¿Se ha perdido el decoro en el vestir?
El Debate de los Lectores
Varias polémicas recientes han puesto de manifiesto el debate social sobre los códigos de vestimenta, si aún están vigentes o si debe primar la libertad de elección
¿Quién fija las normas de vestimenta? ¿Quién tiene el poder de decidir si alguien ha perdido o no el decoro en el vestir? ¿Han cambiado las normas sociales? ¿Hay más libertad o, al contrario, estamos en periodo de involución? Varias polémicas recientes han puesto sobre la mesa de debate esta controversia social.
Una de las preguntas que han surgido es si se trata a las mujeres con diferente rasero. Un caso significativo fue este verano el de la periodista Raquel Campuzano, que no pudo entrar al Panteón de Roma por llevar un vestido de tirantes. Sin embargo, más allá de la desafortunada situación, su crítica fue otra: que no se hiciera la misma criba con los hombres.
Otras mujeres han tenido recientemente problemas por su vestimenta. Una mujer que viajaba de Málaga a Londres en un vuelo de Easyjet fue expulsada del avión antes del despegue por llevar una prenda demasiado transparente.
Por su parte, Laura, una mujer de Granada, no pudo subir a un avión de Vueling. La compañía le vetó la entrada debido a la ropa que llevaba puesta: un body negro sin transparencias, una falda vaquera negra, un pareo y unas zapatillas deportivas.
Este verano también ha surgido la polémica de si es de mal gusto vestir con shorts. Pero, no es la única controversia, tras la petición de prohibir los leggins en EEUU, la polémica del sujetador en Italia o el miedo al topless en Francia, que están haciendo pensar en una posible involución en los códigos socialmente aceptados en la vestimenta.
Sea como sea, el debate sigue muy vivo y no paran de llegar cartas y comentarios de los lectores de La Vanguardia aportando sus puntos de vista.
Jordi Prieto Tur, en su carta Decoro en el vestir, explica que “este verano he realizado varias etapas del camino de Santiago, y en muchas catedrales, por ejemplo en Burgos. en Astorga y en la misma Santiago, entre otras, se solicitaba al visitante, peregrino o no, un mínimo decoro en el vestir”.
En nuestra querida basílica de Santa Maria del Mar entraba quien quería en pantalón corto, bebiendo refrescos o tomando helado como si fuera un parque temático. No soy especialmente religioso, pero creo habría que controlarlo”.”