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Podemos, el cielo no se toma en una noche

Análisis

El partido celebra el resultado de las municipales junto a otras fuerzas, pero conviene no olvidar el principal motivo por el que renunciaron a presentarse con "marca propia"

El líder de Podemos, PabloIglesias (i), y el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, José Manuel López, comparecen ante sus simpatizantes para comentar los resultados electorales.

Propias

Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas son un gran triunfo pero también una lección de humildad para el partido de Pablo Iglesias: una formación política “nacida para ganar y no para ser una más” en un Parlamento o una corporación local. “Vamos por la medalla de oro. La plata nos sabe a poco”, ha dicho una y otra vez el líder.

Las candidaturas “municipalistas” y de “unidad popular” que han sacudido el mapa político de los municipios españoles tienen una participación muy variable de Podemos; unas veces predominante, como en Madrid; otras secundaria, como en Barcelona, y en algunos casos marginal, como en los ayuntamientos de Galicia.

Podemos celebra ahora su “acierto” al haber concurrido a las municipales junto con otras fuerzas que están por el cambio. Pero no conviene olvidar que no fue ese el principal motivo esgrimido en su día por Iglesias y los suyos para renunciar a presentarse en esos comicios con “marca propia”. La finalidad era evitar “riesgos” y conjurar peligros en un amplísimo espacio con más de 8.000 instituciones en juego. Un partido en estado germinal como a la sazón era Podemos difícilmente podía “controlar” –adujeron sus dirigentes- a los aspirantes a tantos ayuntamientos. Era imposible prevenir posibles disfunciones con unas mínimas garantías.

En la parte de las elecciones a la que Podemos sí fue con su nombre y a solas, las autonómicas, el resultado ha sido excelente si se tiene en cuenta la juventud de la formación pero muy modesto en relación con sus áureas expectativas iniciales: medallas de bronce en algunas de las comunidades autónomas cruciales y ni eso en muchas otras, incluida la valenciana.

¿Es esta implícita lección de humildad extrapolable a las generales de antes de fin de año? ¿Debería Podemos, ante ese horizonte, articular plataformas de unidad como en las municipales? De momento, tal opción ni siquiera se ha planteado.

En todo caso, Pablo Iglesias, tan presto siempre a utilizar la metáfora deportiva, puede ahora recordar algunos de los principios esenciales del atletismo: competitividad y afán de superación, sí, pero siempre con disposición al sacrificio y espíritu de equipo.