Vinted y las alianzas efímeras

Vinted y las alianzas efímeras

Me caen instantáneamente bien las chicas que venden sus vestidos de novia en Vinted. Para promocionarlos, suelen colgar una foto del día de autos, con toda la producción hecha, pero con un borrón o un emoji en su cara y en la de su pareja e invitados. Esas fotos adquieren entonces un aire como de proyecto artístico amateur, o parecen los títulos de crédito de una serie sobre familias infelices.

Las ventas en Wallapop, Vinted o MilAnuncios tributan en ciertos casos

 

LV

Imagino a esas mujeres como seres prácticos sin tiempo ni dinero para cultivar la mística de la herencia ¿Quién tiene ahora mismo armarios para conservar las cosas y ganas de iniciar leyendas? Puede ser bonito imaginar a hijas, hijos e hijes probándose ese vestido a escondidas, con muy distintas trepidaciones, pero es bastante más realista y circular venderlo por 160 euros a otra persona que lo utilizará un solo día y se hará sus propias fotos, casi idénticas, en otro punto del continente.

Son los zapatos más dolorosos que he tenido jamás, me advirtió la italiana

Estoy segura, además, de que se venden bien y rápido. Como cuando intentas comprar ropa de niños o de fiesta: con un mero like recibes una oferta con una bajada de precio. Se percibe ahí una urgencia por sacudirse rémoras, reparar gastos, utilizar esos euros en algo que sea más útil para el presente.

Aunque todo el mundo tiene una historia de terror relacionada con los mercados secundarios, con transacciones que salieron fatal en Wallapop, Milanuncios, Depop o similares, me gusta pensar, porque una nunca se sacude del todo la sentimentalidad, en las alianzas bellas y precarias que se establecen entre desconocidos que acuerdan venderse un objeto a través de una plataforma.

Quise, una vez, comprarle unos mocasines a una italiana en Vinted. Son los zapatos más dolorosos que he tenido jamás, me advirtió. Aprietan como una tortura. No se los compré y le agradecí la sinceridad. Figurati, me contestó, porque un placer añadido de comprar en estas plataformas es no usar la opción de traducción y llegar a convencerte al cabo de unas semanas de que entiendes bastante bien el neerlandés. Poco después vi que los había vendido y quise pensar que mi amiga italiana –en mi cabeza lo éramos– se los había colocado a otra persona que le entró peor, alguien que por su comportamiento incívico (regateo indecoroso, malas maneras en la negociación) merecía el peor dolor de pies de Europa.

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