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El PSOE y Unidas Podemos fijan un protocolo que limite las discrepancias

El nuevo escenario

Ambos grupos parlamentarios establecen los términos de una coalición duradera

“El dolor viene después”.El Rey ironizó con esta frase con Pedro Sánchez en la Zarzuela, después de que el líder del PSOE prometiera el cargo como presidente del Gobierno

Juan Carlos Hidalgo / EFE

El gobierno de coalición hace patente su vocación de estabilidad. PSOE y Unidas Podemos han pactado un protocolo de funcionamiento y coordinación que no sólo trata de que no haya notas desafinadas en el funcionamiento de ambos en el ejecutivo y en las Cortes sino que incluso establece la pervivencia de la coalición actual en el ejecutivo, en sus términos y proporciones, para el caso de que el presidente Pedro Sánchez decida afrontar una remodelación del Consejo de Ministros. Y crea planes de contingencia para las discrepancias políticas.

La hipótesis de que la coalición acordada por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias el 11 de noviembre –y refrendada por ambos públicamente al día siguiente en el Congreso de los Diputados– nacía en unas condiciones de hostilidad ambiental tales que potencialmente tenía mayores posibilidades de éxito y mejores condiciones de estabilidad que su predecesora non nata de julio ha ido tomando cuerpo. La insólita agresividad de los tres partidos del bloque de la derecha, PP, Vox y Ciudadanos, durante la sesión de investidura viene a refrendar esa impresión: cuando los ejércitos acampan rodeando la ciudadela y organizan rudos cánticos nocturnos celebrando la futura conquista, intramuros prende la cohesión solidaria.

Dos foros

Habrá dos órganos de coordinación, uno en el ejecutivo y otro entre grupos parlamentarios

La iniciativa de un “protocolo de funcionamiento, coordinación, desarrollo y seguimiento del acuerdo de gobierno progresista de coalición” –tal es el nombre del documento– partió del grupo socialista y, sin grandes obstáculos, ha sido suscrito por sus socios de Unidas Podemos. No es extraño que socialistas y morados firmen un documento de esta naturaleza: después de un cortejo tan accidentado, la vocación de permanecer juntos no parece suficiente reaseguro para un matrimonio con tantos enemigos, de modo que estas capitulaciones matrimoniales para la coalición no sólo ponen negro sobre blanco el propósito de una convivencia armoniosa, sino que establecen planes de contingencia para el caso de indeseados incidentes y porfías.

Atados a la hoja de ruta

El pacto fija una acción coordinada para todas las iniciativas incluidas en el programa pactado

Además de unos principios fundamentales de “lealtad, coordinación, corresponsabilidad y estabilidad”, el documento establece que antes de un mes se creará un órgano de coordinación llamado mesa permanente, cuya misión será revisar el funcionamiento de la coalición y el cumplimiento de los objetivos recogidos en el acuerdo de programa así como procurar el máximo consenso en las posiciones políticas. La mesa permanente tendrá diez miembros: dos representantes de la presidencia, dos de la vicepresidencia primera, dos de la segunda, un representante de la secretaría de Estado de comunicación, otro de la oficina de comunicación de la vicepresidencia segunda, y un miembro de cada grupo parlamentario. Este será el foro donde se pondrá en común la agenda de los miembros del gobierno y se discutirán las eventuales discrepancias sobre el desarrollo del programa y su calendario.

Disensos

En caso de no poder reconducir una discrepancia, evitarán erosionar al ejecutivo

El documento sujeta a los grupos a la unidad de acción respecto a cualquier medida que forme parte del programa conjunto, tanto en el Congreso y el Senado como en el Parlamento Europeo, y respecto a las iniciativas políticas de los socios o de terceros no incluidas en el programa de coalición, pero consideradas de amplio alcance político, PSOE y Unidas Podemos se comprometen a dirimir sus diferencias en el seno de la mesa de seguimiento y, en todo caso, evitar posicionamientos abiertamente contradictorios.

También se establecen pautas para que haya coordinación previa de las enmiendas presupuestarias y de las preguntas dirigidas al gobierno en sesión de control. Es decir, el objetivo es que ambas formaciones puedan mantener perfil político propio en asuntos que desborden el marco del acuerdo programático sin que ello comprometa la imagen de cohesión de la coalición. Este funcionamiento tendrá un órgano propio, al margen de la mesa permanente, en las Cortes, una comisión de seguimiento parlamentario formada por cinco miembros de cada uno de los dos grupos. Y habrá también una coordinación de comunicación ministerial alrededor de la secretaría de Estado de comunicación, que informará a su vez a los servicios de comunicación del Partido Socialista y de Unidas Podemos.

Protocolos

El pacto atañe a las iniciativas legislativas, sesiones de control y presupuestos

En cuanto al protocolo para la gestión de la discrepancia política, se dirimirán en la mesa permanente las que afecten al cumplimiento del programa acordado y en la comisión de seguimiento parlamentario las que atañan a cuestiones no incluidas en la hoja de ruta pactada por la coalición. Si las discrepancias fueran irresolubles, dice el acuerdo, se debatirá en el seno de estos órganos cómo se materializarán tanto en sede parlamentaria como en la comunicación pública para “evitar la erosión del gobierno”.

Uno de los asuntos más elocuentes de la vocación de estabilidad política que este documento quiere proporcionar a los coaligados es el punto 19 del documento, que alude a la crisis de gobierno: “En caso de reestructuración del gobierno durante la legislatura, se mantendrá el número de áreas gestionadas por el PSOE y Unidas Podemos y su peso relativo en el conjunto del gobierno en los términos acordados al inicio de la coalición”. Esto descarta las soluciones de provisionalidad con las que se especuló a modo de globo sonda el pasado verano, que implicaban una vigencia provisional de la coalición, que podría ser suspendida en caso de no ser operativa. Dicho de otro modo, el documento es un pacto para evitar dolores de cabeza y malentendidos.

El propio Sánchez es muy consciente de que afronta un escenario de gran complejidad, sustentado por una mayoría parlamentaria ajustadísima y con un ejecutivo que por vez primera será de coalición, entre dos partidos, el PSOE y Unidas Podemos, cuyas relaciones han estado presididas hasta fecha muy reciente por la desconfianza, cuando no por una abierta hostilidad.

El documento se diría una salvaguarda para el vaticinio irónico que el Rey le lanzó ayer a Pedro Sánchez, cuando este prometió el cargo de presidente del Gobierno ante el Monarca. El Rey puso ayer el dedo en la llaga. “Ocho meses para diez segundos”, bromeó el líder del PSOE sobre lo fugaz del acto protocolario, después de haberse desesperado durante ocho largos meses en funciones esperando que llegara este momento. “Ha sido rápido, simple y sin dolor”, corroboró Felipe VI. “El dolor viene después”, ironizó el Monarca. Siempre hay presagios sarcásticos en el banquete de bodas.

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