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Alarma en el cine por el efecto embudo en los estrenos

La cultura ante el coronavirus

Productores, distribuidores y exhibidores tratan de coordinarse y claman por medidas del Gobierno como las adoptadas en otros países europeos

Tres películas aplazadas para estrenar a partir del otoño

Diseño LV

Mientras películas y series de todo tipo se consumen como nunca en los hogares de miles de millones de personas, la angustia de quienes viven del cine no deja de aumentar. Productores, distribuidores y exhibidores no sólo sufren por el parón absoluto y de incierta duración causado por la pandemia sino también por la perspectiva de una enorme acumulación de estrenos que, por un previsible efecto embudo, puede convertir la reapertura de los cines en una masacre competitiva donde los más modestos llevan todas las de perder.

El cierre de salas durante dos o más de tres meses significa que unos 150 estrenos pueden quedar para otoño e invierno, donde se juntarán con los ya previstos para esas fechas

En España se estrenan cada fin de semana “un promedio de entre 15 y 18 películas”, señala el presidente de la Asociación de Distribuidores Independientes de Cine, Adicine, Miguel Morales. Teniendo en cuenta que el cierre de las salas va a prolongarse entre 9 y 14 semanas, “hablamos de unos 150 estrenos frustrados, de los cuales algunos caerán y otros se aplazarán” hasta el otoño o el inviernos próximos.

Operación Camarón , comedia de Carlos Therón protagonizada por Julián López y Natalia de Molina, iba a ser el gran taquillazo del cine español a las puertas de la primavera cuando el 6 de marzo, una semana antes del estreno, Telecinco anunció su aplazamiento hasta el 11 de setiembre. Ya de entrada, en esa fecha se supone que la película coincidiría con la estadounidense Let him go, protagonizada por Kevin Costner, y con la también española Malnazidos, filme de terror con Aura Garrido y Miki Esparbé.

Películas como ‘Resistencia’, ‘Pinocho’ o ‘El inconveniente’, ni siquiera tienen nueva fecha de estreno

Pero aún es pronto para saber con cuántas cintas más puede competir Therón si es que él y todos los demás no se ve forzados a otro aplazamiento. Hollywood y la industria europea tienen cientos de estrenos congelados, sin nuevo día de estreno o bien con una fecha poco realista.

La británica Resistencia, con Jesse Eisenberg, así como la italiana Pinocho, de Mateo Garrone con Roberto Benigni, o la española El inconveniente, de Bernabé Rico con Juan Acosta, son de las que no tienen nueva fecha, mientras que la Warner tal vez peca de optimismo al haber movido de marzo al próximo 14 de agosto la esperada Wonder Woman 1984.

‘Mulan’, ‘Wonder Woman 1984’, ‘Sin tiempo para morir’ o ‘Fast and Furious’ se han postergado entre unos pocos meses y casi un año

Y la adaptación de Disney de la historia de la guerrera china Mulan se pospuso con aparente candidez del 27 de marzo pasado al 24 de julio, pero sólo porque los estudios cifran sus mayores expectativas en el mercado chino.

Sin tiempo para morir, lo nuevo de James Bond, fue uno de los primeros superestrenos postergados –del 2 de abril al 12 de noviembre– y a partir de entonces las moratorias se sucedieron sin parar, con tendencia a un retraso creciente en las fechas en vista de la evolución de la epidemia en Estados Unidos. Así, Fast and Fourious ha pasado del 22 mayo 2020 al 2 de abril del 2021.

El sector cuenta en España con “unos 150 estrenos frustrados, de los cuales algunos caerán y otros se aplazarán”

En España se estrenan cada fin de semana “una media de entre 15 y 18 películas”, señala el presidente de la Asociación de Distribuidores Independientes de Cine, Adicine, Miguel Morales. Teniendo en cuenta que el cierre de las salas va a prolongarse entre 9 y 14 semanas, “hablamos de unos 150 estrenos frustrados, de los cuales algunos caerán y otros se aplazarán” hasta el otoño, el inviernos o la primavera próximos.

