La maldición de Robert Downey jr.

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La maldición de Robert Downey jr.

En el episodio titulado Yo soy la noche, uno de los más oscuros de la que sin duda ha sido la mejor adaptación de Batman al audiovisual, The Batman Animated Series (1992-1995), de Bruce W. Timm, el héroe tiene una grave crisis de conciencia al considerar que sus trabajos son tan infecundos como los de Sísifo y que quizá su mera existencia sea un incentivo para que todos los locos con instintos sociópatas crean que hay un rival formidable con el que medirse que hace que merezca la pena tratar de poner en marcha un plan demente para masacrar a los ciudadanos de Gotham. Por su cabeza pulula la certeza de que su existencia cuesta vidas, mientras repite el célebre aserto nietzscheano: “Si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada”. Y el héroe se siente tentado de colgar capa y capucha.

Robert Downey Jr antes de anunciar su regreso

 

AFP

Los hermanos Nolan, al escribir su ciclo batmaniano para cines, retomaron este asunto de la condición derrotada de Batman y de su tormento por no ser mucho mejor que el mal que combate y, atendiendo a su costumbre de explicitar en el guion todos los conflictos que proponen para que nadie se pierda, convirtieron el aserto de Nietzsche en una frase menos hermosa, pero igual de elocuente: “Mueres siendo un héroe o vives lo suficiente para convertirte en un villano”.

El actor Robert Downey jr. fue ayer tendencia en las redes sociales de todo el planeta porque apareció por sorpresa el sábado noche en la Comic-Con de San Diego bajo la máscara de Victor von Doom (Doctor Muerte), villano al que dará vida –perdón por el juego de palabras– en los dos próximos filmes de Los Vengadores . La paradoja, para los que no estén familiarizados con el universo Marvel desarrollado para cines por el productor Kevin Feige, es que Robert Downey jr. ya forma parte de ese universo, en el que interpretó durante más de una década y hasta su muerte a Tony Stark (Iron Man), líder de Los Vengadores. Así que podemos considerar que el intérprete, a diferencia de su personaje, ha aplicado en su literalidad la sentencia del Bruce Wayne de los Nolan, pues ha vivido lo suficiente para morir como un héroe y convertirse en un villano.

Si nos emancipamos del mundo de las mallas de colores, la frase es fecunda cuando se trata de tomar decisiones. Ahora que la destripada gallina de los huevos de oro del turismo parece alumbrar una suerte de nuevo dogma puritano contra la querencia a viajar, procede apostar por el irse. Entre otras cosas, porque casi siempre que nos asalta la duda sobre si procede quedarse o marchar es porque en muchos sentidos, en nuestra cabeza y quizás en las de los demás, ya nos hemos ido. Convertidos en ausentes antes de ser ausencia. Estamos aquí sin estar, queda el espectro, estela viscosa y depauperada de lo que antaño fuimos, una mancha en el espacio ocupado. Y siempre es preferible ser un buen recuerdo que un mal fantasma.

Venía esto a cuento del tenis, pero he debido de perder el hilo. Será que estoy mayor.

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