Narcís Serrat muestra en estas fotografías para Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia unas tinas de viñedos encontradas en la comarca del Bages, un elemento que nos lleva a repasar un episodio negro de la historia de la vid: la filoxera.
"Estas tinas constan de dos depósitos conectados entre sí. En el agujero se tiraba y pisaba la uva recogida en la vendimia y, en el segundo, que era más grande, se utilizaba como depósito de fermentación", explica el autor de las instantáneas.
Durante el siglo XVIII, la producción de vino se expande por Catalunya convirtiéndose en unas de las principales fuentes de riqueza, sin embargo, la plaga de filoxera de 1879 destruyó todos los viñedos catalanes, provocando una importante crisis económica.
La plaga que arrasó con los cultivos de vino en Europa
La filoxera es un insecto de origen americano que se alimenta de las raíces y hojas de vid o vitis, la planta que cultiva las uvas. Los hongos y bacterias que desprende este bichito causa el pudrimiento de la raíz y la muerte de esta planta.
Todo empezó con la lucha contra el oídio (enfermedad provocada por un hongo) de ese momento, que se detectó por primera vez en 1845, pero no fue hasta 1853 que empezó a encontrarse en la mayoría de las viñas de los países europeos.
Consiguieron controlar el problema rociando los viñedos con azufre, pero parte de la viña quedó debilitada. Frente a esta situación, algunos cultivadores decidieron traer las plantas de vid de Norteamérica, la cuales eran más resistentes a este hongo, sin embargo, éstas vinieron acompañadas de la filoxera.
Los agricultores se encontraban frente a un problema que por el momento no había solución porque, a pesar de que la filoxera ya era conocida en América del Norte, donde solo dañaban las plantas de las uvas, en Europa afectaba de manera más grave, causándoles la muerte.
Se detectó primero en Francia, en 1863, extendiéndose por todo el país y llegando a la península ibérica por Girona hasta los puertos de Málaga y Oporto.
Más de cinco millones de hectáreas de viñedo tuvieron que ser arrancadas entre 1870 y 1930. Esto provocó el fin del cultivo tradicional de vinos en el continente europeo.
A finales del siglo XX se halló la solución en los portainjertos. Se trata de colocar un injerto de vid europea sobre un portainjerto de vid americana resistente al insecto, una práctica que provoca una influencia genética recíproca y que otorgó resistencia a la vid europea.
La plaga de filoxera causó crisis económicas, ecológicas y cambios en la formas de vida. En España ocasionó la desaparición de zonas vinícolas durante décadas, como el Priorat y llevó a miles de personas a la emigración por la ausencia de perspectivas de futuro y la falta de apoyo al sector.
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