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¿Cómo se celebra el Día de la Victoria en Europa en medio de una pandemia?

Lectores Corresponsales

Los británicos han conmemorado el 75 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en un contexto agridulce por el alto número de muertes por la Covid-19

Robert Procter, de la City of Leeds Pipe Band, toca ‘Battle’s O’er’ a las 3 p.m. (hora en que fue anunciada la paz), en Bradford.

George Wood / Getty

Estoy en el hipódromo de Warwick. Una pregunta importante: ¿cómo se hace eso de “celebrar”? Primero con colores: rojo, azul y blanco. Nos vestimos mejor, incluso corbata, nos juntamos con gente afín, comemos, bebemos, “folgamos,” que dirían los clásicos.

Holgamos con Falstaff, nos lo pasamos bien, o lo intentamos, normalmente con barullo y ruido, fiesta, música y banderas. Algunos hasta hermosean su lenguaje con poesía. Otros invocan a Dios en sus templos. Que vuelen los aviones.

Conmemoramos hechos sobresalientes, complicados, difíciles, incluso bélicos de otros con los que nos vinculamos en una “comunidad imaginaria.” O lo intentamos. Eso de “nación” se convierte así en un lugar común, cuna, lecho, reducto, invocación, hálito, plasma, para algunos, irrenunciable espacio simbólico en donde se quiere significar.

Hilo de inspiración de los vivos y de los muertos ahora mismo con la pandemia. Reino Unido, número máximo de muertos en el mundo, sólo por detrás de los EEUU, ya más de 30.000”

La luna detrás de la Torre Victoria, que se iluminó con banderas de la Unión para conmemorar el 75 aniversario del Día VE, en Castle Hill, con vistas a Huddersfield, norte de Inglaterra.

OLI SCARFF / AFP

El 8 de mayo del 2020 se han cumplido 75 años del fin de la 2ª Guerra Mundial. El mensaje lo dio a las 3 de la tarde Winston Churchill, figura sempiterna desde entonces, desde Downing Street.

Retórica memorable respecto a un grandioso esfuerzo nacional en una guerra tremenda y victoria final. Rendición incondicional de la Alemania nazi.

Este año la celebración tiene un sabor agridulce y mesurado. Se celebra de una manera rara por la pandemia con un distanciamiento social apreciable y discreto. El contraste con las imágenes históricas de un Londres abarrotado no puede ser mayor. ¿Tenemos envidia?

Alan y Claire Batty toman el té de la tarde afuera de su casa en el 75 aniversario del Día VE, en Henton.

EDDIE KEOGH / Reuters

VE Day: El día VE, de la Victoria en Europa: una nomenclatura un tanto peculiar, que saca fuera de sí, que externaliza, la dimensión continental de “Europa”

Es como si las islas no fueran europeas. Como si Europa sólo fuera una masa continental y no otras muchas cosas.

Hay aquí verdad incómoda de la psique británica convencional que remacha con la operación salida de la Eurozona del Brexit. Los europeos son los otros: El Reino Unido está aparte. Los barrocos son ellos. Y la victoria es nuestra. O lo fue.

El pregonero de Newcastle-under-Lyme, Gordon Brayford, en el 75 aniversario del Día VE.

CARL RECINE / Reuters

No cabe duda, las gafas nacionales o nacionalistas de un hecho complejo como es una guerra mundial. ¿Cuál es la diferencia con la patriotera? ¿Con la xenófoba? Habrá, digo yo, otra manera de ver las cosas que también habrá que considerar sobre la guerra que significó la marcha de la supremacía mundial de Europa a EEUU y al mundo soviético.

La ciudad de Warwick ha puesto algunos colorines (rojo, azul y blanco) de la “Union Jack.” Algunos. No muchos. No hay galas. La gente, poca, se ha sentado un rato enfrente de sus casas”

Se toma algo y habla, poco, con los vecinos. Algunos montan en bicicleta. Otros hacen manitas en los jardines de las casas. Otros ven la televisión. El tiempo es bueno, veraniego. He visto una escasa bandera francesa, una irlandesa, una neozelandesa. Poco más.

Es un acto de autocelebración, como si la guerra la hubieran ganado ellos solos. Otras guerras se celebran menos (las Malvinas, la Guerra en Iraq, las del Imperio Británico son todas brumosas. De esto se sabe poco o nada. No se estudia. Se conoce poco).

El Reino Unido desconoce su propia constitución posimperial, poscolonial. Y de ahí que se vuelva la mirada una y otra vez a las dos guerras europeas, la primera y la segunda, que se viven como la prueba de fuego de ayer.

Me han contado que hay un término para las poblaciones que no tuvieron muertos en la primera guerra, “villas agradecidas” (“thankful villages”). De éstas hubo pocas.

Shirley Rees celebra el 75 Aniversario de la Victoria en el Día de Europa con sus vecinos en Northampton.

Mark Thompson / Getty

¿Y hoy? No se trata de minusvalorar, ni mucho menos, lo que hicieron los abuelos. (España es caso aparte y aquí no está, no consta). Se trata, sugiero, de no dejarse atrapar por la maraña emocional que se quiere trazar por los medios oficiales y de prensa.

