El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, amaga con adelantar las elecciones al 14 de abril (14-A), una maniobra que hasta no hace mucho estaba descartada casi por completo. “Hasta 2020 vamos a gobernar”, aseguró hace justamente un mes desde Barcelona, pero no es la primera vez que cambia el tercio, y aún podría volver a cambiarlo antes de convocarlas como muy tarde el próximo 19 de febrero. Ejercer su prerrogativa como presidente es una estrategia de respuesta con la que el presidente prevé responder a tanta crítica, ataque y deslealtad, devolviendo la presión por triplicado al independentismo, al PSOE y al PP, especialmente a los primeros.
Se trata de convencer a los independentistas de que no apoyarle los presupuestos tendrá consecuencias para sus intereses, y no sólo económicas, sino también sobre el juicio y el futuro de los procesados en la causa que comienza este martes en el Supremo. Pero también de replicar con un golpe de autoridad ante los pesos pesados de su partido, que en las últimas horas se han levantado airados con la figura del relator y que no quieren que el debate electoral del 26 de mayo se vea eclipsado por un debate nacional. La presión se extiende a los partidos de derecha, especialmente sobre PP y Ciudadanos, que ven en Vox una amenaza latente que además tendrá servida una campaña electoral permanente gracias a la presencia diaria que le dispensa el hecho de ejercer la acusación popular.
1- Un juicio en plena campaña electoral, justo lo que no quiere el Supremo
El Tribunal Supremo siempre se ha mostrado partidario de separar el proceso judicial del entorno y el ruido político, consciente de que en ello le va el prestigio, la consideración como tribunal de garantías y la limpieza democrática de un sistema basado en la separación de poderes. Por eso ha expresado la voluntad de finalizar el proceso antes de las elecciones del 26 de mayo y, para tal empresa, se plantea la posibilidad de comprimir las sesiones en un intenso calendario, de lunes a sábado incluso, si es menester.
La fecha del 14 de abril tiene todos los números para coincidir con las jornadas más decisivas del juicio, las que lleguen al final antes de que se produzca la sentencia, por lo que estas fechas coincidirían en plena campaña electoral para la cita que sopesa Sánchez. Este hecho va en contra totalmente de las pretensiones del Supremo, pero además cogería al Gobierno socialista en funciones.
2- Presión sobre el independentismo
La campaña de las elecciones europeas, municipales y autonómicas en 13 comunidades dará comienzo el 9 de mayo, y los abogados de los líderes independentistas han manifestado varias veces que los magistrados tienen intención de que las vistas hayan finalizado antes, el 30 de abril. Las sentencias podrían llegar meses después pero en el Ejecutivo central hay quien no se fía de la reacción del independentismo, dados los precedentes y la insistencia de Quim Torra en la vía unilateral si el juicio no acaba con la libre absolución. Así, un Gobierno en funciones tiene limitadas sus capacidades y no podría contar con las Cortes como apoyo porque estarían disueltas, lo cual complicaría una reacción a una nueva desobediencia.
Para el independentismo, las elecciones son un riesgo evidente de que vuelva la derecha. Frente a quienes consideran que en el fondo la confrontación beneficia a este sector, para los procesados es una amenaza seria que, de hecho, no ocultan cuando reclaman desvincular su situación del futuro de la legislatura de Sánchez. El hecho de que la derecha pueda volver al poder frustraría cualquier salida adecuada para ellos, sobre todo desde un punto de vista penitenciario. El líder del PP viene criticando duramente el traslado de presos a cárceles catalanas, de manera que los independentistas no tendrían garantizado un posible regreso a las prisiones de Catalunya catalanas. Un elemento significativo de presión que incluso puede provocar tensiones internas entre ERC y JxCat, e incluso en el seno del PDECat.
Ni que decir tiene que la posibilidad de un indulto se aleja significativamente. Se trata de una posibilidad que surgió precisamente del socialismo y que hace sólo unos meses era replicada por algunos miembros de la formación, como la delegada del Gobierno en Catalunya, Teresa Cunillera. Pero las defensas siempre han rechazado dicha posibilidad asegurando que jamás lo pedirían porque la voluntad es acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH).
