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Psicoanálisis de la España trágica: los duelos pendientes

Lectores Expertos

El psiquiatra Ramon Andreu Anglada analiza la incidencia de la negación del duelo en la sociedad española que perdura hasta la actualidad tras décadas de Transición

Un partidario de Francisco Franco asiste a la conmemoración del 45 aniversario de la muerte del dictador, en Madrid.

GABRIEL BOUYS / AFP

Al pueblo español el Estado le ha negado el duelo, y en consecuencia, el “trabajo de duelo” no ha podido realizarse.

En un artículo anterior, nos preguntábamos sobre las consecuencias de este hecho. Ahora vamos a intentar dar respuesta a esta pregunta: ¿De que duelo hablamos?

Hablamos de dos duelos: el duelo de nuestros muertos, y el duelo del Padre. ¿Y cuál es la consecuencia? La aparición de mecanismos de defensa, la depresión del Cuerpo Social que lleva a su fractura, y la aparición del reinado del silencio. Un silencio ominoso: “El Silencio de los Corderos”. Veamos el primero.

Partidarios de Francisco Franco, en Madrid.

GABRIEL BOUYS / AFP

Mecanismos de defensa

El primero en aparecer para tratar de silenciar y neutralizar los trastornos que produce la falta de elaboración del duelo, es el bloqueo general de las emociones.

El bloqueo de las mismas, crea derivados, que se manifiestan en síntomas. Estos consisten en un estado general de debilidad, causado por el consumo excesivo de energía para mantener el bloqueo, una inestabilidad afectiva general, y al no poderse canalizar el dolor a través de la elaboración del duelo (prohibida), una especie de apatía y embotamiento por exceso de dolor, que produce unas veces, lo que Otto Fenichel califica de “Frigidez Emocional”, o “Frigidez Sentimental”. Otras, lo que denomina “Hiperemotividad”.

Las personas con “Frigidez emocional” son naturalezas frías, incapaces de sentir simpatía hacia los demás, ni empatía (ponerse en el lugar del otro, en su piel). Evitan cuidadosamente aunque de modo inconsciente, las emociones, sentimientos y deseos. No conectan emocionalmente con el otro. Viven en una realidad desvitalizada.

Un simpatizante de Francisco Franco asiste a la conmemoración del 45 aniversario de la muerte del dictador, en Madrid.

GABRIEL BOUYS / AFP

Es frecuente que se refugien en el trabajo, vivido como una drogadicción, que no deja espacio para ninguna vida privada, ni para nada más.

Ejemplo: una mujer contaba que su marido, ejecutivo de una multinacional, la llevó a instancias suyas, a una cala de Platja d’Aro en la Costa Brava, para complacerla. Al llegar, aparcó el coche, y muy complaciente le dijo: “Ya hemos llegado. Ya puedes pasear todo lo que quieras por la cala. Yo te espero en el coche”.

Esto da lugar a una inestabilidad y a una rigidez afectiva general”

Las personas con hiperemotividad se caracterizan por su descontrol, que las hace actuar por impulsos y desarrollar una pseudosexualidad.

Tratan de rechazar una angustia subyacente mediante la realización de actos sexuales aparentemente adultos, pero que resultan inauténticos y nunca proporcionan una satisfacción completa.

Para negárselo a sí mismos, suelen poner mucho énfasis en su potencia, sobre todo si son varones. Pueden sentir un grado de placer sexual, pero nunca el máximo de un orgasmo cabal.

Su comportamiento sexual está aislado de sus necesidades emotivas, por lo que sexo y afecto están disociados, lo que da a su sexualidad un cariz mecánico que frustra mucho a una pareja sensible.

Muestras de apoyo a Franco en el aniversario de su muerte.

GABRIEL BOUYS / AFP

Postergación de los Afectos

El segundo en aparecer, es la Postergación de los Afectos. Consiste en la explosión diferida de una emoción, sobre todo, la rabia.

Reprimida respecto a su objeto inicial (es una de las fases de la elaboración del duelo) estalla arbitrariamente contra otro. Entre nosotros, la clase dirigente lo ha fomentado.

Antoni Puigvert escribe (“El fuego de la división”, 28-IX-20): “... la derecha española fue la primera en dividir entre buenos y malos… la España Una de Franco excluye a buena parte de españoles de otras culturas políticas y otras tradiciones nacionales. La Constitución quería reunirlos, pero este uniformismo los separa... la izquierda socialista despertó los fantasmas de la guerra civil para contrarrestar la hegemonía crispadora de la derecha... invalidando el pacto constitucional y la posibilidad de un pacto reparador... persiste el recuerdo, no resuelto, de un fraticidio”.

Venta de souvenirs franquistas, en Madrid.

GABRIEL BOUYS / AFP

Y en otro escrito (“Infinita lista de ofendidos”, 19-X-20) añade: “… la cultura del agravio… el competir por quien es más víctima… enerva los problemas… genera malestar social, impotencia, irritación… perspectivas de guerra civil de baja intensidad. Colapso.”

Junto a la rabia, otra emoción o afecto, explota en diferido: el miedo.

La expresión “miedo en diferido” suena a contradictoria, pero tal cosa, existe, afirma Fenichel (“Teoría Psicoanalítica de las neurosis”). Es la atmósfera que impregna “el silencio de los corderos”.

Es lo que explica el miedo actual, en apariencia no justificado, que ya existía antes de la pandemia”

Esta es tan solo un factor añadido, pero no la causa fundamental. La causa, es la angustia de muerte derivada de la no elaboración del duelo.

