Una vez más, Pedro Sánchez se salió con la suya y logró aprobar en el último momento la reforma fiscal con otra jugada de las suyas que deja abiertas expectativas suficientes para convencer tanto a sus socios de derechas como a los de izquierdas. Como escribíamos ayer de forma metafórica, el presidente vuelve a salvar toda la vajilla que lleva en sus manos y evita un estropicio. El Gobierno logra con este acuerdo el aumento de la recaudación en unos 10.500 millones de euros con nuevos impuestos que gravaran a las grandes empresas y las rentas más altas.
La consecuencia negativa para el Ejecutivo, con este acuerdo alcanzado otra vez en el tiempo de descuento, es que se confirma su gran dependencia de sus socios que, por pequeños que sean, se sienten cada vez más fuertes para exigir un precio más alto como contrapartidas a los pactos. Cuesta pensar que esta estrategia vaya a poder durar muchos meses más y la gran prueba de fuego pasará con la discusión sobre el techo de gasto y los presupuestos para el próximo año. Por mucho que la Moncloa se esfuerce en explicar que la situación es normal por la aritmética parlamentaria, el Congreso parece un mercado persa donde las propuestas se anuncian, se transaccionan, se caen o se recuperan según sea el momento del día o de la noche. Así, ayer quedaron fuera medidas que afectaban a socimis, pisos turísticos o los impuestos de lujo a yates o coches de alta gama.
Si la batalla política parece sonreírle a Sánchez, otra cosa diferente es el frente judicial, que siempre le depara sobresaltos. El empresario Víctor de Aldama, implicado en el caso que afecta al exministro José Luis Ábalos, se explayó ayer a gusto ante el juez, después de llegar a un acuerdo con la Fiscalía Anticorrupción para recuperar la libertad. Aldama aseguró que pagó comisiones a Ábalos, a su asesor Koldo García y hasta al secretario de organización socialista, Santos Cerdán. Ahora le tocara demostrarlo. El PSOE negó haber tenido relación alguna con Aldama y anunció acciones legales contra él.
Y mientras todo ello pasa, Alberto Núñez Feijóo volvió a exigir por enésima vez la dimisión de Sánchez y pidió sin éxito apoyos para una moción de censura . O sea, nada nuevo bajo el sol.
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