En la clasificación de peores Navidades de mi vida, la de este año fue triste como jugar en Montjuïc. Ya la vi llegar torcida porque octubre y noviembre estaban siendo los peores en sus respectivas competiciones. Pero no crean que no intenté algunas artimañas. Por ejemplo, busqué en Netflix un canal de chimeneas. Encontré varias versiones y las vi todas. En ellas, la cámara fija ilumina unos troncos en el interior de una chimenea desde que prenden hasta que se consumen. La mejor película de chimeneas es la dirigida por un tal George Ford (obviamente, un seudónimo) porque el sonido ambiente es el crepitar de los troncos al arder. Hay propuestas peores, como cuando solo ves las llamas pero suenan villancicos o aquellas que ves toda la chimenea adornada desde una distancia de dos metros. Aun siendo la mejor versión de películas de chimeneas, la Navidad no mejoró.
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Fotograma de la mejor película de fuego de chimenea, según el autor
Probé a combinar la visión de chimenea encendida con el Spotify de lluvias y tormentas. Muestrario extenso. Puedes elegir tormentas tropicales, lluvias contra el cristal, diluvio con o sin truenos, en bosque, selva o contra uralita de barrio pobre. Elegí lluvia tranquila, espolvoreada con truenos esporádicos y que me deslizaran hasta un estadio somnoliento. Traté de combinar el crepitar de los troncos en mi televisor y la lluvia melancólica en mi portátil, pero ambos sonidos se mostraron enemigos acérrimos. Me quedé con George Ford. De hecho, hasta retrocedí la imagen cinco minutos por si me había perdido algún tronco rompiéndose por la mitad.
La Navidad de este año fue triste como jugar en Montjuïc
Para acabar de redondear la peor Navidad de mi vida, en el piso de arriba sonó el villancico de Iván Ferreiro y llamó mi madre para recordarme que ambos estábamos solos en Navidad, que el resto estaban muertos o en casas llenas de gente y alegría. Se lo agradecí mientras pensaba en lo sobrevalorado que sigue estando el complejo de Edipo. Entonces decidí ir sobre seguro: Cuento de Navidad. Adoro esa historia, pero debí de elegir la única en la que a los dos minutos ya estás del lado de Mr. Scrooge (George C. Scott), Tiny Tim parece Sid Vicious y los espectros, restos de vestuario. Desesperado, salí a pasear al perro. Llevaba cinco minutos en la calle cuando reparé en que no tengo perro. Mi madre volvió a llamar. Que qué quería para Reyes.