El primitivo Teatro Apolo de Barcelona
La Mirada del Lector
Durante los primeros años, programó zarzuelas, espectáculos de revista, cine y algunas obras de musicales
* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Para conocer la historia del Teatro Apolo de Barcelona deberíamos trasladarnos a la primitiva Avenida del Paralelo todavía sin urbanizar. Había sido inaugurada oficialmente el 8 de octubre de 1894 e iba poblándose poco a poco de los primeros rudimentarios locales de madera que eran convertidos en bares y pequeñas salas de espectáculos.
En la manzana situada entre la calle Conde del Asalto y la calle Mata, junto a la manzana en la que estaba ubicada la desaparecida central eléctrica de las Tres Chimeneas, existía en 1901 un almacén, que fue alquilado a los propietarios del primitivo local de madera conocido como Bar La Tranquilidad. Estaba situado en el centro de la manzana.
El primitivo local, aparte de ofrecer los servicios de bar y cafetería para atraer a los clientes que visitaban la zona, ofrecía las tardes y las noches espectáculos de variedades, realizados por artistas noveles y viejas glorias ya retiradas.
Fue tal la cantidad de visitantes que llegaban al local a tomar alguna consumición, que sus propietarios decidieron montar un pequeño tablado para ofrecer, tarde y noche, las actuaciones de los artistas. Más consumiciones para contemplar el espectáculo gratuito.
Un problema inesperado vino a sentenciar el primitivo negocio como consecuencia de una fuerte tormenta que, sin un buen alcantarillado, destrozó el local.
Sin ganas de reconstruirlo, sus propietarios abandonaron el local dejando el solar completamente libre. Esta situación fue aprovechada por los hermanos Soriano, conocidos por ser también propietarios del Pabellón Soriano (posteriormente convertido en el Teatro Victoria) para adquirir el solar y empezar la construcción del primitivo Teatro Apolo.
La construcción del primitivo teatro fue realizada por Andrés Audet i Puig, arquitecto modernista nacido en Barcelona el 18 de junio de 1867, que posteriormente construyó el desaparecido Hotel Colón de Plaza Cataluña; el Edén Concert en Nou de la Rambla; el Teatro Onofri también en Paralelo; y el Casino de la Rabassada.
Ideó un teatro con una capacidad de 1.300 espectadores. Fue inaugurado el miércoles 19 de octubre de 1904, con la presentación de la compañía de zarzuela dirigida por Rosell y Castillo, con la actuación de presentación de Consuelo Ballio, acompañada de un grupo de artistas, que ofrecerían las zarzuelas El cabo primero y Un puñado de rosas.
Durante los primeros años, el Apolo dedicó básicamente su programación a ofrecer zarzuelas, espectáculos de revista y algunas obras de musicales.
Aunque algunos comentaristas dicen empezó a proyectar sesiones cinematográficas en 1911, es debido a que en esa fecha aparecía en La Vanguardia el jueyes 28 de diciembre un anuncio que comunicaba la presentación de “El calvario de una mujer, basada en la famosa película El calvario.
Desde su inauguración, el Apolo fue de los referentes de la zona para aquellos espectadores que se decidían a disfrutar de las noches de ocio en la primitiva zona del Paralelo.
Desde su inauguración, el Apolo fue de los referentes de la zona del Paralelo
Pese al éxito alcanzado por sus programaciones teatrales, no le sucedió lo mismo cuando intentó pasar por la experiencia de la programación cinematográfica.
La primera sesión tuvo lugar el 27 de abril de 1912 con una sesión que empezaba a las nueve de la noche y acababa a las doce y media de la madrugada. Se proyectó Flores secas, de 600 metros, El profesor de Flauta, con unos precios de 20 céntimos preferencia y platea y 10 céntimos la general.
Su falta de criterio en la programación le hizo cambiar los horarios al día siguiente, empezando a las tres y media de la tarde y hasta las doce y media de la noche, con programaciones cada tres horas.
Tampoco gustaron estos horarios a la empresa y al día siguiente anunciaban la proyección de 20 películas de estreno cada día con un principio de las sesiones a las cinco de la tarde y acabando a las doce de la noche.
Un nuevo cambio de orientación se produjo el viernes 3 de mayo de 1912, día en que, unidos con el Teatro Circo Barcelonés, presentaron una proyección de 20 películas por sesión en los dos locales con dos sesiones diarias una de cuatro a siete de la tarde y otra de nueve a doce.
El sábado 8 de junio anuncia para el día siguiente domingo la realización a las 9 de la noche de una función de teatro a beneficio del actor Joan B. Amen dedicada a Santiago Duran Masachs, La mare do d'alivio, al precio de la entrada de platea a 1.25 pesetas.
