¿Es el código de vestimenta en algunos monumentos más estricto para las mujeres?
“2019, señores”
La periodista Raquel Campuzano denuncia que le prohibieran la entrada al Panteón de Roma por ir tirantes pero que sí se la permitieran a hombres a los que se les veía los pezones
Vestir ropa apropiada para entrar en un templo o iglesia es un gesto habitual que se hace como muestra de respeto. Sin embargo, a veces, las limitaciones pueden ir más allá. Así lo denuncia Raquel Campuzano en Twitter. Esta periodista española asegura no haber podido entrar al Panteón de Roma por llevar un vestido de tirantes. Sin embargo, más allá de la desafortunada situación, su crítica es otra: que no se hiciera la misma criba con los hombres.
”Acaban de negarme la entrara en el Panteón de Roma. Al lado mío, dos hombres de tirantes (a uno se le veía el costado entero y medio pecho) han entrado sin problema”, ha escrito en la red social. Además, afirma que uno de los encargados de seguridad afirmó que no era lo mismo. “2019, señores”, concluía la publicación.
Campuzano ha relatado con más detalle los hechos a La Vanguardia. “Llegamos a la cola del Panteón en Roma y en el momento de entrar a él, una trabajadora del recinto que estaba regulando la entrada y revisando la vestimenta, me hizo un gesto de taparme los hombros con un chal. Le dije que no tenía (la temperatura media es de 35 grados) y me retiró de la fila. A una amiga mía que llevaba tirante ancho, también le impide la entrada. A los tres minutos observó cómo dos chicos jóvenes en pantalón corto y tirantes entran sin problema por la misma cola y bajo la supervisión de la misma persona”.
“No entendí es que esa norma no aplicase del mismo modo a los hombres. Sobre todo cuando su indumentaria era mucho menos adecuada para el lugar”. Desconcertada, Campuzano se acerca para pedir explicaciones. “Me acerco a la mujer de nuevo y señalándoles, le digo que ellos también deberían cubrirse. Y me dice que no. Que yo llevo la espalda desnuda. Entonces vuelvo a señalarles, ya que la camiseta de uno de ellos es de sisa amplia y se le ve un gran tatuaje en el costado y el pecho, y le digo, a él se le está viendo el pecho. A lo que me responde: no es lo mismo. Y le pregunto directamente: por qué no es lo mismo. Esquiva la respuesta con un “estoy haciendo mi trabajo, déjame en paz”.
No entendí es que esa norma no aplicase del mismo modo a los hombres. Sobre todo cuando su indumentaria era mucho menos adecuada para el lugar”
“Mi vestido era largo hasta los pies y ancho. Y llevaba sandalias de vestir. Quiero decir con esto, que salvo por los tirantes, era una vestimenta muy adecuada para la temperatura del año y para poder entrar en cualquier sitio. Los hombres que entraron llevaban un look playero y uno de ellos llevaba todo el costado descubierto y se le veían los pezones”, remarca.
Campuzano asegura que “en ningún momento me ofrecieron alternativa alguna”. Eso sí, está convencida de que los vendedores ambulantes están al tanto de esta estricta normativa “que sólo parece afectar a las mujeres”, pues cuenta que hay muchos de ellos en los alrededores vendiendo pañuelos tipo fular. “Ni consideré está opción ya que no iba a gastar dinero en una prenda cuando no existía ningún criterio fijo ni un cartel que informase debidamente de la vestimenta requerida”.
No es la primera vez, ni probablemente la última, que una mujer denuncia restricciones en el acceso de algunos lugares por la vestimenta. Dos de los casos más sonados este verano, por ejemplo, han ocurrido en un avión. El primero, una joven que viajaba de Málaga a Londres que denunció ser expulsada antes del despegue por llevar una prenda “demasiado transparente, con un escote muy pronunciado”, tal y como describió al rotativo británico The Sun. El segundo, una mujer de Granada que aseguró que la compañía le vetó la entrada por vestir un body negro sin transparencias, una falda vaquera negra, un pareo y unas zapatillas.