¿Nos contagia, valga la expresión, la alegría de los abuelos victoriosos? ¿Estuvieron de verdad alegres? ¿Y por cuánto tiempo? ¿Sabemos sobrellevar otro tipo de emociones?

El Lector Corresponsal de La Vanguardia, Fernando Gómez Herrero, en plena videocrónica desde el hipódromo de Warwick.

Fernando Gómez Herrero / FGH

Se trata de pensar las cosas con cuidado y de abrir las perspectivas más allá de las gafas nacionales o nacionalistas. ¡Cuidado con los silencios y las omisiones!

Un ejemplo: la estatua del banco en la calle Bond, que es una zona de tiendas de lujo en Londres. Y en el dicho banco, dos figuras, que no tres: Churchill y Roosevelt sin Stalin. Y el hueco de en medio. La estatua, que es fea, es una mala réplica de la famosa foto de la conferencia de Yalta.

¿Por qué Yalta? Pues por homenaje anglo al tremendo sufrimiento soviético, sus muertos fueron 20 millones. Los británicos, unos 370.000. ¡Hay diferencia!”

Fiesta vecinal para conmemorar el 75 aniversario del Día VE, en Harrogate, North Yorkshire.

OLI SCARFF / AFP

La BBC se apunta a la fiesta. Y lo hace a la manera siempre discreta, suave y blanda con la hermosa Sophie Raworth vestida de amarillo. El programa es una especie de pastiche retro que no llega a chic. Se incluye a algunos supervivientes. Un par de canciones de las D-Darlings, “In the Mood.”

El Capitán Tom Moore que con 100 años ha recaudado 32 millones de libras para el sistema sanitario paseando por el jardín de su casa. Encomiable.

Y el comedimiento británico que le gana a uno: “¿Lo hicimos bien? ¿Cierto?” ¿Y hoy? Boris Johnson lee la poesía “V Day” de Edmund Blunden: “pasamos al otro lado.” Lo hace un tanto demacrado y despeinado. Se está todavía recuperando de la Covid.

Esto del “Día VE” va de auto-reconocimiento aislado dentro de un fenómeno mundial. No puedo evitar una sensación incómoda: ¿ganaron la guerra ellos solos? Es un poco como el que te dice que ganó el partido “contra Europa.” ¿Tú solo? ¿Europa? ¿Serás uno entre otros contra este equipo o contra este tipo de régimen político? ¿Y qué pasó antes y qué pasó después?

Miremos desde ángulos a este suceso excesivo. Constato una vez más una tremenda dependencia emocional de cierto mundo británico oficial, o oficialista, con estas glorias pasadas”

El primer ministro británico, Boris Johnson, se prepara para encender una vela en la Tumba del Guerrero Desconocido en la Abadía de Westminster.

Leon Neal / AP

Aquí hay una compensación que quiere hacer más llevadera el momento presente que es duro e incierto: de crisis pandémica por la vía brexitiana dentro de un marco amplio de declinar paulatino no sólo británico sino europeo e incluso de civilización occidental.

Entrevistamos a Robin Niblett de la Chatham House y dijo algunas cosas al respecto. ¿Me alegra a mí hoy la presunta alegría de mis abuelos con sus batallitas? ¿Y las tengo que filtrar a través de la modalidad nacional/ista celebratoria? Pues no necesariamente.

La psique británica, al menos la más pública y oficial, se retrotrae con el “Día VE” al tiempo pasado que fue mejor entre otros pasados y presentes que no lo fueron ni lo son. Noto una dependencia emocional excesiva de estas “batallitas de los abuelos” que usan para compensar lo que no hay.

Decorando la entrada del 10 de Downing Street en Londres para conmemorar el Día VE.

GLYN KIRK / AFP

La alegría de ayer al final de la guerra mundial contrasta sobremanera con el susto y sobrecogimiento de hoy al respecto de la tremenda incertidumbre pandémica y la brexitiana, que son las dos piernas de esta criatura nacional (¿es una? ¿o son cuatro?) que se mueven de manera desacompasada.

Al único que recuerdo hablando de la herencia de la guerra con respecto al Brexit fue a Michael Heseltine en un argumento anti-brexitiano que perdió claramente la votación.

Una niña con una bandera en Cambrian Road en el 75 aniversario del Día VE, en Chester.

MOLLY DARLINGTON / Reuters

¿Importa la historia o no? ¿Nos quedamos sólo en el horizonte británico? No.¿Nos quedamos sólo en este horizonte europeo? No. ¿Nos quedamos sólo en este horizonte occidental? No. Estas negativas pueden hacernos abrir los ojos. Y no hay que ver cosas sólo hermosas. Rojo, Azul y Blanco. Y podemos poner otros colores.

¿Espantamos a los caballos? No están. El hipódromo está cerrado.

¿CÓMO PUEDO PARTICIPAR EN LA COMUNIDAD DE LA VANGUARDIA?