de las plantillas. El derecho de huelga se aprobó en 1977.
Porque el trabajo, además, tampoco era el mismo. La distribución por sectores entre el sector agrícola, el industrial y los servicios (con el turismo ya por aquel entonces como una fuente importante de divisas) mantenía, en 1977, una relevante cuota en los dos primeros. En este 2020 vemos cómo la mayoría trabaja en el sector servicios, precisamente el principal afectado por la paralización del país por el coronavirus.
Aunque, es más, la economía del país hoy mira al extranjero. Y más tras la crisis del 2008. Las exportaciones representan sobre el 24% del PIB, muy lejos del 7% que representaban en 1977. Ahora se confía en que la epidemia no cambie la dinámica. Por ejemplo, por las consecuencias del cierre actual sin fecha de caducidad de las fronteras.
La política suma nuevos colores
Otra cuestión es la política. Porque la economía no es la misma que entonces. Hay más recursos... es más compleja… somos más interdependientes... Europa nos guía… y los números crecen sin parar, en todos los sentidos. También los que llaman a la crisis. La salida en 1977 fue una foto en la Moncloa; hablar y pactar. Políticas que dieron unidad en la respuesta. Algunas criticadas en las calles. Otras largo tiempo esperadas. Todas ellas respondiendo a lo que los datos y tiempos decían.
Hoy volvemos a ello.
Y sigue la Moncloa.
Y sigue el Congreso.
Ahora con libertad de prensa, expresión, reunión y asociación.
Y los datos dicen que en este tiempo se ha mantenido un número de candidaturas más o menos estable en las elecciones a la Cámara baja, unas 700, salvo por picos como el del 2008 con más de 1100. Y los datos dicen que, en este tiempo, los grupos parlamentarios también son más o menos estables en su número (en 1977 ocho grupos parlamentarios, hoy 10). Pero si en aquel entonces era el Partido Comunista, legalizado muy poco antes, la principal nota de color-conflicto-dilema, hoy se ve en la vuelta de la extrema derecha en un volumen ni previsto ni imaginado.
Y tampoco las palabras son las mismas.
Y es que el 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones libres tras el franquismo. La mayoría de edad para votar era de 21 años; en el 2020 lo es de 18. Votó sobre el 80% de la población. Y, mayoritariamente, a la UCD de Adolfo Suárez. Pero ese mismo año también hubo la matanza de los sindicalistas de Atocha a manos de la extrema derecha. Varios atentados y asesinatos. Y se aprobó la ley de amnistía.
Por eso, más allá, es que incluso la imagen política de entonces es muy diferente a la de hoy. La edad media del Gobierno y del Parlamento, el número de mujeres y hombres en ambos, por no hablar de la moda y las palabras, han cambiado. Es ver la foto del Gobierno de Suárez y el actual de Pedro Sánchez y no reconocerse mutuamente. Es ver hoy un ejecutivo con dos partidos, el primero de coalición. Es distinguir un Legislativo de 1977 con apenas 21 mujeres sobre 350 diputados cuando hoy son sobre el 44%.
Pero es que estos tampoco gestionan lo mismo. En gran medida por lo acordado en los Pactos de la Moncloa. Y es que, en la transición, se aprueba la ley que introduce el impuesto al lujo, el delito fiscal, el levantamiento del secreto bancario, el impuesto sobre el patrimonio, el IRPF como Impuesto de Sociedades, el IVA, los impuestos especiales… La presión fiscal y los ingresos del Estado han crecido. Eran sobre el 20% del PIB en 1977. Son algo menos del 35% en los últimos años. Lo que también tiene su correspondencia en el gasto público: es de algo más del 40% del total del PIB, lejos, sí, del más del 50% de Grecia, Francia, Bélgica, Dinamarca o Finlandia, pero más lejos aún del año 1977 cuando apenas era de entre un 10 y 15%.
Es así que se gestiona un país que incluso se ve diferente en los mapas. En 1977 todavía se venía de una España ‘de provincias’. No existían las 17 comunidades autónomas y dos ciudades autónomas actuales. Tampoco sus legislaciones, que hoy suman lo local, autonómico, estatal y europeo hasta hacer un total de unas 100.000 leyes vigentes. Por no decir que incluso ha cambiado la lengua en la que nos comunicamos con la Administración: en el 2020 el castellano es la lengua oficial, pero hay otras cooficiales, como el gallego, euskera, catalán o aranés.
Aún más relevante es que el porcentaje de voto de los dos principales partidos cae ahora en picado. Con poco menos del 50% de los votos y 60% de los escaños respecto al 80% de los escaños y sobre el 65% de votos en 1977. Es el adiós al bipartidismo que gobernó España desde la transición. Es el momento de los pactos, y no por voluntad, sino por necesidad.
Hoy la política ya no habla ni se ve ni piensa igual que cuando los Pactos de la Moncloa de 1977. La sociedad también es más plural y la economía más rica y compleja. Porque ahora todo es más complejo. Ahora que una crisis asoma de nuevo, y que vuelven a ponerse sobre la mesa los modelos del pasado, todos hablan del diálogo. Hasta el momento cada uno dialoga para sí. El siguiente paso se verá en el Congreso de los Diputados, o en cada una de las comunidades autónomas...