Se trata de forjar una mayoría imbatible aun con votantes de intereses contrapuestos.
Esa es la fórmula que ha hecho presidente a Donald Trump y que serviría a Feijóo (y a Sánchez) para gobernar con solvencia y no solo para ganar unas elecciones.
La campaña trumpista ha logrado alinear a los milmillonarios con los blue collars del cinturón del óxido, que ven peligrar sus empleos por las importaciones chinas; a Musk, con los camareros de Nevada que viven de la propina; a los ultraconservadores del cinturón de la Biblia, con abortistas que han ganado siete referéndums, y dos, en estados tan conservadores como Montana y Misuri.
¿Cómo lo ha logrado? ¿Cómo consigue Trump que los mismos que votaron en Nueva York a la izquierdista Alexandria Ocasio-Cortez le hayan elegido a él y lo hayan razonado luego con su propia lógica cuando ella les pregunta por qué?
La primera respuesta, que es la fácil, servirá de consuelo a los progres de toda la vida: es la ignorancia de siempre de los más pobres, ahora explotada por los más ricos y sus mentiras en formato digital. Consuela, pero no enseña nada. Y si nos resignamos a que sea la única, nos perdemos la oportunidad de impedir que un terremoto similar se repita en España.
1) El primer apunte americano es el fiscal. Nuestro cerebro ha evolucionado para lamentar más lo que pierdes que lo que dejas de ganar. El progresivo castigo tributario a las clases medias y sus rentas del trabajo puede alcanzar un eco cada vez más transversal en las bajas. Ese eco no sería compensado al final por las cada vez más generosas pensiones. La lección impositiva en ese sentido de la Comunidad de Madrid aún explica en gran parte que allí se estrellara el PSOE.
Se trata de forjar una mayoría imbatible aun con votantes de intereses contrapuestos
2) La inflación ha devastado las opciones de Biden por mucho que el detonante fueran los miles de dólares directamente ingresados por el Estado en las cuentas de los estadounidenses. Aún no sabemos quién acabará pagando en votos la de aquí.
3) ¿Secundan las clases medias y trabajadoras las subvenciones públicas al radicalismo woke en transexualidad, por ejemplo? ¿Alguien se atreve a debatirlas?
4) ¿La inmigración dentro de un orden no es un objetivo más socialmente transversal que el desorden inmigratorio?
El apunte final es que, del mismo modo que hoy se puede lograr mayorías transversales trumpistas en una campaña, pueden acabarse en cuatro años o incluso de un trumpazo en cuatro días, como en el Reino Unido, Alemania y, pronto, Francia. Y en el caso de EE.UU. es una nota para la esperanza.