PSOE y Unidas Podemos salen bien librados de otro 8-M multitudinario

El día internacional de la Mujer

Calvo reivindica “42 años de feminismo” y Montero alaba a “las que vinieron antes”

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Fernando Grande-Marlaska, Carmen Calvo, Carolina Darias, Arancha González y Begoña Gómez,en la marcha madrileña del 8-M

Emilia Gutiérrez

El PSOE y Unidas Podemos han salido con bien de un 8-M que venía contaminado por la polémica política desencadenada por la accidentada aprobación en Consejo de Ministros de la ley contra la Violencia Sexual. No obstante el ruido político y a pesar del temor a la pandemia de coronavirus, el 8-M volvió a ser multitudinario en Madrid, Barcelona y medio centenar más de ciudades españolas. Compartir Gobierno no ha hecho a PSOE y Podemos cambiar su hábito de manifestarse tras las pancartas de sus propias formaciones políticas, de modo que la vicepresidenta Carmen Calvo encabezaba la manifestación de los socialistas, acompañada de la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, y de la ministra de Exteriores, Arancha González, el de Interior, Fernando Grande Marlaska, la de Educación, Isabel Celaá, la de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, la de Política Territorial, Carolina Darias y la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. Tras la pancarta de Podemos –que rezaba “Unidas, libres y feministas”–, junto a la ministra de Igualdad, Irene Montero, estaban otras dirigentes moradas y del Gobierno de coalición, como Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer, Victoria Rosell, delegada del Gobierno para la Violencia Machista, la diputada Sofía Castañón o la eurodiputada Idoia Villanueva. Sin dejarse en la primera línea de las pancartas, también acudieron el vicepresidente de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, y el ministro de Consumo, Alberto Garzón.

Tanto Carmen Calvo como Irene Montero coincidieron ante la prensa en hacer hincapié en el camino andado por el feminismo a lo largo de su historia y en los avances logrados por quienes las precedieron. Mientras que la vicepresidenta aludió a “los 42 años de feminismo socialista”, y recordaba que “algunas llevamos muchos años en el 8-M: cuando apenas nadie sabía qué significaba, cuando no había grandes manifestaciones, cuando muchos no sabían lo que significaba, ya estábamos”, la ministra del ramo aludía a la memoria de las que las precedieron: “La memoria y las mujeres que han venido antes nos enseñan que es juntas como se pueden conquistar derechos”, y por eso reclamó una “gran alianza feminista”.

Regreso

El PP esta vez acudió a la marcha sin pancarta y reclamó “un feminismo sin etiquetas”

Acompañados de otras organizaciones sociales, sindicales y políticas, así como de decenas de colectivos feministas, PSOE y Unidas Podemos capitalizaban así el éxito del 8-M, mientras algunas políticas del PP, como Ana Pastor y Cuca Gamarra, se manifestaban sin pancarta propia por un feminismo “sin etiquetas”, y las representantes de Ciudadanos eran expulsadas por un grupo de mujeres que les reprochaban sus alianzas con Vox. La vicealcadesa de Madrid, Begoña Villacís, acompañada por la portavoz de la gestora de Ciudadanos, Lorena Roldán, la diputada Sara Giménez y la consejera de Cultura de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, tildó de “déspotas”, “intolerantes” y “agresivas” a las mujeres que las obligaron a dejar la marcha.

El mensaje antifascista fue, en todo caso, mantra repetido por las participantes en las diversas manifestaciones. En la manifestación de Barcelona, la secretaria general adjunta de Esquerra, Marta Vilalta, unía la causa feminista al republicanismo –“van de la mano”– mientras la diputada de JxCat Elsa Artadi advertía contra el fascismo “que quiere poner en riesgo los avances que han hecho las mujeres”. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, animaba a participar en los actos del 8-M elogiando la “diversidad” racial, cultural y sexual englobada en el movimiento feminista.

Expulsados

La delegación de Cs tuvo que dejar la marcha, increpada por un grupo de feministas

Tal y como había anunciado, el partido ultraderechista Vox, no acudió, pero sí lo hizo uno de sus afiliados, Bertrand Ndongo, quien tras criticar a las feministas que lo increpaban con gritos antifascistas, intentó abordar a la ministra Irene Monero. La policía lo evitó. “Sólo quería hablar con ella”, protestó, convencido, dijo después, de que “el feminismo es odio y nada más”.

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