El taladro

El taladro

Este año estoy mentalizada para ir a la ofrenda floral al monumento de Rafael Casanova, en medio de los tradicionales abucheos. Siempre me ha parecido una manera espantosa de celebrar la Diada. Parece que vayas expresamente a que te insulten. Todo el que va recibe silbidos y abucheos. Con mayor o menor volumen, según el criterio del grupito que parece que ha decidido que son “más catalanes” que los demás. Desde aquí mi saludo: os respeto, pero me parecéis lamentables.

En pleno proceso de mentalización por la lluvia de insultos, me ha reconfortado muy agradablemente la primera entrevista al primer conseller de Política Lingüística de la Generalitat. La ha hecho Xavier Bundó en el Via lliure de RAC1, y entrevistado y entrevistador han coincidido en que, para hacer bien su trabajo, el nuevo conseller debe ser “el corcó del Govern”. Dígase “el taladro”. Ya tiene apodo.

Francesc Xavier Vila, en una imagen de archivo

  Xavier Vila 

Pau Cortina/ACN

El conseller Xavier Vila tiene uno de los retos más fenomenales del nuevo Govern: intentar revertir el retroceso del uso social del catalán. Un retroceso evidente que tiene un gran impacto sobre la supervivencia de la lengua y también sobre la convivencia, pues no debemos olvidar que es uno de los argumentos que utiliza la ultraderecha catalana para rechazar a los recién llegados.

Vila es catedrático de Sociolingüística y Política Lingüística, lleva años analizando qué pasa con la lengua catalana y, desde esta perspectiva, ofrece un análisis multifactorial del retroceso del catalán: factores rela­cionados con el cumplimiento de la legislación, factores relacionados con la demografía, con las nuevas formas de consumo audiovisual, con nuevos estilos de vida, como los de la gente que se establece por periodos cortos en las ciudades, etcétera.

Hay múltiples causas que influyen en el retroceso del uso social de la lengua –no solo de la lengua catalana, sino de todas las lenguas pequeñas–, y por tanto este problema debe trabajarse desde diferentes ámbitos del Gobierno (de ahí el apodo de el taladro ) y de fuera. Sabiendo que, aun así, no será fácil remontar.

Pero lo que más me ha reconfortado de Vila es el tono de su análisis: reflexivo, cuidadoso, contra nadie, consciente de que hay mucho trabajo por hacer y que hace falta mucha interlocución y mucha persuasión en todos los ámbitos, para reconducir actuaciones que mayoritariamente no responden a la mala fe de nadie, sino a una falta de insistencia y perseverancia en cuidar el uso social de nuestra lengua y garantizar que los catalanohablantes podamos expresarnos en ella en todos los ámbitos y registros. Análisis serio y ganas de trabajar versus ganas de gritar e insultar. He aquí una buena noticia de esta Diada.

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