El bloqueo de las emociones, la frigidez emocional, la pseudosexualidad, el miedo y la rabia en diferido, contaminan las relaciones humanas, familiares, de amistad y de pareja empeorando la calidad de vida de los ciudadanos.

Un partidario de Francisco Franco asiste con uniforme y bandera a la conmemoración del 45 aniversario de la muerte del dictador, en Madrid.

GABRIEL BOUYS / AFP

Envenenan la política. Aunque no se den en todos y cada uno de los cuarenta y siete millones de habitantes del país, sí se dan en un sector estadísticamente significativo de población, determinando un malestar creciente, una verdadera fractura social.

Voces como la de Puigvert parecen clamar en el desierto (“¿De dónde sale este odio?” 16-XI-20): “… hablamos de la terrible fractura política americana… poco de la fractura española, que encuentra en la guerra civil un alimento inagotable… reproducida en los años del aznarismo… la división se amplía sin cesar…”.

Al no poder elaborar el duelo con la despedida de la persona perdida, sobreviene un estado de tristeza profunda que conlleva una perdida de la autoestima, y un repliegue sobre sí mismo (“retirada narcisista del entorno”, le llaman los psicoanalistas), que se traduce en lo que el expresidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, llamaba “desafección” avisando de sus peligros: el absentismo electoral, la indisciplina social, la insolidaridad.

Un seguidor de Franco hace el saludo fascista.

GABRIEL BOUYS / AFP

El Duelo del Padre

En la Familia Nacional, el Padre es el Jefe del Estado. No, el presidente del gobierno.

En pocos años, el Jefe del Estado ha pasado, de ser “el Héroe del 23-F” a estar desaparecido de España, primero, residir en un país extranjero después, que el Gobierno reveló, y a ser objeto de tres investigaciones sobre él abiertas por la Fiscalía del Tribunal Supremo.

Es decir, que simbólica y realmente, ha dejado de ser lo que era, para el imaginario colectivo del país. Esto constituye una gran pérdida. Sumamente triste y dolorosa.

Agentes de policía detienen a una activista de Femen que protestaba contra una manifestación de simpatizantes del ex dictador español Francisco Franco.

GABRIEL BOUYS / AFP

Pero este trabajo de duelo no puede realizarse. La legislación vigente lo impide. Esta segunda negación del duelo incide sobre la primera.

Llueve sobre mojado. Lo más grave, empero, es que la negación del duelo del Padre, equivale a la negación del Padre. Y la negación del Padre, conlleva la del Principio de Autoridad, que simbólicamente representa.

Vuelve a llover sobre mojado: el Principio de Autoridad está en crisis desde hace años, formando parte de la crisis de valores que conforma la involución que la sociedad está sufriendo desde hace tiempo, tal y como pronosticó que sucedería, Freud, en su obra “El porvenir de una ilusión” (1927).

El rey emérito de España, Juan Carlos I, en un viaje a la ciudad saudí de Taif.

.. / EFE

Enric Juliana (“Mientras tanto”, 6-XI-2020) dice: “... ¿por qué la recaída de España en los contagios… y por qué no se habla de las ayudas europeas pactadas en Julio?... pues por el salvaje enfrentamiento político… lagunas legislativas... y por último, aunque no lo último, el debilitamiento de la autoridad paterna y materna en las familias… el Padre y la Madre ya no mandan como antaño… el español no obedece las órdenes de la mamma, cuando las cosas se ponen feas fuera de casa. Eso solo pasa en Italia… hay una escasa añoranza de un Padre fuerte... el cráter radiactivo abierto por la salida del país, del rey emérito, se ha tragado la discusión técnica sobre el mañana…”

La crisis y socavamiento del Principio de Autoridad, es un hecho muy grave que pone en peligro el futuro de la Democracia y la sociedad. Prepara el advenimiento del autoritarismo fascista”

Seguidores de Franco conmemorando su figura, en Madrid.

JAVIER BARBANCHO / Reuters

El Silencio de los Corderos

La expresión proviene del titulo de una película de suspense y terror, de gran éxito en los años noventa. En Sudamérica se tituló ‘El silencio de los inocentes’ por la referencia bíblica del cordero como símbolo de la inocencia.

La co-protagonista relata un trauma de su infancia: oía balar a los corderos cuando los sacrificaban en el matadero. Finalizado el sacrificio, sobrevenía un silencio de muerte.

Esto es lo que hay en España. Ejemplo: en junio de 2016, un periódico digital español publicó una portada de The New York Times en la que se hablaba de fraude electoral en España. Ni prensa, ni radio, ni TV, ni partido alguno, nadie, absolutamente nadie, dijo ni una palabra. A pesar de que aquella portada circuló por las redes sociales.

¿Surgirán lideres capaces de revertir esta situación? Brindemos por ello, mirando al cielo. Porque un brindis mirando al cielo, es una oración.

Busto de Franco, a la venta en un puesto callejero en Madrid.

JAVIER BARBANCHO / Reuters
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Perfil del Lector Experto

Ramon Andreu Anglada

Médico Psiquiatra. A sus 83 años, sigue pasando visita en su clínica de Vallcarca (Barcelona). Ha publicado el último libro de la trilogía sobre su experiencia como psicoanalista con pacientes adictos al dolor, titulado ‘El monstruo de hielo. El sufrimiento como adicción’ (Caleidoscopio, Xoroi Edicions).

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