Es un tiempo en que tanto aparece como cine que como teatro. El sábado 6 julio anuncia el estreno de la zarzuela Marina. Posteriormente, presentó una continuidad de zarzuelas hasta la década de los años 20: En 1923, El dictador; en 1927, Las Alondras, ambas con música de Rafael Millán y con libretos de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw.
Es un tiempo en que el Apolo tanto aparece como cine que como teatro
Las navidades de 1930 pasó por su escenario la entonces súper vedette Celia Gámez, representando varias de las revistas de su programación con un éxito sin precedentes en aquel tiempo. Destacó en Por si las moscas.
En las navidades de 1931, presentó por primera vez a la compañía del Teatro Beatriz de Madrid con el estreno de “La vida en un colegio de jesuitas, de Ramón Pérez de Ayala, que también cosechó un grandioso éxito.
Las navidades de 1935 volvieron a ser apoteósicas con la Compañía Lírico-Andaluza de A. Alcoriza, del Teatro IDEAL, de Madrid y la presentación el viernes 6 de diciembre de Estrellita Castro, primerísima estrella de la canción española, que representó varios de sus espectáculos. El primero fue “Una estrella y un lucero; posteriormente presentó “La novia del cante. Fue tan grande el éxito obtenido que fue contratada para que volviera a actuar en el mes de abril de 1936.
La última vez que el Apolo aparece en las carteleras de los periódicos fue el domingo 26 de abril con la despedida de la propia Estrellita Castro con su obra Mi Jaca. A partir de esa fecha el Teatro Apolo no volvió a aparecer en ninguna cartelera hasta después del estado de guerra y la entrada en el control de los locales de espectáculos por parte de los sindicatos CNT/FAI.
No fue hasta el viernes, 14 de agosto de 1936, que La Vanguardia en su página 17 publicaba:
LA SOCIALIZACIÓN DEL TEATRO
El sábado, controlado por la C N. T., abren sus puertas todos los teatros de Barcelona Anoche, recibimos la siguiente nota: «Se ha realizado e1 sueño de todos los elementos teatrales. Dada la compleja organización teatral ha sido difícil fraternizar económicamente todas las actividades que intervienen en la vida del espectáculo.
El Comité intentó imponer dos premisas: la primera, hacer desaparecer toda obscenidad, vulgaridad con el lema: “El teatro siente el orgullo de su deber y arrojará todos los elementos que confundan las tablas de la escena con taquillas de prostíbulo”.
La segunda fue más complicada, animados por un elevado espíritu social pretendieron realizar el milagro de conseguir una remuneración única dentro de la gran familia teatral. “Actores, maquinistas, escenógrafos, electricistas, artistas de variedades, autores, cantantes de ópera, todos, absolutamente todos, van a laborar por el florecimiento del teatro”.
El Sindicato Único creía que todos debían dar el do de pecho desde el divo más cotizado, como Hipólito Lázaro, Marcos Redondo y Enrique Borras, hasta el obrero que prestaba el trabajo más humilde, una dieta a repartir del fondo común formado por la recaudación de todos los teatros.
Este esfuerzo debía emerger del pueblo de Barcelona con la comprensión y su apoyo. El pueblo era el único empresario. Por este mismo motivo, por ser el pueblo el que mandaba igualitario en todas sus decisiones, quedaban suprimidas todas las entradas de favor.
El primer discrepante de la idea fue Marcos Redondo que en una función no aparecía, lo encontraron en el habitáculo de la taquilla vendiendo entradas y al ser recriminado por no preparase para la función respondió pausadamente y sin excitarse que: “como todos debemos de cobrar igual, lo que es lógico que todos repartamos el trabajo hoy yo estoy en la taquilla y el taquillero que cante la zarzuela”. Una manera de enseñar a los representantes de la CNT que no era lícito que todo el mundo tuviera el mismo sueldo, aunque el trabajador no fuera explotado.
Finalizada la guerra, el Teatro Apolo estuvo gestionado por la empresa García que al igual que las demás empresas de espectáculos apareció el jueves 16 de febrero de 1939 en el obligatorio primer anuncio saludando a Franco, anunciando las actuaciones de conocidos artistas de variedades.
Después de una serie de programaciones sin ningún renombre, el local estuvo largo tiempo cerrado para la realización de unas obras que lo cambiaron por completo y le dieron la imagen del teatro ha quedado como recuerdo.
Para su inauguración la empresa contrató al maestro Pablo Solozábal para dirigir con su propia orquesta la representación de dos zarzuelas, que se representaron el viernes 21 de diciembre de 1945.
Al día siguiente La Vanguardia comentaba:
Con cierta precipitación pues las importantes obras de reforma de que ha sido objeto el Teatro Apolo, no se hallan por completo terminadas, lo que perjudica, entre otras cosas, al confort, volvió anoche a abrir sus puertas, largo tiempo clausuradas, el Apolo, el viejo teatro del Paralelo, queda notablemente ampliado, modernizado y con rasgos de elegancia.
Pero eso ya es otra historia.