Venezolanos en Colombia: migrando de una crisis para encontrarse con otra

Lectores Corresponsales

Las familias que huyen de la miseria de Venezuela se topan con trabajos con salarios más bajos, estafas, xenofobia, indigencia, robos, marcotráfico y prostitución

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Una mujer cocina en el terreno donde unos 400 venezolanos se han asentado en las cercanías de la terminal de transportes de Cali (Colombia).

Ernesto Guzmán Jr / EFE

Antes de abordar el asunto de la migración de ciudadanos venezolanos a Colombia, es pertinente revisar la historia de la migración entre los dos países. Al contrario de lo ocurrido en los últimos años, Venezuela no ha sido un país con historia migrante. Colombia, por su parte, debido a múltiples factores económicos, políticos y de seguridad, se cuenta como uno de los que ha tenido mayores flujos migratorios a Europa, Estados Unidos e, inclusive, a Venezuela.

Desde los años 50 y 60, muchos colombianos, debido al auge de los combustibles fósiles, se fueron a Venezuela; pero, la verdadera bonanza petrolera de los años 70, llevaría a millones de colombianos a ese país que garantizaba mejores condiciones de vida en cuanto a alimentación, educación, salud y vivienda.

Cuando en los 80 descendieron los precios del petróleo, se produjo el regreso de muchos colombianos. No obstante, la amplia mano de obra calificada que se quedó en ese país, significó un aporte importante para el crecimiento económico de Venezuela.

En los 90 se produjo un alto grado de inversión de empresas colombianas en ese país. En 1999, llega Hugo Chávez al poder en Venezuela y, debido a sus políticas sociales, otros millones de colombianos se emigraron a ese territorio, unos huyendo de la violencia, otros, esperando mejores oportunidades.

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Autoridades locales desalojan un campamento de venezolanos en Bogotá (Colombia).

Mauricio Dueñas Castañeda / EFE

Con la caída mundial de los precios del petróleo, que se inició en 2002, se marcó el inicio de la crisis económica venezolana que, resistió incluso después de la muerte de Chávez y la llegada d Maduro. A esa situación se sumó el bloqueo económico que desató la diáspora de colombianos, inicialmente hacia su país y con posterioridad de venezolanos a Colombia, proceso que lleva, al menos, 10 años.

Subsistencia

Huir para intentar vivir

El flujo migratorio de ciudadanos venezolanos hacia Colombia, cuya motivación se centra en un cúmulo de necesidades básicas insatisfechas, que se identifican en carencias de alimentación, salud, vivienda y seguridad; es una válvula de escape de la crisis que aqueja a ese país.

En ese escenario, se debe considerar que las necesidades insatisfechas de los colombianos también son altas y se pueden describir como dificultades de acceso a la alimentación, con, al menos, 321 niños fallecidos por desnutrición (léase inanición) en 2018. Una violencia social creciente en la cual en 2018 fueron asesinados alrededor de 300 líderes sociales, periodistas, sindicalistas y opositores. Una tasa de paro de 10,8% y un salario mínimo diario que llega, escasamente, a €1.00 por hora.

Para acercar las cifras, con datos oficiales, se tienen, aproximadamente, 22 millones de colombianos que están trabajando. De esa cantidad, 1,7 millones ganan el salario mínimo y 10,6 millones ganan menos del salario mínimo.

Migraciones

Asentarse o seguir el camino

Como se pudo observar, las condiciones sociales y económicas del país no son las mejores; sin embargo, de ser generador de migraciones, Colombia pasó, a ser, de un momento a otro, receptor de ciudadanos venezolanos que huyen de su país. Cifra que se calcula, en aproximadamente 2.000.000 de migrantes. Algunos de ellos, solo están de paso hacia otras naciones del Sur del continente y otros se quedan para tratar de sobrevivir.

Debido a esas circunstancias, se generan diversas opciones. Los venezolanos que están de tránsito por Colombia, lo hacen por vías terrestres y, en ocasiones, son víctimas de “coyotes” que les dejan en alguna terminal de autobuses, abandonados a su suerte, estafados o robados.

Alrededor de dichas terminales, se producen asentamientos temporales que, se van convirtiendo en permanentes y se pueden observar familias con ancianos, niños y mujeres embarazadas viviendo en tiendas de campaña y que subsisten con las limosnas de personas. Otros son víctimas de narcotraficantes que les prometen viajes gratis a Ecuador; pero, en el autobús de cortesía, se esconden alijos de droga y terminan siendo detenidos y presos.

Los venezolanos que deciden quedarse en el país, se enfrentan a otras situaciones que se relacionan con la incapacidad que tiene el mercado laboral nacional para absorber esa gran mano de obra y se generan desequilibrios.

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Cientos de migrantes venezolanos reciben comida al llegar desde Ecuador al Centro binacional de atención fronteriza de Tumbes (Perú)-

Ernesto Arias / EFE

Los ciudadanos venezolanos se ocupan en diferentes trabajos. Unos son albañiles, otros, personal de mantenimiento, dependientes en diferentes comercios, trabajo informal, prostitución y mendicidad, entre otras actividades y, otros, pasan a ser parte de la delincuencia.

Quienes trabajan legalmente, lo hacen por la tercera parte de lo que ganaría un trabajador colombiano; es decir, €0.35 por cada hora de trabajo, en el mejor de los casos, porque en otros, trabajan solo por una ración de comida.

Tensiones

Malestar entre los colombianos

Esa mano de obra barata, genera presión sobre la oferta de empleo para nacionales colombianos. Esa presión en el mercado laboral produce inconformidad entre los nacionales. Ante la presencia de venezolanos en diversas actividades, se producen actos de xenofobia.

Los colombianos que se quejan de ese fenómeno en Europa y Estados Unidos, pasan a discriminar a otros. En ese sentido, se acuñó, popularmente, el término “venecos” para referirse a esa población. Algunos han sido víctimas de linchamiento por intolerancia.

Otros son perseguidos por las autoridades y deportados, solo por hacer un reclamo a los policiales, mientras que muchos, se vuelven competencia para los indigentes y mendigos colombianos que, suelen situarse en los semáforos realizando malabares para llamar la atención y ser beneficiarios de la caridad ciudadana.

La descripción de lo que ocurre con la migración venezolana a Colombia, puede contener cierto grado de crudeza y herir susceptibilidades. Esa es la realidad que ocurre cuando un pueblo acosado por el hambre, huye a otro país, que no es muy diferente del suyo porque está plagado de desigualdades, corrupción y un Estado que no es efectivo para responder por sus ciudadanos.

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