Histrionismo

Utiliza esta palabra José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, entrevistado por Jordi Basté. Un cargo ahora de los más complicados para una cartera no especialmente comprometida en los gobiernos precedentes. Visitaba Albares RAC1 la semana que Pedro Sánchez anunciaba el reconocimiento del Estado de Palestina, el Gobierno israelí maltrataba y grababa a la embajadora española y sus homólogos de Noruega e Irlanda, partícipes de este reconocimiento, y el presidente argentino, Javier Milei, utilizaba a Sánchez como saco de boxeo par­ticular.

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Javier Cebollada / Efe

“Yo no sobreactúo, yo actúo”, asegura el ministro Albares con un lenguaje diplomático que le viene de carrera y obligado por el cargo, pero al que se le entiende todo. Y añade: “No hacemos política a través de tuits e histrionismo”. Ay, aquí empieza a patinar el embrague de una intervención mesurada y precisa. No porque el titular de Exteriores socialista pueda ser acusado de ningún exabrupto, sino porque tiene algún compañero de mesa en el Consejo de Ministros que no puede decir lo mismo. El de Transportes, Óscar Puente, es de otra escuela y quizá por eso fue escogido: por no callarse ni media. Su fiebre declarativa, que ataca con igual pasión al PP, Vox, independentistas, los franceses de Ouigo o el mismo presidente Milei, al que tildó de drogadicto, lo muestra sin ambages. Es cierto que se ha excusado (a medias) con Milei diciendo que, de haber sabido los efectos negativos de sus palabras, no las habría pronunciado. Pero el mal está hecho.

Debería reinar el decoro en el Congreso, en los mítines, en todo acto político

El mismo decoro que, acertadamente, pide el ministro Albares al presidente argentino, imprescindible en el trato diplomático, es el que debería haber en el Congreso de los Diputados, en los mítines electorales, en las entrevistas y, en general, en todos aquellos actos donde los políticos, por la estrategia de tumbar al contrario, convertido ya en enemigo, se dejan caer por la pendiente de la astracanada, el insulto y la mentira. El histrionismo ya no es solo marca de personajes atípicos, cargados de denuncias y sospechas, como Jesús Gil o Ruiz-Mateos. Todos se han apuntado a él, olvidando el respeto al votante y la obligación de predicar con el ejemplo. Incluso llamándote Felipe González.

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