La política es cada vez un lugar más insalubre, donde los partidos viven refugiados en sus trincheras, donde el debate consiste en deslegitimar al otro y donde cualquier propuesta –por positiva que sea– es denostada por el hecho de ser del rival. Por eso, cuando alguien ajeno a la política intenta echar una mano, es más fácil que se la corten que no que se la choquen. Las democracias son cada vez lugares más insalubres, lo que es un riesgo para su propio futuro, porque, como avisan las encuestas, la generación Z siente escaso aprecio por la libertad y una fascinación tóxica por las soluciones autoritarias.
Le está pasando a Francisco José Gan Pampols, un general en la reserva a quien el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, pidió que fuera su vicepresidente para la reconstrucción de los daños causados por la dana. Desde el momento en que se anunció su nombramiento, recibió más descalificaciones que elogios. Lo de ser un militar lo situaba bajo sospecha, cuando su experiencia en misiones de paz (Bosnia-Herzegovina o Kosovo) y en la reconstrucción de poblaciones tras una guerra (Qala-i-Naw, en Afganistán) le convertía en un personaje experimentado. Además, es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología.
Vox considera al general Gan Pampols “un infiltrado del traidor Sánchez”
Gan Pampols dio una entrevista a este diario donde decía cosas de sentido común, como que resultaba imprescindible la colaboración entre el Gobierno y la Generalitat Valenciana –incluso proponía crear una comisión mixta–, que el Gobierno autónomo tenía que ser más ágil que el Ejecutivo por su proximidad con el problema y que era un error deslegitimar las instituciones para crear malestar y desafección. A un sector del PP, no le gustó su ecumenismo político, y Vox se puso de los nervios.
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Pero la gota que ha colmado el vaso de la bilis ultra es que al militar le haya parecido correcto regularizar a los migrantes afectados por la dana. El portavoz de Vox, José María Llanos, acaba de declarar que los valencianos tienen el enemigo en casa y el militar es “un infiltrado del traidor Sánchez”. A este país le sobran bocazas y le faltan buenos profesionales. Hay aún bastante barro en la Horta Sud como para que los insensatos echen más fango a la política.