Loading...

Tesoros escasos

FUTUROS IMPERFECTOS

Màrius Carol Consejero editorial

Cantaba Alberto Cortez que cuando un amigo se va se detienen los caminos. Cuando uno es joven, piensa que tiene muchos amigos, que cada abrazo es un signo de amistad, pero con los años nos damos cuenta que los amigos en los que confiar son pocos, a veces tan escasos que resultan un verdadero tesoro. Carlos Ruiz Zafón, otro que se nos fue antes de hora, escribió que no tenía demasiados amigos y que desconfiaba de aquellos que dicen tener muchos: “Es una señal segura de que en realidad no conocen a nadie”.

  

Mané Espinosa

Somos nuestros amigos, porque podemos reconocernos en ellos, aunque nos basten los dedos de una mano para sumarlos. Gabriel García Márquez repetía que el único momento en la vida en que se sentía él mismo era cuando estaba con sus amigos. Los amigos no son aquellos con los que cierras los locales, son los que caminan a tu lado y te retienen cuando te acercas al abismo. Los verdaderos amigos son los que entran cuando todos se marchan.

Zafón decía que hay que desconfiar de aquellos que aseguran tener muchos amigos

La amistad bien entendida ha desaparecido de las instituciones, se ha ido por el fregadero, por eso la política se ha convertido en un lugar insufrible donde vale todo y donde todo el mundo se atreve a ocupar un escaño, no solo un truhan y un señor, también un impostor o un influencer. Y donde casi nadie ha leído un libro, ni ha recomendado uno a otro.

Se me ha ido un amigo, Fermí Puig, que era excepcional como chef y como persona. Estos días leerán crónicas de su vida y sabrán que fue quien recomendó a Ferran Adrià para El Bulli cuando se les marchó el chef, pues habían cocinado juntos durante su mili en Cartagena. Fue quien convirtió el Drolma del hotel Majestic en el mejor restaurante de la ciudad. O quien convirtió el local con su nombre en un templo de la mejor cocina catalana. Un lugar único, con un reservado que era una basílica barcelonista, presidida por una gran foto de Companys y Suñol sobre la tribuna de madera de Les Corts, que Fermí consiguió en un anticuario. Cruyff y Guardiola inauguraron esa catedral futbolera que los colegas del oficio fuimos llenando de recuerdos. Era el mundo de un singular cocinero, un buen amigo, un gran tipo. Y allí nos sentíamos como en casa, gritando los goles del Barça.

Lee también