Sobre las cosas del comer

Sobre las cosas del comer
Director de La Vanguardia

España y Catalunya siguen sin presupuestos para este año y se ha avanzado más bien poco en las últimas semanas para tenerlos. Y aunque siempre se puede recurrir a una prórroga de las cuentas, muchos recursos necesarios se quedarán por el camino si no se aprueban unos nuevos. Los socialistas tienen la responsabilidad de aprobarlos, tanto en Madrid como en Barcelona, y esta debería ser su prioridad. La excusa de que algunos socios necesarios –Junts y Esquerra– estaban viviendo procesos congresuales ya no vale. Guste más o guste menos, los interlocutores del PSOE y del PSC se llaman Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, que han salido consolidados en sus respectivos cónclaves. Y es con ellos con quienes se debería hablar para acabar de cerrar temas que se alargan en el tiempo como el traspaso de Rodalies, la quita del 20% de la deuda de la Generalitat con el FLA, el traspaso de la competencia de inmigración o el estudio de mejora del nuevo sistema de financiación. Por no hablar del déficit fiscal crónico de Catalunya o de la falta de ejecución de las inversiones del Estado en la comunidad.

La situación política en Catalunya está mucho más norma­lizada o, por decirlo en el lenguaje del Gobierno, “pacificada”, pero a Salvador Illa le falta el instrumento fundamental
de los presupuestos para que esta atmósfera se transforme en algo tangible. Hay muchos proyectos sobre la mesa, pero falta concretarlos.

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El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Salvador Illa  

Juan Eduardo Barbosa / ACN

Por eso, igual que se criticaba a los independentistas porque se preocupaban de las cuestiones nacionales en lugar de trabajar “por las cosas del comer”, quizás ahora habría que recordar a los socialistas que pongan más atención en solventar estos problemas pendientes que afectan a Catalunya en lugar de hablarnos del franquismo. Estamos cien por cien de acuerdo con el discurso de ayer de Pedro Sánchez sobre la defensa de la democracia, pero la conmemoración de la muerte del dictador no debería ocupar el centro de la atención de la política española. No hay que despistarse del objetivo principal, que es gobernar y gestionar.

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