El socialismo arriesga su victoria más estéril
Claves electorales
El clima electoral sugiere que el PSOE será primera fuerza el 26-M, pero también que la izquierda sólo retendría la mayoría en Asturias
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El desenlace electoral de Andalucía ha convertido las encuestas en unos oráculos de dudosa fiabilidad. La incapacidad de predecir la eclosión de Vox y el derrumbe de la izquierda en los comicios andaluces podría repetirse en los pronósticos para las elecciones autonómicas del 26 de mayo.
Sin embargo, las dificultades para elaborar una predicción fiable podrían llevar también a sobrevalorar el voto a Vox. Al tratarse de un partido sin referentes históricos es mucho más difícil estimar su voto real, como ya ocurrió con Podemos tras su irrupción en las elecciones europeas del 2014.
PP y Cs necesitarían en todos los casos los votos de Vox para sumar más actas que la izquierda
Eso sí, los comicios andaluces revelaron algunas pautas que pueden ser útiles para diseñar futuros escenarios electorales. En primer lugar, el voto a la ultraderecha procede sobre todo del espacio que venía ocupando hasta ahora el centroderecha (PP, Cs, UPyD y otros grupos minoritarios). Buena prueba de ello sería que el sufragio conjunto de populares, Ciudadanos y ultras el 2 de diciembre en Andalucía fue muy inferior al cosechado por el centroderecha en las elecciones generales del 2016 y casi idéntico al de su récord autonómico de los comicios del 2012.
En segundo lugar, la mayoría absoluta del centro y la derecha en el Parlamento andaluz nace de la paralela desmovilización del electorado de izquierda (que perdió medio millón de votantes con respecto a las elecciones generales del 2016 y casi 700.000 con relación a las autonómicas del 2015). Esa desmovilización, no obstante, es un factor variable cuando se extrapola a otros escenarios (autonómicos o estatales). Y en tercer lugar, los comicios andaluces dibujaron una nueva correlación interna del electorado del centro a la derecha entre PP, Cs y Vox, pero también del de izquierda y centroizquierda, entre PSOE y Podemos.
Castilla-La Mancha y Extremadura dibujan mayorías alternativas de PSOE y Ciudadanos
A la luz de esas pautas, es posible construir un vaticinio para las próximas elecciones autonómicas tomando como base los resultados territoriales de las elecciones legislativas del 2016. La razón principal es que esos comicios reflejaron también una simultánea movilización del centroderecha (que sumó 200.000 sufragios a su resultado del 2015) y una enorme desmovilización de la izquierda (que extravió más de un millón de votos con respecto a los comicios precedentes). Sobre esa base y aplicando la nueva correlación de voto a derecha e izquierda, estas son las proyecciones para el 26-M en las seis comunidades autónomas que ahora gobierna la izquierda.
Asturias. El Principado es la única autonomía donde la izquierda tiene opciones de mantenerse en el poder con los resultados del 2016. La ventaja del PSOE y Podemos sería mínima (un escaño de margen frente a PP, Cs y Vox), aunque tampoco sería posible ninguna mayoría alternativa, ya que una eventual entente entre socialistas y Cs no sumaría la mitad más uno de la Cámara.
B aleares. La holgada mayoría que reunieron la izquierda y los nacionalistas en el 2015 en la comunidad de Baleares se vendría abajo con los resultados del 2016. Las fuerzas del actual Gobierno balear se quedarían ahora a dos escaños de la mitad más uno de la Cámara, de modo que al PSIB-PSOE no le serviría de nada convertirse en el primer partido, a notable distancia del PP.
Aragón. También en la comunidad aragonesa la mayoría que configuraron en las anteriores elecciones autonómicas la izquierda estatal y la regionalista se derrumbaría hoy, y además estrepitosamente, ya que la ventaja del bloque de centro y derecha llegaría a siete escaños. La posibilidad de una coalición alternativa entre PSOE y Cs se quedaría a un diputado de la mayoría absoluta.
Valencia. La aplastante victoria del PSPV, Podemos y Compromís en la Comunidad Valenciana en los comicios del 2015 (con 11 escaños de ventaja sobre el bloque de PP y CS) se vería revertida con los resultados del 2016, que darían cinco diputados de ventaja a una eventual coalición de centro y derecha, con Vox como socio indispensable. Y un improbable entendimiento entre socialistas y Ciudadanos se quedaría a dos escaños de la mayoría de las Corts.
Castilla-La Mancha. La clara ventaja en votos que obtendría un tripartito formado por el PP, Cs y Vox apenas se traduciría en escaños, pues la ley electoral impuesta por Cospedal en la anterior legislatura penalizaría la fragmentación del sufragio conservador y dejaría a los ultras con solo tres escaños. Además, la mayoría raspada del bloque de centro y derecha (17 diputados frente a los 16 del PSOE y Podemos) coexistiría con una potencial mayoría alternativa, formada por PSOE y Cs.
Extremadura. El socialista Fernández Vara ganaría las elecciones pero no sumaría mayoría absoluta con Podemos. Enfrente, el empate en escaños entre PP y Cs (como en Castilla-La Mancha) podría dar opciones a una coalición alternativa entre socialistas y naranjas, que también reunirían la mitad más uno de la Cámara regional, o bien a un intercambio de “cromos” entre PP y Cs (con la presidencia manchega para unos y la extremeña para los otros).
En resumen, de repetirse en las próximas autonómicas una movilización como la de las generales del 2016, el socialismo puede perder todas las autonomías que gobierna actualmente, salvo Asturias. Eso sí, el centroderecha necesitaría en todos los casos a Vox para sumar no sólo la mayoría absoluta sino también la relativa frente a los grupos de izquierda.