* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Edmund D. Pellegrino, médico estadounidense especialista en Bioética (1920-2013), estudió en el colegio jesuita Xavier High School de Manhattan. Su formación universitaria se llevó a cabo en la Universidad St. John's. Sus estudios de posgrado, en la Universidad de Nueva York.
Profesor de Bioética, fue director del Kennedy Institut of Ethics. Fue pionero en introducir las humanidades en las facultades de Medicina. Su respeto a los enfermos se forjó atendiendo enfermos tuberculosos en un hospital.
Vivió tiempos de cambios sociales y médicos importantes, cuya vivencia está en el origen de libros de ética médica de extraordinario valor, como A philosophical Basis of Medical Practice (1981); For the Patient´s Good (1988); The Christian Virtues in Medical Practice (1996) (traducido por Universidad Pontificia de Comillas). A su muerte, la bibliografía de Pellegrino recogió más de 600 artículos importantes y 24 libros de fuerte sesgo doctrinal.
La Bioética
La Bioética se define como "la salvaguarda de la prudencia y responsabilidad para épocas difíciles, para las circunstancias que amenazan a lo humano" y reflexiona sobre los avances científicos y por la repercusión de las últimas tecnologías que se han desarrollado sobre el origen de la vida (herencia, manipulación genética, clonación, reproducción asistida, anticoncepción, derechos del menor) y también al final de la vida (soporte vital, redefinición de la muerte, trasplantes, ingresos en Unidades de Cuidados Intensivos).
La Bioética es un camino necesario a recorrer. Hay que integrar los valores en la toma de decisiones para mejorar la calidad de los actos médicos. Paul Ricoeur, filósofo y antropólogo (1913-2005), apuntó que "la ética es la mirada de una vida buena, con y para los otros".
Todo médico y sanitario tiene que explorar, diagnosticar, pronosticar y tratar, pero, además, debe "integrar los valores en la toma de decisiones con el fin de mejorar la calidad de los actos médicos". Hay que poner guías a los cambios tecnológicos excepcionales que vivimos. Es necesario deliberar. Todo paciente merece compasión, respeto y prudencia.
La Bioética nació a finales del pasado siglo. Fue un término creado por Van Rensselaer Potter, quien acuñó los cuatro principios fundamentales:
- Autonomía, respetando las preferencias de las personas.
- Beneficencia, no solo no hacer el mal sino promover el bien.
- No maleficencia (Primun non nocere), primero no hacer daño.
- Justicia, repartiendo de forma equitativa los recursos.
Edmund D. Pellegrino
Considera Pellegrino que la autonomía del paciente no significa que el médico deba proceder siempre como exige el enfermo. La autonomía del paciente puede desvirtuar un problema para su propia conciencia y comprometer el primer principio de actuación.
Rescata el principio de beneficencia por encima del de autonomía. También tiene críticas para el Consentimiento Informado a los pacientes.
La autonomía del paciente no significa que el médico deba proceder siempre como exige el enfermo
Vamos a ver cuáles fueron sus aportaciones a la Bioética. La finalidad de la medicina, que es curar, determina las virtudes y obligaciones del profesional de la salud.
Para Pellegrino, la medicina es fundamentalmente una actividad moral y solía definirla como "la más científica de las humanidades y la más humanística de las ciencias".
Un libro suyo importante fue Las virtudes de la práctica médica. La especialización provoca que los médicos olviden el concepto de "comunidad moral" atentos únicamente a los avances técnicos.
La naturaleza moral de la medicina exige que no se deje en manos del libre mercado. Si se recortan gastos la primacía del bien del paciente debe ser la guía.
La profesionalidad del médico no es solo la precisión del diagnóstico y recursos técnicos, sino sobre todo la humanización del trato con el paciente.