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La Constitución, de boca en boca

Han tenido que pasar 13 años para que alguien aprovechara la feliz coincidencia del doble aniversario de la aprobación en el Congreso del texto de la Constitución y del nacimiento de la princesa de Asturias. Ese hecho casual permitió ayer una carambola: enlazar las celebra­ciones por el 40.º aniversario de la Carta Magna con el bautizo institucional de la heredera y, de paso, captar la imagen que se buscaba desde hace semanas: la Corona arropada por todos los poderes del Estado. El Rey, la princesa Leonor, el presidente del Gobierno, la del Congreso, los del Senado, Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo fueron los encargados de abrir la lectura de la Constitución que supuso la primera intervención pública de la heredera. Sus primeras palabras oficiales fueron las 55 que contiene el artículo 1 de la Carta Magna: “España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. La niña, tras un atril y subida a una tarima escalonada para llegar a los micrófonos, las dijo con voz clara, entonando, haciendo las pausas, mirando al frente y, al final sonriendo, ante la presencia protectora de su padre, el Rey, que previamente había leído el preámbulo de la Carta Magna, y la mirada emocionada de su madre, la Reina, quien seguramente la instruyó para la ocasión. La infanta Sofía también estuvo presente en el acto, sentada junto a su madre.

Aunque el cumpleaños oficial de la Constitución es el 6 de diciembre, fecha en la que fue aprobada en referéndum y en la que está prevista la celebración solemne en las Cortes, ayer fue un día propicio para empezar a calentar motores y, también, para que la princesa Leonor comprobara lo que significa que más importante que su persona es su personaje. Cuando el nacimiento lleva implícito un destino, el cumpleaños no es un acto privado. El acto de ayer fue convocado y organizada por el Gobierno –a través del Instituto Cervantes, organismo oficial dependiente de los ministerios de Exteriores y Cultura–, y parece evidente que detrás existe la idea de echar un cable a la Corona y también el deseo de poner el foco en el bloque constitucional rescatando los valores de la transición en un tiempo de zozobra política. La prudencia de la Zarzuela les impide casi siempre tener iniciativas tendentes a fomentar su visibilidad y menos aún en actos que tienen implicaciones institucionales, pero ayer se consiguió de alguna manera cuadrar el círculo. Dar mayor visibilidad a la princesa Leonor, heredera del trono, no es una cuestión de la familia real sino del Estado y todos estuvieron de acuerdo .

La elección de la sede del Instituto Cervantes para hacer la lectura de la Constitución rememora la tradición de cada 23 de abril, fecha en la que diferentes personalidades (alguna vez lo ha hecho el Rey) leen El Quijote. El acto se engloba en una serie de actividades paralelas organizadas por organismos e instituciones públicas que culminarán el 6 de diciembre en el Congreso. Un acto solemne al que también acudirán los Reyes y sus hijas, Leonor y Sofía, y sobre el que planea la duda de la presencia del rey Juan Carlos, el jefe de Estado que ratificó con su firma el texto constitucional.

De los testigos del 78, ayer sí estuvieron presentes, y participaron en la lectura, dos de los siete padres constituyentes: Miquel Roca Junyent y José Pedro Pérez Llorca. ­Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón no pudo acudir, y los otros cuatro ya han fallecido. Siguieron leyendo artículos constitucionales varios miembros del Gobierno. El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y la de Política Territorial y Función Pública, Meritxel Batet, leyeron en catalán los artículos 10 y 14, respectivamente, mientras que Nadia Calviño, ministra de Economía, leyó en gallego el capítulo 30. Al jefe de la oposición y líder del PP, Pablo Casado, le tocó leer el artí­culo 19, referente al derecho de los españoles a elegir el lugar de residencia, y Albert Rivera, presidente de Ciudadanos leyó el artículo 21, referente a la libertad de reunión y manifestación.

Entre las personalidades que también se sumaron a la lectura ­figuraban la fiscal general del Estado, María José Segarra; la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena; el cantante Miguel Ríos; el escritor Antonio Muñoz Molina, y el diseñador Adolfo Domínguez, entre otros. A partir del artículo 50 y hasta el ­último, el 169, más las dispo­siciones adicionales, fueron ciudadanos anónimos que previamente se habían apuntado en el Cervantes, quienes leyeron la Consti­tución. A una señora anónima le tocó leer el 155, aquel que dice: “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan...”.