* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Hungría tiene preciosos castillos, monumentales, majestuosos. Mantenerlos cuesta un dineral, que el Gobierno dice no tener. Tampoco ha dado con la fórmula para hacerlos rentables.
Por eso, así lo explica Lázár János, jefe de la Oficina del Primer Ministro, ahora ha puesto a la venta un paquete de ocho recién renovados castillos (la correspondiente ley se aprobó el junio pasado):
- El castillo de Sándor–Metternich de Bajna.
- El castillo de Károly de Füzérradvány.
- El castillo de Nádasdy de Nádasdladány.
- El castillo del Obispado de Sümeg.
- El castillo de Wencheim de Szabadkígyós.
- Los castillos de Esterházy de Tata y Majk.
- El castillo de Festetics de Dég.
A las Iglesias, a los gobiernos municipales y a los gobiernos de minorías que les interese les costaría apenas 1 forinto. A las personas y empresas privadas, 10 millones.
Planteándolo así suena un poco bruto, descarado. Se van a repartir el patrimonio cultural entre los amiguetes del Gobierno (en Hungría los llaman NERs, por el famoso Sistema Nacional de Cooperación Mutua, tan mentado en los comienzos de la era Orbán).
Pero hay una vuelta más de tuerca. Los castillos que se han puesto a la venta están recién renovados. Están impecables. En estos ocho castillos se gastaron en obras 22.000 millones de forintos, casi 56 millones de euros. El dinero, como es costumbre en estos casos, viene de los fondos europeos, de la tan odiada Bruselas.
Para bajar el tono hay que aclarar que la compra implica ciertas condiciones. El comprador tiene que hacerse cargo del mantenimiento de los castillos, sin modificarlos. No los puede vender. En caso de herencia, si los herederos no aceptan la responsabilidad que conllevan, vuelven al Estado.
Y tienen que asegurar que sigan cumpliendo con los fines públicos de los que hasta el momento nos beneficiamos. En concreto significaría, entre otras cosas, que los jardines aledaños tienen que estar abiertos todos los días del año (la ley no habla de las noches) gratis. Y durante al menos 300 días al año se tienen que poder visitar en plan museo.
En caso de que el nuevo propietario no cumpla con los requisitos arriba señalados el Estado le impondría una multa por el 10% del valor del inmueble, y de reiterarse, el castillo volvería a ser propiedad del Estado. También la ley plantea la posibilidad de que el Estado vuelva a comprar el castillo, pero para eso tendría que pagar el precio del castillo al momento de la firma del contrato inicial.
La ley no especifica qué institución se hará cargo de vigilar el estado y las obras que se vayan realizando. Todavía quedan 40 castillos por poner a la venta.
De momento se venden ocho y todavía quedan 40 castillos por poner a la venta
No hay casos piloto. Dicen que podría ser algo así como el Patio París de Budapest, el Párizsi Udvar, que funciona como hotel y a la par se puede visitar.
Otros comentan que podría ser una manera de restaurar los castillos a las familias nobles de su momento, como es el caso del nieto de Károlyi Mihály, el conde Károlyi György, que regenta junto con su mujer el castillo de Fehérvárcsurgó. Funciona como hotel, museo y centro cultural. Aunque aquí el propietario todavía es el Estado que subvenciona en parte las obras y el mantenimiento. No son autónomos.
Lázár János, cuando lo entrevistan, dice que piensa sobre todo en instituciones como la Abadía de Pannonhalm, universidades o empresas como la farmacéutica Richter Gedeon, la petrolera MOL o el banco OTP. ¿Qué decir?