3- Presión a los barones del PSOE
La convocatoria de elecciones para el 14-A añade presión a los barones socialistas, que precisamente se han levantado estos días airados tras conocer que el Ejecutivo de Sánchez aceptaba incluir la figura de un relator en las negociaciones con los independentistas. Presidentes autonómicos como Javier Lambán (Aragón), Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), o Guillermo Fernández Vara (Extremadura), ya se han manifestado totalmente en contra de cualquier cesión al independentismo, conscientes de que la cuestión catalana va a pesar en los comicios a nivel regional. La postura del Gobierno al respecto influye a la hora de votar en el ámbito regional o local, y por eso siempre se han mostrado partidarios de que las generales se alejen cuanto más mejor de los comicios del 26-M.
Los barones se expresan libremente sobre cuándo debe haber elecciones generales y sobre qué se puede o no se puede aceptar en una negociación presupuestaria, por lo que la amenaza de Moncloa de elecciones el 14-A se interpreta como un golpe de autoridad del también presidente del PSOE, Pedro Sánchez. En este sentido, el secretario de Organización del partido, José Luis Ábalos, se pronunciaba sobre las protestas de los barones y la vieja guardia que representan Felipe González o Alfonso Guerra aleccionando que él siempre apoyó “a mis presidentes del Gobierno”, porque “es una condición básica, fundamental para un militante socialista”.
4- Presión sobre PP y Cs ante la amenaza de Vox
La presión que supondría esta convocatoria electoral se extiende también a PP y CS ante la escalada que parece experimentar Vox. De hecho, no es baladí lo escenificado este domingo en la manifestación en el centro de Madrid contra la gestión de la cuestión catalana del presidente Sánchez y para reclamar elecciones inmediatas. PP y Ciudadanos tienen 169 escaños y sus líderes han aceptado integrar a su nivel a un dirigente, Santiago Abascal, cuyo partido aún ni siquiera tiene representación en el Congreso. Es la convalidación de que la formación de ultraderecha ha venido para quedarse y que logrará unos inéditos resultados electorales, como sucedió en Andalucía y predicen las encuestas.
Vox se alimentará precisamente del espacio electoral que mantienen Cs y PP, sobre todo este último, por lo que no es extraño que Abascal considere “un regalo” esta posible cita electoral. De hecho, la convocatoria coge a los populares con unas predicciones electorales a la baja precisamente por la irrupción de la ultraderecha, que además contará con la plataforma propagandística que supone una idea ya apuntada: la permanente presencia en el juicio del ‘procés’ como acusación popular.
Aunque el PP aparenta ser una piña, en el seno de la formación de Casado se mantiene latente una profunda diferencia sobre el fondo y forma de llevar el liderazgo de la oposición y el plan para recuperar el gobierno. Destacados miembros de la dirección difieren sobre el giro a la derecha del partido para competir con Vox, al tiempo que tampoco ven con buenos ojos las formas peyorativas que usa Casado a la hora de desacreditar a Sánchez. Sin duda, unos resultados electorales que no respondan a las expectativas podrían resultar peligrosos para el propio Casado.
5- El globo sonda electoral, reacción a la imagen de Cs junto a Vox
La amenaza electoral de Sánchez es sobre todo una reacción a la escasa afluencia a la manifestación de este domingo y a una imagen que, según el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, perseguirá durante mucho tiempo a Ciudadanos. Ábalos se refería a la foto del presidente de Cs, Albert Rivera, junto a Casado y Abascal, una instantánea que ha hecho correr ríos de tinta y que el líder de la formación naranja no ha podido evitar pese a conseguirlo en Andalucía. Esta imagen determina la estrategia socialista, expresada por el propio Sánchez cuando expresó su voluntad de ocupar el espacio del centro, especialmente de Cs, gracias al escoramiento de esta formación y la de Casado provocada por Vox.