Los estrenos que sobrevivan y se aplacen se juntarán con muchos estrenos previstos para las mismas fechas. “El embudo será tremendo”, señala el realizador y presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso. La oferta superará con creces la oferta y es de suponer que los grandes perdedores serán los empresarios, artistas y técnicos implicados en los filmes más modestos.

El cúmulo de estrenos amenaza con hinchar en exceso la oferta y causar una masacre

También hay que considerar los miles de rodajes paralizados en todo el mundo (en España son 300 de toda clase, entre ellos 32 largometrajes). Ese frenazo en las producciones abrirá huecos en las carteleras, pero parece muy complicado contar con ellos para reordenar las programaciones a conveniencia de todos: primero por la necesidad imperiosa de hacer caja que todos los inversores tendrán para cuando se restablezca (siquiera relativamente) la normalidad, y además por la hegemonía que siempre ejerce Hollywood, cuyas compañías imponen sus fechas de estreno a escala internacional y cuyos títulos son un aliciente necesario para todas esa parte finalista de la distribución local independiente y los exhibidores.

A partir de estas formulaciones de lógica aritmética, todo son incertidumbres. Por ejemplo: “No sabemos cuándo terminará la pandemia en Estados Unidos, donde los grandes estudios tal vez no quieran estrenar hasta que la recuperación sea completa y sepan que la gente volverá al cine en masa”, indica Adolfo Blanco, fundador y socio principal de la distribuidora A Contracorriente, que a su vez controla los cines Verdi. Eso por no hablar de cuántas salas podrán siquiera reabrir si las restricciones o los miedos por la epidemia retrasan la esperada reanimación más allá de mayo o junio.

A partir de las formulaciones de lógica aritmética, todo son incertidumbres, pues por ejemplo “no sabemos cuándo terminará la pandemia en Estados Unidos”

Blanco creó hace unos días la plataforma “Sala virtual de cine”, abierta a otros operadores y concebida para dar salida online, bajo pago por visión en streaming, a los estrenos previstos para estos meses en salas. Más de 80 empresas de cine se han adherido a esa herramienta. Pero el sistema no sirve para una inmensa mayoría de películas españolas acogidas a unas ayudas del Estado que se condicionan al estreno en al menos 40 salas, y durante un periodo de ventana de 16 semanas, antes de pasar a otros circuitos.

Una parte de los productores, a través de varias de las asociaciones que los representan, han pedido al Ministerio de Cultura que flexibilice o levante los condicionamientos que impiden el estreno online de películas que no han pasado por las salas. “Esta y otras regulaciones tratan de defender el cine español frente a las plataformas y los gigantes de Hollywood, pero ahora que nos enfrentamos a un embudo de estrenos pueden tener el efecto contrario”, aduce el presidente del Club Europeo de Productores, el español Álvaro Longoria.

En Francia, Italia o Polonia ya se han tomado medidas para facilitar los estrenos online, destaca el presidente del Club Europeo de Productores

Añade Longoria que “en otros países europeos como Francia, Italia y Polonia ya se han tomado medidas de flexibilización para facilitar los estrenos online” provisionalmente. Pero aquí el Gobierno se lo está pensando. Además, “muchas películas necesitan la sala, otras no tienen un acuerdo con las plataformas y para las más humildes el streaming no es solución”, precisa Barroso. “Hay mucho debate” al respecto, constata.

El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, decepcionó el martes al sector cuando, tras una reunión de intercambio informativo y buenas palabras el lunes, afirmó: “Como dijo Orson Welles, primero va la vida y después el cine”. Es decir, no habrá medidas concretas para el sector mientras no se ponga fin a la crisis sanitaria.

O la situación se desbloquea pronto o la hemos liado”

Álvaro LongoriaPresidente del Club Europeo de Productores

Uribes no respondió a la pregunta de por qué en otros países europeos sí hay ya ayudas específicas al sector y aquí no. Además, algunas de las soluciones que se le piden “no son económicas sino de regulación”, coincidían ayer Longoria y Morales.

