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Una nueva vida sin ruido

Según la OMS, la segunda amenaza para la salud pública, después de la contami­nación atmosférica, es el ruido producido por el tráfico rodado. Hipertensión, diabetes, obesidad, infartos, ictus, trastornos del sueño y ren­dimiento cognitivo reducido en niños son algunos de sus efectos nocivos, sin hablar del impacto sobre la natu­raleza. ¿Es posible aspirar a vivir en una ciudad sin ­ruido? Barcelona es la décima ciudad más ruidosa del mundo.

El tema incumbe al Ayuntamiento. Podría formar un grupo de expertos para es­tudiar en profundidad el ­impacto del ruido, incluyendo los barrios circundantes donde vive la mayoría de la población de Barcelona; calcar sobre la flamante zona de bajas emisiones (ZBE) una zona de reducción de contaminación acústica, con acceso limitado y especial atención en zonas sensibles como escuelas; redistribuir el trá­fico de las calles más pe­queñas donde el registro de decibelios se dispara; efectuar un control serio y contundente de los vehículos, haciendo cumplir la normativa que ya existe (sobre silenciadores de las motos, por ejemplo). Hay mucho más. Revertir este problema requiere decisión y voluntad política.

Virginia Skrobisch

Suscriptora Barcelona