La cuenta de TikTok @secretosdemadrid ha divulgado a bombo y platillo que las farolas de Madrid están numeradas. Son unas cifras blancas pintadas sobre un fondo negro. La noticia, recogida por muchos medios de comunicación, ha provocado diversas consideraciones. Por un lado, se cifra el número de farolas de la capital del reino en doscientas cincuenta mil, tres Bernabéus, en sistema métrico florentino. En cuanto al porqué, además de su utilidad técnica en caso de avería, se habla de una función de interés general en posibles emergencias. Cada farola sería un punto rápido de geolocalización.
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La idea es que cualquier ciudadano que sufra un percance pueda situar su posición para los servicios de emergencia con la simple repetición del número de la farola más cercana. Algunos medios se ponen dramáticos con el alumbrado público madrileño y aseguran que este número puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. ¿Qué número debía de llevar la mítica farola en la que se encalló dramáticamente un paracaidista un Doce de Octubre?
Dicen que en Madrid cada farola es un punto de geolocalización
La noticia más bien invoca una imagen trinitaria de Gene Kelly, José María García y Miquel del Roig. El actor americano, abrazado a una farola mientras canta bajo la lluvia en la escena más icónica de la película homónima; el periodista deportivo, calificando a alguien con su célebre insulto etílico abrazafarolas –un compuesto de casa García, como meapilas, soplagaitas o lametraserillos–, y el músico ebrense, indestructible a sus 73 años, cantando el hit La farola en cualquier fiesta mayor o festival de música de Catalunya. Tres en uno para encarnar al presunto ciudadano necesitado de contactar con los servicios de emergencia.
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Nos lo imaginamos diciendo las cifras del número pintado (entre 1 y 250.000) y esperando al Samur bajo la farola. Pero no funciona así. En algunos distritos, la farola lleva dos cifras pintadas: un código de la calle y el número de la farola; en otros, no están pintados, sino en una placa metálica o una pegatina; y en los barrios más antiguos, solo hay un número secuencial sin código de calle. La pregunta es: si llaman al Samur con el móvil, ¿no les sería más cómodo enviar la ubicación y olvidarse de criptogramas?