Los representantes de las distintas áreas de la industria oscilan entre la prudencia, porque “hay que dar un margen de confianza al ministro”, y el agobio creciente. “Habría que fijarse en las decisiones ya en marcha en otros países”, insiste Morales en nombre de las distribuidoras. Y opina que si la Administración española no hace nada en un plazo razonable, “habrá que exigir que no nos abandone”.

En vez de lamentarnos, debemos idear medidas que no incluyan sólo incluyan al Gobierno”

Mariano BarrosoDirector y presidente de la Academia de Cine

En la misma línea, Longoría avisa de que “o la situación se desbloquea pronto o la hemos liado”. Y en idéntico sentido pero con ironía Blanco comenta que en el Ministerio “deben de estar reflexionando mucho”, pues “por ahora no parece que haya habido mucho movimiento”. La paciencia va a menos.

Para paliar los efectos del probable atasco de estrenos, los productores, los distribuidores y los empresarios de salas de cine no sólo buscan respuestas del Gobierno; también tratan de coordinarse entre ellos. “Tenemos que afrontar el problema entre todos”, afirma Blanco y los otros coinciden. “No podemos quedarnos en la parálisis e instalarnos en el lamento. Hay que ir pensando en soluciones sin incluir únicamente al Estado, que se va a quedar sin un euro”, sentencia Barroso.

Peticiones de dimisión

En otros medios de la cultura, incluido el propio cine, la comparecencia en la que el ministro descartó el martes ayudas específicas al sector ha caído como una. La Academia Catalana de la Música, que agrupa a 40 entidades representativas de 90.000 personas, pidió al presidente Pedro Sánchez el “cese inmediato” de Uribes por su “menosprecio”.

La entidad catalana rechazó los argumentos relativos a la posibilidad de acogerse a ayudas generales porque, debido a la “falta de regulaciones adecuadas y de desarrollo del Estatuto del Artista”, los músicos y otros creadores no tienen tal opción.

Otras organizaciones de artistas criticaron la “inacción” del ministro y le reclamaron “medidas urgentes” para frenar la crítica “deriva” que para un colectivo de unas 700.000 –según la Unión de Actores y Actrices– está tomando la crisis por la epidemia de coronavirus.

Endiablado calendario de festivales

El probable embudo de estrenos no es la única preocupación en la industria del cine. Otro motivo de inquietud es de las incertezas sobre el calendario de festivales internacionales: por este orden, los de Cannes, Venecia, Toronto y San Sebastián. Todos ellos penden de un hilo.

La organización del Festival de Cannes tardó lo suyo en asumir que no podía celebrar el certamen en las fechas previstas, del 12 al 23 de mayo. Había y hay mucho en juego. Ahora, los directivos del festival francés descartan un festival virtual y confían en celebrarlo físicamente, como siempre, entre finales de junio y primeros de julio. A nadie se le escapa que no es fácil.

Los organizadores de Cannes descartan un festival virtual y confían en celebrar el certamen en junio o julio, lo que no parece fácil

Pero elegir una fecha posterior para Cannes, si agosto sigue considerando el mes de vacaciones por excelencia, sería muy comprometido. Porque la Palma de Oro siempre se otorga antes que el León de Oro de la Mostra, previsto para los primeros días de setiembre.

El itinerario no sólo tiene una vertiente competitiva delicada por motivos económicos relacionados con el turismo e incluso con la historia sino que marca las previsiones de toda la industria. Pues el mercado de Cannes es una reunión crucial para la compraventa de películas.

Las citas internacionales del cine componen un sistema difícil de reordenar

En setiembre, además, Venecia (días 2 al 12) termina cuando ya Toronto (del 10 al 20) ha comenzado y este último certamen se solapa con el de San Sebastián (18 al 26). Es decir, todo ese mes ya está copado.

¿Podría darse un corrimiento de todo el calendario? No sería ya lo mismo. Los festivales de cine nacieron en parte para prolongar la temporada de verano. Aunque también es cierto que esos eran otros tiempos. Y que los esquemas anteriores a la pandemia, os del cine y más allá, pueden saltar por los aires.

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